XVII

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Sam.

Me levanté de mi cama encontrándome con la sorpresa de que Kyle ya no estaba a mi lado, su lugar se encontraba vacío y no había rastro de su presencia en algún lugar de la habitación.

Salí y escaneé mi departamento para asegurarme de que no estaba en ninguna parte de el tampoco. ¿Dónde demonio se había metido?

Luego de la sorpresita por parte de Tyler hace una semana habíamos decidido quedarnos en su casa, anoche al venir a buscar un par de cosas comenzó a llover por lo que nos tocó quedarnos en mi lugar. No que tuviese que preocuparme mucho, sabía que el bastardo se lo pensaría dos veces antes de venir de nuevo. Tenía una orden de alejamiento exclusiva para él, además de que había puesto la denuncia. Era solo cuestión de tiempo antes de que me cobrara lo que me hizo.

Supuse que se iría al estadio temprano, pero apenas iban a dar las seis de la mañana, no es como si se fuese antes de ocho cada día.

Caminé de nuevo a mi cuarto en busca de mi teléfono, no había mensajes ni llamadas pendientes suyas, solo un par de Verónica pidiéndome que fuera a su casa una vez despertara. Al parecer Kyle estaba con Erick y Nicholas en Chicago. ¿Por qué no me dijo que se iría?

Le resté importancia y aunque el pensamiento aún seguía en mi cabeza me dirigí al baño y tras darme una ducha rápida busqué un par de vaqueros entre mis cosas, ¿dónde carajos estaban mis bragas negras?

Desistí de buscar en el fondo de mi maleta y solo me coloqué mis bragas blancas y un sostén a juego. Una simple camiseta tendría que servir, no tenía ganas de arreglarme.

Tomando mi bolso tras comprobar que mi cartera estuviera dentro, salí en busca de un taxi. Otra cosa que agregar a la lista de cosas que deben esperar. No podía conseguir un auto si iba a volver a Boston de manera definitiva, mis próximos tres meses en Chicago tendrían que ser usando el transporte público o tomando un taxi para ir al estadio.
Comprobé mi teléfono unas diez veces en el trayecto a casa de mi amiga, pero la bandeja de mensajes y llamadas seguía exactamente igual. ¿Le habría pasado algo a Chris? No creía, Hannah habría llamado de ser así y Verónica estaría en Chicago con Erick.

Pasé la verja de la entrada a casa de los Hamilton y caminé hasta la puerta, la sonrisa de Verónica me recibió nada más tocar el timbre con una Sofía sucia de comida en su cadera. Una pequeña madrugadora teníamos por aquí. Extendió sus regordetes bracitos en mi dirección pidiéndome que la cargara y aun a pesar de su boquita y manos embarradas la tomé apretándola contra mí.

— Hola, mi princesa hermosa. —planté un sonoro beso en su mejilla. Con sus manitas empapadas de lo que supuse era puré de calabaza aplaudió en mis cachetes riendo. Miré a Verónica sonriente. —¿Por qué tan temprano? —caminé dentro dejándola cerrar la puerta tras nosotras.

— ¡Tía Sam! —dejé de ver a mi amiga para agacharme un poco con la pequeña en mis brazos aún y así permitir que el beso de Jake se plantara en mi mejilla. Se retiró confundido cuando el puré tocó sus labios. —¡Sofía! —se quejó pasando las manos por su boca. La pequeña en mis brazos hizo un puchero por el grito y rompió en llanto, sus ojitos azules llenándose de lágrimas mientras le tendía los brazos a su madre.

— Jake, por favor. —soltó Verónica haciéndose cargo de su hija y caminando hasta un estante en la pared. Sacó una pequeña toalla blanca y dirigiéndose a su hijo de siete años, la pasó por su boca y manos limpiando los restos de la comida de su hermano. Jake hizo una mueca cuando Sofía lo miró con ojos de cordero a punto de llorar de nuevo.

— ¿Te quedarás hasta que vuelva? —dijo animado mirándome. Me encogí de hombros abriendo la boca para luego cerrarla de golpe cuando Verónica se interpuso entre Jake y yo.

PLAY OFF (Kings of the game #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora