Prólogo.

7.4K 414 20
                                    



Era el viernes negro. Siempre después de día de acción de gracias, a mis padres adoptivos les gustaba ir a comprar las ofertas que había por casi todas las tiendas de Manhattan. Claro, ganaban buen dinero y compraban lo que quisieran. En ese día, estaba harto de perseguirlos y cuidar a mi hermana menor Miranda. Teniendo trece años ya todo eso se me hacia aburrido. Las personas caminaban de ahí a allá, como hormigas buscando alimento en el invierno. Los malditos centros comerciales era un infierno.

—Esperen aqui, iré a comprarle algo a su padre—nos indicó Evangeline, dejandonos en una banca frente a la tienda.

—Yo quiero ir contigo, mami—replicó Miranda.

—Esta bien—le sonrió de forma cariñosa—. Matthew, tú trata de distraer a tu padre.

"Él no es mi padre", refunfuñe en mi mente sintiéndome mal. Cada vez que recordaba que yo solo era un niño adoptado, me sentía apartado de ellos; sentía que ellos solo me tenían un poco de lastima. Ya no estaba tan pequeño para ponerme a lloriquear como solía hacerlo antes.

Evangeline y Miranda entraron a la tienda de relojes y joyería fina, mientras que Daniel seguía adentrado en una tienda de trajes caros. Y yo esperaba ahí, sentado en la banca publica con un montón de bolsas de compras a mis pies. Aunque estuviéramos dentro de un centro comercial, la temperatura comenzó a descender. Menos mal llevaba guantes y una bufanda, o si no, ya habría estado muerto por una pulmonía. Las personas no se detenían de caminar, era un río de gente compradora compulsiva por las ofertas. Miraba con atencion a cada uno; muchos lucían estresados, otros, totalmente serenos.

—Quédate aquí, hija—llegó una señora con su hija pequeña.

La niña se sentó a mi lado. Su madre le coloco su bufanda y entro a la misma tienda que Evangeline. La niña temblaba de frío, solo llevaba un sueter de tela bastante desgastada y esa bufanda que le dió su madre. No llevaba guantes. Sus pequeñas manos estaban palidas y ella misma trataba de calentarlas. Cuando sintió que la miraba fijamente, alzó la mirada viendome con temor. Sus grandes ojos azules eran tímidos. Sus mejillas se sonrojaron y de inmediato desvió la mirada. Sonreí para mis adentros. Esa niña debió tener la misma edad que Miranda.

El tiempo pasaba y más personas se veian transitar por la acera. No sé cuanto tiempo pasó, pero nuestras madres estaban exagerando en las compras. Cuando volví a ver a esa niña me concentre en su cabello; era rizado, de color castaño un poco oscuro pero el final de cada mechón se volvian de color dorado.

—Oye, ¿tienes mucho frío?—le hable con tal de desaburrirme.

—Si...

Su voz era dulce.

— ¿Por qué solo llevas ese sueter? Podrías morir de frío.

No me contestó. A simple vista se notó como se ruborizo más.

Miré mis guantes. Ella no decia nada al estar sufriendo con el frío, asi que decidi darselos.

—Toma—se los tendí para que los tomara.

Ella abrió ligeramente los ojos y me miró confundida.

—No mueras de frío—murmure.

Unos momentos, ella dudó en tomarlos.

—No te preocupes, puedo conseguir otros.

Sonrió ligeramente y timidamente los tomó.

—Gracias.

—De nada.

Se los puso de inmediato. Aunque fueran unos guantes de los Power Rangers no hizo mal gesto o los rechazó. Fue una niña humilde. Cuando menos me lo esperé, ella sacó una gran barra de chocolate Hershey's.

—Toma este chocolate—me dijo timidamente.

— ¿Estás segura?—pregunte sintiendome un poco incomodo.

—Si.

Ambos nos sonreímos. Era la primera vez que conocía a una niña con esa forma de ser. Muy agradable.

Dos minutos más tarde, su madre llegó de nuevo. Al ver que ahora llevaba unos guantes, me miró de forma cariñosa.

—Gracias, pequeño—tomó de mi mano.

La pequeña niña se levanto y siguiendo a su madre, se alejaron por el gran paso de personas. Antes de que se me perdieran de vista, la niña se giro a verme y con un movimiento de mano, se despidió de mi.

Esa niña me hizo sentir seguro.

Mi lado Oscuro (Pausada)Tempat di mana cerita hidup. Terokai sekarang