Capítulo 1

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Desde un pequeño barco, se puede divisar a una preciosa niña de cabellos castaños y ojos del mismo color, jugando con dos muñecas que ella misma había creado.

- Laura- Su padre Logan llamaba a la pequeña para cenar. Laura fue corriendo hacia los brazos de su padre, quien la cargó gustoso, y está le plantó un beso en la mejilla.

- Sólo le darás un beso a él?- Preguntó fingiendo estar ofendido una segunda voz, era su Papi Peter.

- No, papi- Dijo divertida Laura, para después bajarse de los brazos que la cargaban y darle un beso en la mejilla a Peter.

...............

Acabada la cena, Laura le pidió a su padre Logan, que le contara un cuento para dormir.

- Imagina un lugar, una tierra sin par, donde ves caravanas pasar- comenzó a cantar Logan, mientras su hija sonreía- Y ahí existen mil, formas de existir, es un caos pero es un hogar. Cuando hay viento del Este, y hay sol al Oeste, y la hora el reloj te da. Yo te invito a pasear, en la alfombra volar, y en la noche de Arabia estar.- Peter se había acercado con una gran sonrisa en el rostro, a contemplar cómo su esposo hacía que su pequeña disfrutará de su relato- De Arabia son, noche y día por igual, me incita a intentar salir y volar y al mundo asombrar. En noches así, bajo la luna fiel, muy listo hay que ser para no caer al desierto cruel.

...............

Entre la oscuridad de la noche, se encontraba el visir del sultán, Azazel, quien negociaba con un ladrón para que le diera un amuleto que abriría la cueva de las maravillas; no conforme con eso, obligó al ladrón que entrara a la cueva y sacara una lámpara mágica que se encontraba en lo más profundo de la cueva.

- Pero no lo olvides, si en verdad valoras tu vida, no toques nada que no sea la lámpara- Dijo Azazel, con un tono de superioridad en su voz.

El ladrón en cuanto puso un pie en la cueva, está se desmoronó por completo, tragándose al pobre hombre que solo buscaba comer cómo se debe al menos una vez en su vida.

- No!!!- Gritó frustrado Azazel, ésta era la cuarta vez que intentaba entrar a la dichosa cueva, y ya estaba harto de tantos intentos fallidos.

Agarró el amuleto que se encontraba entre la arena que se había desmoronado, y se marchó de ahí.

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En un día común y cualquiera en el bazar, un chico de cabellos semi rojizos y ojos de un color entre verde y gris; se encuentra tratando de robar un poco de pan, junto a su buen amigo y compañero, Abú.

- Erik!!!!- Gritaba uno de los guardias del palacio que lo perseguía.

Erik, por su parte, los burlaba de una forma asombrosa y digna de admirar, mientras los pobres guardias tenían que dar vueltas y vueltas para tratar de alcanzarlo.

- Tengo que saltar, tomar la ventaja, rehuir la espada mortal, robar, solo lo que sea vital, es decir todo- Cantaba divertido Erik al ver cómo los guardias no podían ni con su alma- Burlar a los mandarines, no hay más, no es jugar, probar, que no tengo ni un dinar- Erik les había avetado un gran barril con pescado a los guardias, para que se retrasaran en alcanzarlo y él llevara la ventaja.

- Rata, pillo, vago- gritaban los guardias mientras seguían en su misión de atrapar a Erik, o a la "rata callejera", cómo solían llamarlo.

- Solo un bocadillo- Les gritó Erik desde lo alto de una construcción de madera.

- Ay que hacerlo picadillo- gritaban lo guardias mientras intentaban tirar aquella construcción y consigo a esa rata callejera.

- Vaya insinuación, tengo que aceptar que solo hay un amigo (dios)- Cantaba Erik mientras bajaba de la construcción y entraba a una clase de academia para mujeres.

- ¡Oh! El chico causa tanta pena, convertido en un gran ladrón- cantaban al unísono tres chicas de ese lugar mientras bailaban al rededor de Erik.

- A los padres culpo aunque no tenga- Dijo amenazante la instructora de esa escuela, mientras se acercaba a Erik para sacarlo del lugar.

-Como por vivir, robo por comer, ya te contaré en otra ocasión- Dijo Erik antes de saltar por la ventana del pequeño sitio.

- Burlar a los que me siguen, dejar a todos atrás, sortear sin miedo peligros, volar, adiós amigos- cantaba Erik, mientras agarraba a Abú para que no lo tomaran los guardias- Ahí voy, y si me desean buen aterrizaje sólo tengo que ¡saltar!- dijo, antes agarrar una alfombra amarilla que se encontraba en ese edificio, y saltar por la ventana. Utilizando la alfombra cómo paracaídas.

- Casi nos atrapan, amigos- Dijo Erik después de revisar si los seguían los guardias.

Abú hizo un ademán cómo si lo estuviera entendiendo. Agarró el pan y lo partió a la mitad, le dió una a Erik y la otra se la quedó el.

Erik vió a unos niños buscando de comer en un bote de basura. Miró a Abú el cuál, captó de inmediato e hizo un puchero mordiendo el pan, dándole a entender a Erik que no compartiría con los niños.

Erik se levantó y se acercó a los niños.

- Hola, tienen hambre?- Les preguntó Erik mientras les extendía su mano donde tenía el pan.

La niña, que al parecer era la mayor de los dos, tomó el pan y le agradeció con un abrazo a Erik.

Abú se sentía culpable de no querer darle a los niños de su pan, así que se acercó a ellos y les extendió el pan, ésta vez fue el niño quién tomó el pan y en un gesto de agradecimiento, acarició cuidadosamente al pequeño simio, mientras esté disfrutaba de sus caricias.

A lo lejos se escuchaba cómo la gente de Agrabah comenzaba a juntarse mientras veían a un príncipe entrar al palacio.

Erik se acercó junto a Abú para contemplar mejor aquella escena.

- Seguramente es otro pretendiente para el príncipe- Escuchó Erik un poco de la plática de dos hombres que estaban a su lado.

Después divisó a los niños que les dió de su pan, entre el caballo de aquel príncipe mimado y presumido, suerte que llegó a tiempo para salvar a los niños de ser lastimados por aquel hombre.

- Oye!- le gritó Erik al príncipe- Si fuera igual de rico que tú, tendría un poco más de respeto- Dijo enfadado, no podía soportar que humillaran a los de su "clase", cómo solían llamarlos, de esa manera tan cruel.

- Ten cuidado rata callejera, no le hables así a tu superior- Dijo el príncipe, para después aventar a Erik al lodo, humillándolo más.

- Mira Abú, no todos los días vemos a un animal montado sobre otro animal- Dijo Erik divertido al ver cómo el príncipe volteaba a verlo con odio.

- Eres una rata callejera, vivirás el resto de tus días hací y cuando mueras, ni tus pulgas te llorarán- Le dijo el príncipe antes de entrar al palacio y que se cerraran las puertas detrás de este.

- Maldito niño mimado- Dijo Erik aún en el lodo- Y yo no tengo pulgas- Dijo rascándose la cabeza y levantándose.

Cherik  AladdínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora