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Apagar el despertador, preparar un café, cambiarse la pijama y salir de su casa. Esa había sido su rutina todos los días de su universidad, monótona, aburrida y sin color.

Recordaba perfectamente el día en el que conoció el refugio. Estaba frustrado por sacar malas notas, había reprobado un examen y estaba al borde del llanto. Se sentó en la acera a calmarse, su vista estaba borrosa así que se sobresalto cuando algo se froto contra su pierna.

Un gatito. No supo reaccionar, hasta que lo escucho ronronear, sonrió con cariño. Luego de unos minutos de observarlo lo levanto, mirando alrededor, estaba demasiado limpio como para estar abandonado.

Y ahí vio el refugio frente a el, cruzando la calle. Ese día su vida cambio totalmente.

Ese día se dió cuenta de que dejar entrar a tu vida a gente o empezar con pasatiempos era algo increíble.

Pero cuando un amigo suyo se enteró, se burló descaradamente. Se sintió tan traicionado.

Contarle su nueva fascinación había sido motivo de burla para su supuesto amigo. No quería confiar en nadie más así.

Dolido, solo y abandonado.

Así terminó luego de comentar su gusto por los gatos, el problema fue que no iba a renunciar a eso por las burlas.

Eso sí, se juro a el mismo jamás contarle a nadie más.








Detras De La Vitrina / ErrorInk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora