Epílogo

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– Hemos logrado sobrevivir a este enfrentamiento. Ninguno de los nuestros ha muerto y eso ya es mucho. Buen trabajo a todos.

La voz de Fukuzawa se escuchaba en toda la sala de reunión, todos se encontraban felices por no perder a ninguno de sus compañeros. Las voces combinadas mostraban alegría y relajación. Lo peor había pasado y podían empezar a vivir nuevamente de forma tranquila sin temor a morir.

No he tenido noticias de Chuuya desde ese día... Debería agradecerle por salvar a Atsushi.

Sentía un gran vacío al caminar hacia la Mafia. Observar los grandes edificios negros que marcó parte de su infancia y su adolescencia. Las muchas personas que terminó matando y torturando para cumplir sus misiones; le traían muy malos recuerdos y recuerdos dolorosos de haber abandonado a Chuuya sin mención alguna. La Mafia se encontraba vacía, no había una sola alma por los pasillos y eso le parecía extraño, porque siempre habían guardias alrededor.

Había olvidado lo largos que eran estos pasillos, ¿Chuuya se encontraría en su antigua oficina? En medio de la habitación se encontraba Kōyō, no tenía intención de molestarla. Parecía pasar por un mal momento y no tenía ganas de meterse en sus problemas. Solamente quería saber dónde encontrar a Chuuya.

– Kōyō-San siempre es un gusto verla~ ¿Ha visto a Chuuya?

Kōyō con el dolor y el sufrimiento de perder al último de sus aprendices; volteó en dirección a Dazai y lo apuntó con su espada. No tenía ninguna intención de perdonarle la vida después de arrebatarle la suya a Chuuya. Después de dejar que muriera cuando él se había sacrificado para salvar a uno de sus compañeros. Ni siquiera la Mafia había estado envuelto en aquel confrontamiento como para que Chuuya hubiera perdido su vida por ayudar a otro.

– ¿¡Qué haces aquí?! Eres a la última persona que quiero ver por el resto de mi vida. Será mejor que te vayas ahora mismo si no quieras morir.

Dazai empezaba a mostrarse nervioso, no entendía en que situación se había metido. Kōyō lo miraba con rabia contenida, lo quería muerto en ese mismo instante. Primero le quitaban a su pequeña aprendiz y luego hacían que su más leal compañero perdiera la vida.

– Kōyō-san parece que no nos estamos entendiendo. ¿Podemos hablar pacíficamente? Solamente quería pasar a agradecerle a Chuuya.

Kōyō movió su espada agilamente en un intento de cortarle la cabeza a Dazai. No perdonaría que mencionara su nombre sin saber lo que había hecho.

– Largate, no quiero verte. Ni a ti, ni a ese niño tigre. Hicieron que perdiera a las personas más importantes de mi vida. Pude perdonarte lo de Kyōka, ¿pero lo de Chuuya? Jamás.

Dazai no comprendía que sucedía con Kōyō y antes de que su cabeza terminara rodando por los suelos de la habitación; se fue del lugar. En el piso principal se encontró a Akutagawa entrando con un cuadro entre sus manos. No divisó bien quien era la persona en el cuadro, pero supuso que era para Kōyō. Por lo que le restó importancia.

– ¡Akutagawa-kun! Que bueno verte, ¿podrías decirle a Chuuya que vaya a verme?

Akutagawa miró de mala manera a Dazai, pero relajó su rostro.

– ¿Chuuya-san? ¿Acaso no lo sabe?

- ¿Saber? ¿Hay algo que debería saber?

Akutagawa volteó el cuadro que tenía en sus manos mostrando una foto de Chuuya con un listón negro. La sangre se había ido de sus rostro, había perdido el color de su piel; estaba pálido. No quería creer lo que Akutagawa estaba por decirle.

– Chuuya-san murió en el último confrontamiento porque usted le pidió que salvara a Jinko. Dazai-San le tengo una sola petición. Por favor, no me pida más cosas. Estuve mal en querer hacerme valer por usted cuando no le importó la vida de Chuuya-san.

- Te equivocas...

- Si no tiene más que decir... Adiós, Dazai-San.

No tenía palabras para decir, su garganta estaba seca, su cerebro estaba en blanco, apenas respiraba. La noticia le había caído como un balde de agua fría. Akutagawa ya se había marchado dejándolo solo. Chuuya había muerto y no podía disculparse, ni agradecerle, ni explicarle absolutamente nada. Se sentía estúpido ¿Por qué había decidido esperar 4 años para explicarle porqué se marchó? ¿Por qué simplemente no regresó por él?

Se sentía destrozado, nunca le demostró lo importante que era para él. Siempre quizo protegerlo al alejarlo de él, pero ¿de qué había servido? Igualmente había muerto, intentó olvidarlo con Atsushi, su nuevo compañero. Supo que estuvo mal lo que hizo, pero esperó que viviera feliz al estar lejos de él. No sabía que cada vez le hacía más daño, se sentía estúpido, se sentía molesto, todo consigo mismo.

Ahora notaba el odio que le tenían. Ahora entendía porqué Kōyō no quiso decirle sobre Chuuya; porqué intentó matarlo. Comprendía que en un futuro la Mafia no quisiera ayudarlos. Comprendía que la Mafia buscara cualquier forma para matarlo. Había sido su culpa y sólo suya. Le había rogado salvar la vida de Atsushi, pero no estaba en sus planes que él también muriera. Era todo un estúpido.

No serviría de nada llorar por él, no servía de nada rogar para que le devolvieran aquella alma que siempre lloró, lo esperó y aceptó todos sus trabajos. A la persona que siempre había arriesgado su vida para salvarlo. Lo quería devuelta, quería volver a sentir su pequeño cuerpo en sus brazos, pero sólo quedó vacío. Ya no estaba y tenía que aceptarlo. ¿Por qué no había ido a salvarlo? ¿Por qué no volvió por él? Era tonto arrepentirse ahora. Tendría que vivir con la idea que había dejado morir a la persona que lo había hecho cambiar. A la persona que lo había hecho querer vivir.

- Chuuya, si te encuentro en otra vida. Si eso realmente existe, espero tener la oportunidad de explicarte, de amarte y sobre todo, de que me perdones. Lo lamento, realmente lo siento. No me odies. No quiero decirte adiós, así que... Hasta pronto.

Nuestra Historia Ya Es Pasado [Soukoku, BSD] Where stories live. Discover now