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La cabeza de Riza estaba contra su pecho al amanecer

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La cabeza de Riza estaba contra su pecho al amanecer. Por primera vez sonrió en mucho tiempo como lo había hecho muchos años antes. Antes hubo empujado a Riza fuera de la cama para ahora la quería justo allí. ! Valla dilema! Jamás pensó que terminaría llenando el vientre de Riza con dos bebes, al menos no tan rápido. Su vientre pronto comenzaría a abultarse. Tendrían que ir de compras pero más que nada, quería agradecerle a Riza todo lo que le estaba dando. Salvando a su hermana, a él y no solo eso también viendo por el futuro de todos. Una idea recurrió a su cabeza tomo el celular y comenzó a buscar en la web casas en venta. Sabía que Riza no quería dejar aquella casa pero necesitaban más espacio para los niños y Jena.

Luego que terminó de ver las ofertas volvió su atención al rostro de Riza. Su nariz respingona y el juego espeso de pestañas a juego con esos posos oscuros. Le hicieron tragar en seco, siempre trataba de salir de la cama luego de que tenía sexo con las chicas. Pero ahora era el quien esperaba a que la chica despertara en este caso su esposa. Incluso decir la palabra era raro para el. Riza era demasiado seria y recta con cada acción que tomaba era algo que siempre admiraba en ella, la devoción por ayudar, incluso sabía que se había aprovechado de ello. Miro detenidamente los labios de Riza. Recordando cómo se entregó a la pasión como le dijo: ¡Besame! Antes de dejarse llevar por el entonces, no pudo contener a la pequeña bestia carnal deseosa de sexo dentro de él. Algunas chicas de su edad se habían quejado de la fuerza de sus embestidas en el sexo, todas querían algo dulce con lo que estuvieron soñando y tonteando, pero Riza le había recibido gustosa. Enrollo su dedo alrededor de un mechón de cabello y comenzó a jugar con él. El ser uraño de Riza le estaba gustando pero sabía muy bien que quizá todo aquello era un error. Siempre había querido a Riza pero ahora era diferente la sensación era rara para él. - Eres tan perfecta, tan irresistiblemente dulce. - Beso la corona de su cabeza con cariño. Luego de algunos minutos Riza despertó soñolienta y intento inmediatamente ponerse de pie, pero lo impido. - Solo espera un momento, puedes caerte si caminas media dormida.-

- !Me besas!- Riza murmuró

Evan se desinflo y río por lo raro de la situación. El aire salió de sus pulmones antes de inclinarse y tomar sus labios entre los suyos le beso, pero no quería parar incluso se mentía a si mismo tratando de controlar el remolino de sensaciones, se separó desconcertado porque todo aquello no era normal.

- Evan, me gusta cuando me besas.- Riza abrazo el pesado cuerpo de Evan. - !Ohh! Mira a comenzado a llover. Menciono con una emoción por que al fín podría verbalizar muchas de las cosas que llevaba dentro, sabía que algo iba creciendo en su interior, sentía que se encontraba con una nueva Riza. Miro a Evan con aquel mar azul profundo y su corazón se aceleró. Sabía la razón de su agitado corazón, Evan le gustaba, comenzaba a gustarle aquel chico. Se sintió normal aunque durara poco incluso si era tan breve como un suspiro quería que Evan la hiciera sentir más muchos más hasta hacerla desfallecer y suspirar contra su boca, quería que sus besos calmaran y colmaran su alma, que la hiciera sentir viva.

- ¿Quién no quería besarte?- Dejo un sonoro beso sobre sus labios y la dejo ir.

- No vayas a la escuela hoy. - Antes de que se alejara de allí tomo su mano en la suya. - ¿Porque estas enferma?- Evan llevo la palma a su frente revisando su temperatura corporal. - Deja de bromear, solo hoy solo por un día, solo te pido eso.- soltó su mano al terminar de hablar.

-Me quedaré, solo si me dices. ¿Qué pasa?-

- Quiero mostrarte algo, saldremos dentro de poco, solo déjame tomar una ducha. - Se alejó tomando sonriente la ropa de su Buró.

Cuando hubieron estados listos salieron en el auto de Evan. -Donde quieres ir?- Riza quería responder " Al cualquier lugar siempre que estés tu" pero jamás diría tales palabras cursis en voz alta. - Vamos a la playa.- Evan la miro como si le hubieran salido dos cabezas. - Bien, si quieres ir te llevare, pero ten en cuenta que no vamos vestidos para la ocasión.- La curiosidad carcomía su interior preguntándose las razones de aquella salida. Pero no hizo más preguntas solo subió el volumen de la música y condujo siguiendo las directrices de Riza. - Hemos llegado- removió el cuerpo femenino dormido.

Salió de un salto de carro saco las chancletas bajo sus pies para sentir la grumosa arena bajo sus pies. Camino tan rápido que no se percató que no se percató que Evan estaba algunos pasos atrás abriendo los botones de su camiseta. Realmente se iba a quitar aquella camisa con todo aquel público femenino en la playa, suspiro y espero a que llegara a su lado. - Sabes por qué te traje aquí?-

Negó con la cabeza en dirección a Riza. - Que sientes cuando estás conmigo? - Evan paro de caminar, sus pies se hundieron en la arena, trago saliva nervioso llevo las manos a su cabello. -No lo sé, me siento agusto. ¿Que sientes tú? - Los ojos azules de Evan se posaron en los suyos. Qué clase de respuesta era aquella. No eran pequeños adolecentes de quince años, todos sus pensamientos se redujeron a la edad de Evan diecinueve, el número se reprodujo en sus cabeza, siempre le resto inmadurez porque era joven y inclusive en ese momento sus palabras lo demostraban. Incluso si estaba inseguro, Evan era alguien de palabras directas, se lo había demostrado muchas veces, sabía que él era de ese modo, y aquella respuesta solo la inquietaba y la hacía tambalearse entre abrir o cerrar aquella ventana de sentimientos que pasaban por su cuerpo y su mente.

No soy una cría adolecente Evan. Sé directo, como siempre lo has sido.

 Sé directo, como siempre lo has sido

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 Besos RotosWhere stories live. Discover now