capítulo 19

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Liv junto a Ebbe, entraban al castillo trotando lentamente mientras eran observados por los ciudadanos cristianos que susurraban y cuchicheaban entre ellos al verlos pasar. Algunos se escondían, otros daban un brinco o salían huyendo al ver a los lobos rodeándola a ella, los cuales, sacaban sus dientew y gruñían cuando sentían las miradas hacia ellos.
Detuvieron el paso cuando el mismo hombre gordo que frenó el paso de Gyda y Ubbe se les colocaba delante y carraspeaba la garganta al verlos, sobretodo a ella, que imponía mucho más que Ebbe, que aunque fuera un gigante pelirrojo, ella tenía algo que imponía respeto.

— el rey la espera — le dijo después de recuperar la voz.

Liv elevaba su ceja y bajó del lomo de Seid, acarició su pelaje mientras Ebbe bajaba del suyo — los caballos y mi manada tienen hambre — decía con una voz dura pero a la vez dulce.

Algunos que llegaron a escucharla, quedaron hipnotizados por ella, su voz, daba respeto y a la vez producía ternura. No podían creer que los rumores de esa joven fueran ciertos, ¡ pero si era una cría!

— por supuesto — respondía el hombre que hizo a otros ir a por los caballos y llevárselos al establo. Miró a los vargrs confuso al ver que no se movían del lado de ella — y, ¿ y ellos? — tartamudeó un poco.

Ladeó la cabeza — ellos vienen conmigo

— no pueden entrar en el castillo

— ya estamos dentro del castillo — miró a su alrededor, haciendo sonreír divertido a Ebbe

Hizo mueca — quiero decir, dentro — señaló las puertas del castillo, refiriéndose al hogar del rey.

Suspiró, sabía que no tendría tanta suerte, se acuclilló y acarició a toda su manada — estaréis con Seid, no podéis entrar — les decía mientras ellos la lamían y gemían, miró al hombre — comen carne, da igual si está cruda o no — se levantó del suelo — espero que les de buena.

— por supuesto, les daremos de la mejor — respondía con rapidez, temía esa mirada que parecía de loca. Chasqueó sus dedos para que otros vinieran y al hacerlo, tragaban saliva al ver a los lobos y sus dientes — guiarlos hacia el establo, y llevarles carne

— pe_pero señor — decía uno

— no temáis, no os comerán, no les he dado esa orden — les decía Liv con calma. Los hombres asintieron no muy conformes pero guiaron a los vargrs que los seguían lentamente mientras ella sonreía con diversión al ver a sus cachorros juguetones al gruñirles a esos cristianos haciéndolos brincar, miró a Ebbe — por ahora — terminó la frase haciéndolo reír por lo bajo.

— síganme — el hombre los hizo entrar dentro del castillo con rapidez ante las miradas de todos. — el rey está impaciente

No decían nada, se mantenían en silencio observando cada detalle de la estancia. Liv contemplaba las esculturas, cuadros y materiales, era curiosa desde siempre, le llamó la atención que hubiera una capilla antes de cruzar las segundas puertas y ver a un cura mayor, evidentemente, no era uno de los guerreros, pero ya los odiaba a todos por igual, a ese hombre le esperaría también una muerte lenta y dolorosa solo por ser cura.

Llegaron a unas terceras puertas, las observó con detenimiento. Portaban algo de oro, se notaba el dorado entre ellas, ese brillo que había estado echo con detalles, el que lo hiciera, era parecido a Hallr, tendría unas manos increíbles.
Las puertas se abrieron dándoles paso y siguió mirando a su alrededor hasta que sus ojos se encontraron con el rey, que estaba sentado en su trono, comiendo fruta.

El rey Harold se la quedó mirando mientras se llevaba un trozo de pera a la boca, sonrió — te esperaba mucho antes.

Parpadeó un par de veces, al tener la cabeza girada hacia el lado malo de su oído, no llegó a escucharlo — ¿ qué? — colocó bien el cuello.

LA ERA VIKINGA ( tercera temporada) Where stories live. Discover now