Era un martes por la mañana. Es sol se asomaba entre los jirones de algodón que eran las nubes. Caden se frotó los ojos y mientras lo hacía, escuchó a su madre desde el piso de abajo.
-¡Caden, despiértate, hoy es el gran día!
Se sobresaltó y se puso muy rápido la ropa que había dejado el día anterior preparada sobre la silla. ¡No se lo podía creer! Por fin era el gran día. Bajó las escaleras corriendo y agarró unas galletas de chocolate de la encimera.
Sabía sin haberlo visto que su madre estaba desayunando junto a la televisión; el sonido de la voz presentador se colaba por el hueco de la puerta. Su mascota, una perra muy bonita con el pelaje blanco salpicado de manchas oscuras, se frotó contra su pierna.
-Lo siento, bonita -dijo, acariciando su barriga-, pero no puedes venir conmigo. Quédate en casa y sé una buena chica, ¿sí?
El pitido del coche de su padre lo sobresaltó. Su madre se aproximó a él y le dijo que se apresurara con los papeles.
-¿Lo tienes todo preparado, cariño?
-Claro, mamá, lo he revisado ya tres veces -contestó.
-¿Curriculum, DNI...?
-Sí, sí, lo tengo todo.
El padre de Caden volvió a pitar. Él agarraró el maletín y se subió al coche. El viaje se le hizo muy corto, estaba tan nervioso... Se secó las manos en la camiseta y salió del coche. Con el maletín en mano, se dirigió rápidamente al gran edicifio que se erguía majestuosamente ante él.
Pasó entre las puertas giratorias y miró atentamente el interior. Era una recepción muy elegante de colores cálidos. Se acercó a la recepcionista que se encontraba justo al frente de la entrada. La chica vestía con un uniforme negro muy simple, como si no tuviera que destacar. Le enseñó su tarjeta y ella le indicó que se dirigiera la piso tres, sala 121.
Caden agradeció con un simple gesto y buscó en la habitación el ascensor. Agarró con fuerza el maletín y pulsó el botón de apertura. Dentro del ascensor, marcó el piso tres y mientras se cerraban las puertas tuvo un escalofrío.
El silencio era total en el pasillo. Mientras andaba oía sus propios pasos. Miró la etiqueta al lado de la puerta y vio el número 121. Caden sintió que se le caía el mundo encima y, aún así, golpeó levemente tres veces.
En ese momento, una voz grave y seductora dijo haciendo que todo su cuerpo temblase:
—Pase.
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Stalk me daddy (+18 YAOI HARD LEMON SMUT)
Random-¡¿Q-qué vas a hacer con eso?! Landon esbozó una media sonrisa, acariciando una fusta de cuero negro. -Solo cierra tu linda boquita, ya la usarás más tarde para otras cosas...
