13. Ego

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-Mimi... Lo siento amor... lo siento de verdad... no pensaba que te fuera a sentar tan mal que usase el consolador para bajarme el calentón...- trató de disculparse

Ahí fue cuando sentí mi alma romperse en mil pedazos. Al fin y al cabo la estúpida pelea había empezado ahí... y se estaba disculpando por esa tontería...

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin permiso como si de una cascada se tratase

-Amor...- estiró una mano para limpiar mis mejillas pero me aparté antes de que lo lograse, su rostro herido y confuso fue el detonante

-Me he acostado con otra- sollocé





Su cara en aquel momento era completamente indescifrable y quizá por eso, agudicé el llanto. O quizá porque sabía que se estaba rompiendo por dentro... El caso es que me convertí en un mar de lágrimas tras soltar las palabras más dolorosas de mi vida

Hubo un momento de silencio en el que mi corazón latía desbocado esperando una reacción clara.

-¿Qué?- Un hilo de voz salió de los labios más bonitos de este mundo. No me sentí con fuerzas como para volver a repetírselo en la cara a la mujer de mi vida, por lo que opté por no decir nada –Mimi...- susurró tratando de hacerme hablar

-Lo siento- sollocé entre lágrimas

-Ni te atrevas...- murmuró –Me has tenido toda la puta noche en vela, preocupada y sintiéndome culpable... me has hecho pasar la peor noche de mi vida... No te atrevas ahora a decirme que lo sientes...- trató de que no se le quebrase la voz al hablar –Habla Mimi, ¡dime algo! Explícame- exigió

Mi mirada estaba clavada en el suelo mientras trataba de recoger los pedazos de mi alma y recomponerme para poder hablar, pero podía sentir la mirada dolida de la morena traspasarme, resquebrajando aún más mi pecho.

-Yo...- Titubeé. Me sentía incapaz de continuar, y menos sabiendo que las lágrimas comenzaban a rodar por las mejillas de Ana. Nada de lo que pudiera salir de mi boca me excusaría.

-¿Con quién?- masculló entre dientes, negué con la cabeza, no iba a decirle eso –Merezco saberlo, Miriam- Se me tensó el cuerpo. Que Ana me llamase por mi nombre de aquella manera tan pausada, no era buena señal, ¿Pero que esperaba? Nadie está feliz al enterarse de que le han engañado

-No la conoces- Trate de disuadirla, en vano, claramente.

-Solo dime quién...- insistió conteniendo su rabia. No sabría muy bien decir si era aquella la principal emoción que transmitían sus palabras, o era pura decepcion –Estaba en la fiesta... ¿Verdad?-

-Sí...- murmuré entre dientes, quería que aquella situación terminase de una vez, pero sabía que nos quedaba un largo rato –Se llama Patricia...- me rendí, tarde o temprano lo terminaría sabiendo ¿no?

-Tu ex...- comentó tras unos segundos en pleno silencio, como si los hubiese necesitado para atar cabos antes de afirmarlo –Si es que me lo tenía que haber imaginado- habló esta vez entre lagrimas

-Ana...- intenté acercarme a ella por primera vez, levantando la vista del suelo para ver cómo se alejaba de nuevo, evitándome

-No... ni se te ocurra- pidió retrocediendo sobre sus pasos –Esque ni se te ocurra, vaya- repitió solemne, con rabia -No me vuelvas a tocar- espetó con una mezcla de rabia, dolor y desprecio, que terminó por destrozarme.

¿Sabéis cómo se siente un puñal clavado en el pecho? Yo tras escuchar sus palabras sí

-Ana... por favor- rogué mientras ella negaba con  la cabeza –Si me dejas me muero...- sollocé con la voz quebrada y una congoja en el pecho que comenzaba a dificultarme la respiración.

El perfume ~una estúpida historia de amor~ {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora