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Una vez más me encontraba escapando, corría lo más rápido que mis débiles piernas me lo permitían, ya es la doceava vez que los guardias me persiguen por robar un poco de pan en el bazar, pero no pueden culparme soy solo un pobre niño de doce años desamparado y con hambre, minuto tras minuto pasaba y no podía escaparme de la vista de los guardias, eran rápidos pero yo soy ágil así que al ver una cerca tomé impulso y la salté para después comenzar a correr y saltar sobre los techos de las casas hasta que solo podía escuchar los gritos de los guardias quienes trataban de escalar la cerca sin éxito.

–¡REGRESA AQUÍ RATA CALLEJERA!-gritó uno de los guardias mientras veía como el chico se alejaba cada vez más de ellos.

–Mejor suerte para la próxima anciano-le respondió de manera divertida el rubio mientras les sacaba la lengua para después ir a su escondite.

Caminaba por las calles de Japón tranquilamente, era una tarde hermosa, el sol ya se estaba escondiendo y reflejaba sus hermosos colores en el cielo, iba tan distraído admirando lo hermosa que se veía la ciudad que accidentalmente choque con una mujer que al parecer venía de hacer compras ya que llevaba bolsas con comida, carne, y fruta en sus manos las cuales al momento de chocar cayeron al suelo. Yo me sentí muy mal por lo que le ofrecí mi ayuda para recoger sus compras.

–Ay lo lamento mucho, permítame ayudarla-se disculpó el chico mientras se agachaba para comenzar a recoger la comida.

–Muchas gracias jovencito-agradeció la mujer mientras tomaba las bolsas para que el chico pusiera las compras ahí.

–Listo, creo que ya es todo-dijo el rubio mientras terminaba de meter unas manzanas en la bolsa de la mujer.

–Gracias muchacho, perdona mi curiosidad pero ¿Podría preguntar dónde están tus padres?-preguntó la mujer viendo cómo el chico cambiaba su cara a una más seria y melancólica.

–Yo...no tengo padres, mi madre murió al dar a luz y mi padre me abandonó hace algunos años....estoy solo desde entonces-respondió el niño con lágrimas en los ojos.

–Oh no, lo lamento tanto pero ¿No tienes familiares aquí? ¿Algún tutor o amigo?-preguntó nuevamente la mujer viendo cómo el rubio solo limpiaba sus lágrimas.

–No, solo soy una rata callejera, no tengo edad para trabajar así que no me dan empleo, tampoco tengo a alguien que me cuide así que robo para sobrevivir-respondió el chico mientras le daba a la mujer una mirada triste.

–Lo lamentó tanto pequeño...aunque yo puedo darte un hogar-dijo la mujer haciendo que al menor le brillaran los ojos.

–¿¡De verdad?!-preguntó entusiasmado el niño.

–De verdad, mira mi esposo y yo tenemos un circo muy cerca de aquí, puedes vivir con nosotros lo tendrás todo, un hogar, cariño y comprensión, no habrá más necesidad de robar comida en el bazar y cuando crezcas puedes trabajar ahí con nosotros-dijo la mujer mientras veía como al chico se le cristalizaban los ojos para después abrazar a la mayor diciendo.

–Gracias, gracias de verdad no tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy, prometo hacer caso en todo y no hacer travesuras-dijo el chico mientras sentía como la mayor correspondía el abrazo y le decía.

–No tienes nada que agradecer cariño te prometo que serás muy feliz-le dijo la mujer mientras se separaba del abrazo y tomaba de la mano al niño para caminar rumbo al circo.


La peor decisión de mi vida.



Continuará...

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