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El camino hasta el descampado no era tan extenso pero aún así decidí llevar mi barbijo para no arriesgarme. Caminaba a paso normal, miraba a mi alrededor como los negocios iban cerrando de a poco, solo unos pocos tenían a sus últimos clientes del día dentro. Eran las once de la noche.

Después de caminar unas diez cuadras ya estaba en el lugar, podía ver el pasto levemente quemado y algunas plumas de Hawks aquí y allá. Me mantuve lo más alejada posible de la pelea, no quería salir lastimada.
Al cabo de varios minutos, el héroe notó mi presencia y me saludó sacudiendo su mano derecha. Dabi aprovechó ésta distracción para derribarlo y dejar su rostro contra el suelo.

Me acerqué a ellos ahora que la pelea se había detenido.

—Buen movimiento —el azabache sonrió de manera arrogante y reforzó su agarre en la cabeza del héroe—. Hawks, ¿estás bien?

Trató de levantar su cabeza para poder responderme pero la fuerza que el mayor ejercía sobre él era tanta que no podía. Por lo que sólo emitió un sonido de afirmación.
Aunque a causa de esto, comenzó a golpear desesperadamente el suelo con sus manos, indicando que se estaba quedando sin aire. Al principio creíamos que era una broma pero luego observamos que, evidentemente, no estaba pudiendo respirar.
Dabi quitó su mano de la cabeza del rubio y él levantó ésta parte muy rápidamente, tomando una gran bocanada de aire.

—¡Casi me ahogo! —le reclamó enojado al ojiazul.

Lo ignoró por completo y siguió sacudiendo su ropa.
Ambos tenían múltiples moretones, cortes, quemaduras y demás heridas leves en todo su cuerpo. Sin mencionar que su sudor y la tierra ya estaban instaladas en todo su rostro.

—Huelen horrible. Aparte, tienen todo su rostro lleno de tierra y sudor recorriendo su frente —dije mirando con un poco de disgusto la apariencia de ambos—. Sugiero que se tomen un baño y traten sus heridas.

Los tres abandonamos el descampado y nos dirigimos a la Liga para que los dos hombres puedan asearse y tratar sus heridas. Al llegar a la base busqué en la habitación de Kurogiri el botiquín de primeros auxilios, éste carecía de varios elementos, pero tenía lo básico. Luego de unos minutos ambos hombres ya estaban limpios (y Dabi le prestara unas ropas a Hawks para que estuviera más cómodo), entramos al cuarto del Señor Parches para tratar sus heridas, pues era el más grande en comparación al mío y el del héroe.

El ojiazul se sentó en el suelo y tomó un algodón, lo remojó en agua oxigenada y desinfectó con cuidado un corte en su mano derecha. El rubio, por otra parte, buscaba en el botiquín la crema que era para las quemaduras.

—Oigan, ¿no tienen esa crema que es para las quemaduras? —interrogó buscando más a fondo en el botiquín.

—Si, debe estar ahí —respondí algo extrañada.

—No, he buscado bien y no está.

—Que extraño —me acerqué a ver la caja—, la última vez la había dejado aquí.

—De seguro se terminó —comentó el mayor vendando su mano.

—No, estaba aquí... ¡Oh, cierto!

Me levanté del suelo y fui hasta la habitación de Mr. Compress, había recordado que él la había tomado porque tuvo un pequeño incidente la semana pasada en una de sus misiones. Al preguntarle por aquella crema me la dio enseguida.

—Aquí está —anuncié triunfante con el pequeño recipiente en mi mano—. Ten, Hawks.

—Gracias.

Abrió la tapa y comenzó a aplicársela en el rostro y parte de sus brazos. Volví a sentarme en el suelo y observé como ambos limpiaban sus heridas o desinfectaban las mismas.

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⏰ Last updated: Jan 24 ⏰

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