Capítulo 33: When the world was at war we kept dancing

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¿Es este el fin de una era?
No, es solo el comienzo.

Un conjunto de malas decisiones que lo llevaron a ese preciso momento.

Gimió lastimosamente mientras las embestidas se hacían cada vez más brutales contra sus nalgas. Se aferró con sus uñas y con enorme fuerza a la mesa de madera, bajó su cabeza regando sus mechones de cabellos blancos contra la superficie y cerró sus ojos, rogando internamente que finalizara rápido y que se corriera de una vez. Su cuerpo desnudo se cubrió por una delgada capa de sudor ante los continuos y bruscos movimientos de ambos mezclándose, las muñecas de sus brazos inferiores fueron sujetadas desde atrás y la bestialidad de la fuerza de esa presión causó que notables marcas negras brotaran sobre su piel sensible y blanquecina.

No quería alzar la mirada, pero el hombre desde atrás sonrió al saber que esa clase de humillación era lo único que podía quebrar una parte de su orgullo y su fortaleza. Por eso mismo, levantó una mano y enterró sus garras en los cabellos de la nuca de Angel, lo obligó a levantar el rostro y a mirarse en el espejo. Y él, en respuesta, solo frunció el ceño con asco y absoluta repulsión ante ese reflejo que solo podía demostrar lo patético y débil que era ante un ser que era infinitamente más fuerte que él.

Valentino lo embistió tan fuerte por última vez que esa fuerza logró hacer que Angel se derrumbara una vez más contra la mesa y que perdiera todo rastro de energía o intenciones de pelear. El morbo que se desencadenaba en Val cuando destrozaba su cuerpo y sentía sus puños golpear su piel era incontrolable de cualquier forma, su sumisión de perra obediente lo prendía hasta límites insospechados.

Rompió su carne y su espeso y abundante semen se mezcló con la sangre de sus heridas internas, pero eso no era suficiente para él. Su repugnante sonrisa engreída se ensanchó incluso más luego de eyacular en su interior, retiró su verga de adentro y aprovechó ese momento de debilidad absoluta en su empleado estrella. Lo corrió hacia un lado de un violento manotazo y lo arrojó al suelo ante el sanguinario golpe que terminó por dejar a Angel en el suelo de ese lastimoso camerino. Y el de cabellos blancos solo jadeó ante todo el dolor físico que no hacía más que hacerlo temblar y acurrucarse en el frío piso del camarín de ese club nocturno.

Creo que tuviste suficiente por una noche, Angie. Ahora sal y haz dinero para mí, no olvides que aún me debes mucho.

Valentino apenas y acomodó sus ropas emitiendo una ruidosa carcajada. Angel debía salir al escenario luego de su encuentro de rutina y a veces necesitaba un mínimo escarmiento para recordar quien era el jefe, ya que su actitud dejaba que desear y era un fastidio lidiar con eso. Al final, Val abandonó el tocador con la elegancia que lo caracterizaba y Angel permaneció arrojado en el suelo por algunos segundos más. Comenzó a levantarse hasta quedarse sentado sobre el suelo, clavó sus grandes ojos bicolor contra sus piernas y observó con aburrimiento y amargura cada uno de los hematomas que debía cubrir con maquillaje para salir al escenario del club.

Su trabajo era una rutina predecible. Pero a veces quería unos minutos para sí mismo, para darse la libertad de apreciar las horribles decisiones que lo llevaron a ese asqueroso escenario.

Angel se puso de pie y tomó asiento frente a su enorme y glamoroso espejo que era rodeado por luces de reflectores. Su rostro demacrado e infeliz podía ser cubierto fácilmente con maquillaje, no era un gran problema y estaría bien, como siempre. Entonces, encendió un cigarro que yacía sobre un costado de todos los cosméticos que solía utilizar en sus presentaciones. Y antes de comenzar nuevamente a cubrir sus heridas y a mentalizarse con la idea de salir con una esplendorosa sonrisa y una envidiable actitud temeraria, decidió seguir observándose en el espejo... fumando aquel cigarro amargo de humos rojos.

Born to Die [ RadioDust ]Onde histórias criam vida. Descubra agora