Capítulo 4

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Charles llegó a su habitación, estaba demasiado triste por aquel chico que conoció en el bazar.

- Que sucedió Charles?- preguntó Peter preocupado, el pensó que se habían enterado de que había escapado del palacio.

- Es culpa mía Peter- dijo Charles alzando su cabeza para ver a su amigo, aún con lágrimas en los ojos- Siempre es mi culpa- Charles lloraba sin consuelo.

- Por qué te culpas?, Nos descubrieron?!- Peter volvió a preguntar, con más preocupación que antes.

Charles negó con la cabeza, eso tranquilizó un poco al peli plata.

- Entonces que fué lo que pasó?- Peter se acercó con pasos lentos para llegar a su amigo y abrazarlo.

Charles le contó todo sin parar de llorar, Peter sólo podía abrazarlo y repetirle que no era el culpable, que Azazel era un maldito y que tenía que calmarse. Charles le hizo caso a su amigo y se calmó un poco, después Peter llamó a uno de los sirvientes para que trajeran agua, acomodó la cama de Charles para que esté se durmiera, y después de que bebiera un poco de agua que recién habían traído, se quedó profundamente dormido, abrazando a Rajah y con los ojos inchados por haber llorado.

- Pobre Charles- dijo Peter viendo a su amigo con un poco de tristeza en su rostro. Después salió de la habitación y se marchó.

.................

- Era el príncipe, no lo puedo creer, debo haber parecido un completo estúpido- Erik estaba hablando para sí mismo dentro del calabozo, tratando de safarse de las esposas. Escuchó que una clase de animal se acercaba a él, era Abú.

- Abú!- Erik miró felíz de que su amigo estaba con él- Ven acá- dijo con un poco de esperanza en su voz- Ayúdame con esto- le pidió, volteando a ver a las esposas.

- No puedo creer que no lo volveré a ver por qué es el príncipe- dijo Erik con tristeza, mientras Abú le quitaba las esposas- Además hay una regla, tiene que casarse con un príncipe, merece un príncipe, yo solo soy un tonto- finalizó Erik con un nudo en la garganta.

- Serías un tonto si te rindieras- se escuchó una voz que provenía de la oscuridad.

- Quién eres tú?- preguntó Erik tratando de ver quien era.

- Un prisionero cómo tú, no lo vez?- el anciano salió de la oscuridad y se acercó a Erik- Pero juntos podemos más- terminó, haciendo con sus dedos una seña cómo si tuviera dinero en la mano.

- Muy bien, te escucho- le dijo Erik al anciano para saber de qué se trataba lo que le decía.

- Hay una cueva muchacho, la cueva de las maravillas, llena de los tesoros más grandes que te puedas imaginar- el anciano sacó de su bolsillo un puño de diamantes, y se los enseñó a Erik.

Erik se acercó impresionado a la palma del anciano, este la serró rápidamente y se alejó un poco del peli rojo.

- Podrías impresionar incluso a tu príncipe, comprendes- le guiñó un ojo a Erik.

- Pero la ley dice que sólo un príncipe puede...- Erik fué interrumpido por su acompañante.

- No conoces la ley de oro, o me equívoco?- le preguntó el anciano, volviéndose a acercar a Erik- El que tiene el oro pone las reglas- le insinuó a Erik y le dió una sonrisa mostrando sus dientes mal alineados y podridos.

- Y por qué querrías compartir ese gran tesoro con migo?- preguntó Erik incrédulo de lo que le decía aquel anciano.

- Necesito un par de piernas jóvenes y una espalda fuerte para ir por él- anunció el anciano, señalando la pared de ladrillos que estaba enfrente de ellos.

- Hay un problema- dijo Erik alejándose del hombre- Eso está allá afuera y nosotros estamos aquí- Erik comenzaba a creer que el viejo sólo estaba delirando.

El anciano negó con la cabeza- El león no es cómo lo pintan- se acercó a la pared de ladrillos y quitó varios de estos para poder crear una salida- Y bien?, Hacemos el trato?- preguntó el anciano acercando su mano para cerrar el trato.

Erik miró a Abú, y siguió al mayor.

.............

Llegaron a la cueva de las maravillas, y Erik estaba asombrado por aquello.

- Quién a perturbado mi sueño?- preguntó la cueva con forma de tigre.

- Soy yo, Erik- respondió un poco temeroso por lo que estaba viendo.

- Entra, no toques nada más que la lámpara- finalizó la cueva, abriendo la boca para que pasara Erik.

- Tráeme la lámpara y luego te daré tu recompensa- le dijo el anciano.

- Vamos Abú- Erik entró decidido a la cueva, Abú sólo se escondió con miedo en el chaleco de su amigo

Bajó las largas e interminables escaleras y entró a un pasillo lleno de oro y joyas que siempre deseó tener.

- Mira esto- Erik estaba asombrado de lo que veían sus ojos- Con solo un puñado me haría más rico que el sultán- menciono soñador. Abú corrió hacia el oro, apunto de agarrarlo- Abú!!!- lo detuvo Erik- No toques nada- remarcó la última palabra y siguió su camino, Abú sólo caminó junto a él, un poco decepcionado.

Una alfombra mágica los fué siguiendo y Abú se dió cuenta de eso, corrió hacia Erik y le señaló a la alfombra un poco alterado.

- Abú que te pasa?!- Erik volteó a ver a la alfombra- Una alfombra mágica!- dijo asombrado- Ven, ven acá- Erik se dirigió hacia la alfombra, ésta se acercó lentamente hacia él- No te vamos a hacer daño, ven- insistió Erik, Abú se asustó un poco y Erik lo calmó- Nos quieres acompañar?, Tal véz puedas ayudarnos- la alfombra asintió- Buscamos una lámpara, sabes dónde se encuentra?- la alfombra volvió a asentir y los guió a hacia la lámpara.

Erik se dirigió hacia la lámpara que estaba en la punta de una pirámide de rocas. Agarró la lámpara con cuidado- Ésto es?- preguntó incrédulo- Pasamos tanto por esto Abú?- volteó a ver a su amigo.

Abú, por su parte, vió una gran joya y la intentó agarrar, pero la alfombra lo detuvo por mucho tiempo hasta que no pudo más.

- Abú, no!!!- le gritó Erik, pero ya era demasiado tarde, Abú había agarrado aquella lámpara.

- Han tocado el tesoro prohibido- exclamó la cueva- ahora nunca volverán a ver la luz del día!- la cueva comenzó a derrumbarse poco a poco y comenzó a salir un mar de lava proveniente del suelo.

Cherik  AladdínWhere stories live. Discover now