Capitulo III

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Yoongi se despertó a las 7 de la mañana sin ayuda de la alarma. Era la primera vez en toda su vida que se despertaba tan temprano y con una sonrisa en el rostro.

Caminó hacia el baño sintiendo que sus pies nunca tocaron el suelo, se miró al espejo por un segundo y se posicionó frente al inodoro. Mientras hacia sus necesidades fisiológicas, su mente estaba totalmente en blanco y sus ojos estaban ligeramente abiertos pero sin estar forzados. Terminó sus asuntos con el inodoro y se dirigió al espejo nuevamente. Su vista se paseaba de manera suave por su rostro reflejado frente a él, sin dolor de cabeza y sin encontrar imperfecciones invisibles.

Abrió los ojos gigantes al darse cuenta de lo que ocurría, estaba de buen humor ese día. Yoongi sintió un cosquilleo en el estomago seguido de la sonrisa creciendo en su rostro, era el día perfecto.

Hoy es el día indicado, pensó Yoongi.

El pelinegro corrió hasta llegar a su armario y comenzó a buscar sus mejores ropas. Los pantalones negros y playeras sin agujeros solo pueden usarse en ocasiones especiales, tal como ese día lo era.

Después de arreglarse, tomó su celular y le envío un mensaje a su mejor amigo.

"Nam, hoy lo haré deseame suerte"

No esperó respuesta pues al ser tan temprano en sábado dudaba que su amigo este despierto aún.

*+*+*

Yoongi se encontraba tirado en el piso de la sala con una enorme sonrisa en el rostro y una mamá muy preocupada mirándolo desde el umbral.

No es muy normal que su hijo se despierte temprano, y no tiene nada de malo, pero que se ponga a limpiar la casa e incluso sonría mientras lo hace es preocupante.

—Mami, ¿Necesitas algo de la tienda?— dijo Yoongi desde el piso.

—No... Bueno si, pero aún no abre la tienda Yoongi...— contestó su mamá acercándose lentamente a su hijo.

—Puedo esperar a que abran, dime qué comprar— se levantó quedando sentado en el piso mirando a su madre hacia arriba.

—Bien... Trae unas papas y leche- dijo la doña mirando detenidamente a su hijo —ah, y un kilo de tortillas.

El escuchar eso solo hizo que el pálido sonriera a lo Guasón y su madre brincara de la impresión topando se con el sillón y cayendo sobre este.

El pelinegro, ignorando la situación de su madre, tomó el dinero y se encaminó a su primera parada, la tortillería.

Cómo recordarán, la tortillería abre a las ocho de la mañana, sí incluso en fin de semana. El único día que abren tarde es el domingo porque se van a la iglesia. Ese pensamiento domina la mente de Yoongi por todo el camino hasta llegar ahí, el bello chico de la tortillería rezando, cantando, o lo que sea que hagan en una iglesia. Yoongi y su familia no eran muy religiosos así que la verdad solo sabe cómo luce una iglesia por La Rosa de Guadalupe.

Al llegar al local, el pelinegro se acomoda un poco el cabello antes de entrar y suspira aún sonriendo. Era el día en que sabrá por fin el nombre del chico que vive en su mente 24/7 desde hace un mes. Nunca se sintió más decidido a encararlo como ahora, su estado de ánimo no puede arruinarle nada. En otra ocasión hubiera sido desastroso, con el genio que se carga y la ansiedad social que suele tener nunca se atrevería a hablarle.

Soltando un último suspiro profundo, Yoongi se adentro a la tortillería. Dando pasos firmes y mirada al frente, se acercó al mostrador con una sonrisa temblorosa. Estaba vacío pero el solo pensar que pronto el hermoso moreno estará frente a él le hizo casi retractarse. Casi porque al instante en que ese pensamiento apareció en su mente, el chico de sonrisa cuadrada llegó. Pero no estaba solo.

—Hola, ¿Que vas a llevar?— dijo un chico rubio detrás del moreno.

—Jimin, así no se dice, vete a esperarme adentro mientras atiendo aquí— dijo el castaño sonriéndole al tal Jimin.

El rubio solo sonrió mostrando los dientes y se retiró, no sin antes darle un abrazo por la espalda al castaño dejando a un Yoongi muy confundido y triste.

—Hola, ¿Medio kilo?— dijo el castaño sonriéndole a Yoongi con complicidad, Yoongi siempre pedía medio kilo.

—Amm, no, uno— dijo el pálido ya desanimado frunciendo el ceño para mantener las gotas salinas dentro de sus ojos.

El chico frente a él se retiró aún sonriendo y Yoongi solo podía pensar en como el destino le estaba jugando chueco. El chico ya tiene novio y él no tiene oportunidad contra esa sonrisa con mejillas regordetas y ese cabello rubio. No, Yoongi definitivamente no creía tener el valor de si quiera preguntar su nombre y quedar como un buscón mientras el rubio esta esperando al castaño.

—Aqui tienes— el castaño le entregó las tortillas y tomó sorprendido el dinero que Yoongi le puso en el mostrador —Espero tengas bonito día.— fue lo último que Yoongi alcanzo a escuchar antes de salir casi corriendo del lugar.

Camino a la tienda, Yoongi no pudo dejar de pensar en esos dos, en lo felices y cómodos que lucían juntos. Estaba seguro que fue una señal del destino advirtiéndole que el castaño no es para él.


*+*+*+*

Al llegar a su casa...

—Oh hijo, llegas...¿Que demonios es esto Yoongi?— pregunto su madre tomando la bolsa de la tienda.

—Lo que me pediste— contestó el pálido en forma de gruñido.

—Te pedí papas, no camote— dijo mirando a su hijo y al camote en su mano.

—Pues no había y te aguantas.

Ese día Yoongi terminó con el corazón y la nariz rotos.

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¡Gracias por leer!

Las tortillas©«TaeGi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora