psicólogo -hyunlix

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-¿Y bien, hijo? ¿Cómo te fue? -Preguntó su madre acariciando los rubios cabellos de Felix.

-Bien, mamá... no sé que quieres que te diga -. Respondió sin ganas, desanimado.

La señora Lee suspiró.

-¿Debería regañarte como a un niño pequeño? ¿Por qué me hablas así?

Felix desvió su mirada hacia otra parte con notoria molestia, parecía el berrinche de un bebé de cinco años.

Ella intentó tocar su hombro pero su hijo apartó enseguida su cuerpo, demostrándole que no quería nada.

-Pareces un gato arisco.

-Y tú una bruja...

-¿Qué dijiste?

-Nada.

Pronto, la recepcionista llegó con unos papeles que la madre se entretuvo firmando, terminando por unos pagos. El inquieto Lee buscó con lo que también entretenerse.

Hasta que de pronto otra mujer que, al parecer, también trabajaba en aquel lugar, llegó a pasos lentos hacia donde el chico se encontraba, estrechándole al mismo un sobre blanco.

-Tú eres Lee Felix, ¿cierto? el señor Hwang, tu psicólogo, te ha dejado esto -. Mencionó y volvió a agitar un poco en el aire el papel, indicándolo. Luego se retiró cuando por fin el rubio lo tomó en manos.

¿Un sobre?

Si quiere preguntarme con tal de ser su amigo y pensar que puede comprar mi amistad y que...

¿Números? ¿Signo mas?

Por la cresta.

Sí.

Allí estaba el número de Hwang Hyunjin.

Lo miró repetidas veces para comprobar que no estaba delirando, pero no, no estaba haciéndolo. Los números estaban puramente escritos y con eso señalaba sólo una cosa; Hwang insistiendo.

-¿Hijo?, Felix. ¡Lee Felix! -Llamó la madre tronando sus dedos frente al menor.

-¿Uh? ah, mamá, perdón.

-¿Qué es eso? -Arrebató el papel de entre las manos del rubio, este último poniéndose nervioso a mil y a la vez molestándole más.

-¡Mamá! Dámelo.

-Quiero ver que es.

Una lucha de manos comenzó en frente de aquel departamento privado donde se tenía las sesiones, entre madre e hijo, mientras las pocas personas alrededor miraban la escena extrañados.

Hasta que la lucha la ganó Felix.

-¿Qué es esto, Felix?

-Mamá, nos están mirando todos...

-¿Qué es?

Felix se quedó irritado, poniéndose demasiado rojo cuando notó la presencia de Hyunjin, quien se hayaba recostado en el marco de una puerta, mirando la escena y bebiendo de su café.

-Mamá, mamá, vámonos -. Comenzó a jalarla lo más que pudo, viendo cómo el castaño reía por su actitud infatil.

Joder, joder.

Estaba quedando como un niño pequeño, y peor aún, de tanta frustración quería ponerse a llorar.

-Felix, apenas llegamos a casa te vas a enterar -. Murmuró entre dientes, molesta.

-Eso ya no me da miedo. Ya crecí -. Gruñó.

El trayecto había sido más largo de lo habitual por el tráfico. Y silencioso. E incómodo. También... había una batalla de miradas. Porque de vez en cuando se miraban por el espejito casi echando fuego por los ojos.

-Entonces, ¿qué es eso?

Qué pesada.

-Es el número de la recepcionista -. Mintió.

-¿Seguro? ¿Por qué la recepcionista te daría su número si sabe que eres gay por los informes?

Felix se dio cuenta entonces de que sí. Su madre había escrito en "razón por la que el descendiente asiste a las sesiones privadas llevadas a cabo por psicólogos de la asociación", que la razón era porque su hijo era gay.

¿Se imaginan?

Se escucha ridículo. Y es ridículo.

-No todo es romántico... seguro esa chica tiene diez años más que yo, mamá -. Buscó remediar y hacerlo sonar más convincente.- No me lo dio por interés, me dijo que si tenía algún inconveniente, podía mandar mensajes a aquél número o mismo llamar.

-Ah... entonces... debería tener yo ese número también.

¡Joder, mamá!

-No, justamente piensan que tendré presión si tú tienes el número y por lo tanto es preferible que yo me comunique con ellos. No tú -. Mencionó cansado de tener que explicarle todo a su madre.

-Bien, pero no sé por qué tanto misterio y berrinche.

-¡Es de mala educación arrebatar las cosas de las manos de otros!

Se quejó otra vez el rubio, mirando su celular y terminando de agendar el número de Hyunjin.

Chat con "Psicólogo Hwang".

Ya te tengo agendado.
Soy Felix.

Hola, Felix.