CAPÍTULO 32° PARTE 2/3

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——Cuando hay un sentimiento, solemos pasar la mitad de nuestro tiempo pensando en una persona... ¿Hará lo mismo por nosotros?——



Diego llegó a la casa de los López encontrado a Pancho dirigir un par de hombres en un pasillo de la casa.

—¿Que haces Pancho?

—Ah, hola mi Diegochas —dijo el mayor con una sonrisa—. Le estaba enseñando a estos muchachos donde meter las cosas que necesita la nueva habitación de Temo. Susi me dijo que puedo hacer uso de la habitación del pasillo para el Temo, pero lo malo es que la cama tuvo un incidente. Estaba toda mohosa.

—Ay, que horror. ¿Y estaban bajando la cama de Temo de la habitación de arriba?

—Exacto. Y pasaré muchas de sus cosas viejas pal cuarto pa' que no se me achicopale por sentirse solito.

—Bueno eso es bueno. Pero... ¿Temo saldrá del hospital? ¿Cuando, como?

La sonrisa tonta de Diego delataba lo feliz que estaba por la noticia de Cuauhtémoc llegando a vivir a la casa de los Corcéga-Lopez. Si Cuauhtémoc estaba cerca de él, menos probabilidades de que se vea con Aristotéles, ¿no es eso excelente noticia?

—Si, la doc le dijo que era tiempo. Que si el señorito se le ocurrió huir del hospital, mejor que este en casa. Su doc de la cholla cree que inconscientemente le desagrada el hospital por pasar tanto tiempo durmiendo —dijo Pancho cruzándose de brazos, el también estaba feliz por la noticia, tener a su hijo cerca sería una gran bendición, estaría gratamente agradecido por ello.

—Que bien. Que Temo este aquí hace las cosas mucho mejor. Asi estará cerca de su familia y de todos los que le amamos —comentó Diego feliz de la vida, su sonrisa adornando su rostro y dos ojos como faroles en medio de la noche.

Pancho asintió y le indicó tener cuidado a los cargadores.

—Oye, ya comiste. Vamos a comer, los niños ya están por bajar a comer. ¡Niños ya apurensen! —Gritó, con las manos alrededor de la boca para hacerse escuchar con más fuerza, los pobres trabajadores que estaban ahí sintieron que les gritaban a ellos de una forma más cruel si no hacían un buen trabajo que se apresuraron rápidamente a meter todos los muebles que se les habia sido pedido colocar en la habitación. En poco tiempo todos habían desaparecido de la vista.

—No he comido nada. Será un gusto comer con ustedes —aseguró Diego.

—Tengo algo que contarte Diego. Es sobre el papá del Aristotéles —dijo Pancho, Diego y el tomaron asiento en uno de los sillones.

—¿Que pasa con el señor Audifaz?

—Fue ver a Temo en el hospital. No creo que por buenas intenciones.

Diego agitó la cabeza de un lado a otro en negación, esas personas haciendo de la suyas de nuevo, ellos no podían quedarse quietos y dejar en paz al pobre de Cuauhtémoc. Es como si Doña Imelda hubiera visto en el chico López a un viejo enemigo, como un archienemigo despreciable, ¡pero de una vida pasada!

Era increíble el odio que le tenía esa señora, nó, ésa familia, hacía Cuauhtémoc. Por que apesar de que la mayoría estaba a favor del noviazgo que hubo entre Cuauhtémoc y Aristotéles, nadie pudo evitar que se separaran.

—Tienes razón Pancho... esa gente no conoce las buenas intenciones cuando se trata de Temo. En el pasado, ellos fueron felices cuándo Temo se separó de Aristotéles, asi que dudo mucho que hoy en día solo quieran darse la oportunidad de conocer mejor a Temo y descubrir lo maravilloso que es. Eso sería imposible —sentenció Diego y Pancho estaba de acuerdo con él.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Where stories live. Discover now