1.- El Silbido

215 29 75
                                    

Es irónico que el humano sea el único ser con la capacidad de razonar entre  el bien y el mal y aún así sea el que mayor daño causa al planeta, inclusive a los de su propia especie.
No somos más que pequeños insectos para todo aquello que reside en las partes mas inexploradas de este enorme valle oscuro al que llamamos mundo, no obstante, seguiremos pensando que somos dueños de todo a pesar de nosotros no ser nada.
He pasado lustros pensando en los actos que me trajeron hasta el día de hoy en el que estoy escribiendo este manuscrito, y he llegado a la conclusión de que merezco todo lo que me está pasando. Dejo estas letras como evidencia de lo desconocido.

Los hechos ocurrieron hace algunos años, yo era un peón en una guerra que no tenía fin por más sangre que se derramara, y yo seguía las  órdenes de mis superiores sin objeción alguna. Pretendía ser el soldado modelo del que todos estarían orgullosos sin importar las atrocidades que tuviera que cometer. No por nada había conseguido un puesto alto entre los demás reclutas, hacíamos toda clase de cosas inhumanas a los prisioneros de guerra, los torturabamos con nuestras navajas de afeitar, los usábamos como sacos de box y apagabamos nuestro cigarrillos es sus cuerpos mientras bebíamos whiskey y reíamos hasta quedar ebrios. Algunas veces aquellas pobres almas al no soportar el dolor suplicaban que los asesinaramos. Al final estás personas igual serían enviadas a lugares donde probablemente morirían de inanición así que pensaba que era mejor terminar con su sufrimiento de una vez. En ese momento yo era solo un idiota que se reía del dolor humano como si fuera de otra especie...

Un día recibimos la orden de avanzar hacía el norte, enviandonos a una operación en una de las partes más remotas de Rusia, las fuerzas enemigas trataban de defender el país a toda costa mientras nuestra armada invadía las regiones más vulnerables para ganar territorio y asi ganar este conflicto bélico.
Nuestro trabajo era simple, invadir una aldea para tomar rehenes y así poder ganar más y más territorio, teníamos autorización de eliminar a todo aquel que se resistiera. Eramos alrededor de 40 reclutas al comando del soldado más veterano entre nosotros, el sargento Schulz. Yo estaba asignado a una de las cuatro unidades junto con otras nueve personas, hombres que estaban dispuestos a morir por nuestro país o al menos eso creíamos en aquel momento.

El asalto ocurrió a media noche, cada unidad se encargo de someter a ciertas partes de la aldea,  irrumpimos en las casas y disparamos  al aire haciendo un escándalo que podría haberse escuchado a kilometros de distancia, toda la aldea despertó de manera estrepitosa y con un profundo horror. Muchos hombres intentaron resistirse a ser sometidos y tuvimos que eliminarlos, incendiamos casas enteras mientras sus habitantes lloraban por la perdida de sus bienes, eran alrededor de 57 personas, la mayoría mujeres y niños.

Después de colocar a los prisioneros en un punto y saquear las casas que quedaban el sargento informo a los superiores que la misión había sido exitosa, estábamos a punto de retirarnos del lugar para llevar a los rehenes a la base, sin embargo, en ese momento desde la profundidad del bosque se escuchó un sonido agudo, muy tenue pero que todos logramos percibir, parecía ser un silbido, los rostros de los prisioneros se tornaron pálidos y se llenaron de horror. En aquel momento pensamos que se trataban de habitantes de otra aldea cercana que al escuchar el ruido que provocamos habían decidido investigar. Los rehenes cada vez se mostraban más nerviosos e inquietos, nosotros estábamos preparados para eliminar a cualquier civil que se mostrará hostil y capturar al resto.

El sargento envío a dos unidades a investigar mientras nosotros cuidabamos de los prisioneros, uno de ellos quiso aprovechar la confusión para escapar y corrió hacia la oscuridad del bosque, pero el sargento levanto su rifle y disparo a su pierna, el hombre cayó pero seguía arrastrándose y gritando, como si tratara de escapar con todas sus fuerzas de ahí, el sargento lo levanto y cubriendo su boca lo asfixió hasta hacer que se desmayara para que no hiciera más ruido. En la profundidad del bosque seguía escuchandose aquel silbido cada vez más cerca, las dos unidades enviadas habían partido y no se escuchaban disparos que indicaran el encuentro con aquellas personas desconocidas.

DésespoirWhere stories live. Discover now