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      El jueves por la tarde, Rachel finalmente recibió un mensaje de Vynx. Se encontrarían en el Pink Palace para entregarle la primera traducción de los diarios. Podría, simplemente, haberle enviado un e-mail, pero al parecer le gustaba generar una atmósfera de misterio, o quizá solo quería molestarla un poco. Subió las escaleras de madera que crujían bajo sus pies y luego golpeó.
—¡Soy Rachel! —gritó anticipándose.
—¿Cuál es la contraseña? —interrogó Vynx desde adentro.
—¿Para qué necesitas una si ya sabes que soy yo? —preguntó revoleando los ojos—. Además, nunca me han dicho cuál es.
La puerta se abrió de golpe.
—Tenemos que arreglar eso —observó la pelirroja.
En ese momento, Lonnie apareció entre los árboles, Rachel le había mandado un mensaje antes de salir.
—¡¿Le has dicho?! —le reprochó Vynx.
La recién llegada se reunió con ellas en las escaleras.
—Lo lamento, me ha seguido hasta aquí —se apresuró a decir Lonnie—. Es como un cachorro.
Comprendió que se refería a Ava, quien agitaba los brazos saludando unos metros más atrás.

...

La tetera comenzó a silbar. Sirvieron té y se reunieron alrededor del kotatsu.
—¡Esto es tan emocionante! —exclamó Ava.
Traía unos pantalones de jean con parches de nubes y una remera corta con los colores del arcoíris.
—Bueno, al parecer todas están al tanto, ¿verdad? —inquirió Vynx con el mentón levantado, algo que hacía a menudo cuando hablaba.
Rachel miró a Ava interrogativamente.
—No fue mi intención escuchar lo que hablaban con Agatha... —se disculpó con una sonrisa.
—Mentirosa —murmuró Lonnie, haciendo que ella le pegara un codazo.
Rachel apremió con la mirada a Vynx, quien bebía tranquilamente de su taza de té.
—¿Y bien?
—Pensé que primero tomaríamos el té, pero de acuerdo —contestó ella como si nada.
Se tomó su tiempo mientras buscaba algo en su mochila.
—¡Lo juro por dios! A veces creo que lo hace apropósito... —exclamó irritada Lonnie.
La muchacha colorada entregó el primer cuaderno a Rachel junto con una carpeta que contenía la traducción.
—De acuerdo, el primer diario pertenece a Agatha Boucher cuando tenía diez años —comenzó a relatar—. Lo he dividido en dos secciones para organizarlo mejor. En la primera, escribe con una muy mala gramática y una terrible redacción acerca de quién es ella y quiénes son los integrantes de su familia. Haré un pequeño resumen, ya que no parece demasiado importante. Mientras Rachel husmeaba el contenido de la carpeta, Ava y Lonnie se apiñaron sobre ella para ver mejor.
—Agatha vivía con sus padres, Henri Rodolphe Boucher y Clémence Lavoie, y con su hermana gemela, Leda —informó Vynx—. Su padre poseía un barco y su madre las educaba en casa.
Les entregó una fotografía en blanco y negro que Rachel no había visto antes.
—Ellos son sus padres —señaló—. Encontré la fotografía dentro de uno de los diarios, junto con algo sumamente interesante que luego les mostraré.
En la imagen se veía una mujer de cabello oscuro y alborotado que las miraba sonriente, llevaba una camisa y una larga pollera. Sobre su hombro se encontraba la mano de su esposo, quien estaba parado luciendo un traje negro. Era un hombre alto y delgado, con un bigote espeso y de ojos amables.
—Parecen buenas personas —indicó Ava mientras daba vuelta la fotografía.
En el dorso, estaban escritos los nombres de ambos y el año en que había sido tomada: 1944.
—No es hasta la segunda sección del diario de Agatha que sucede algo extraño —continuó Vynx—. Al parecer, Clémence Lavoie era una especie de curandera a quien la gente solía pedirle ayuda. Un día antes de que su esposo se embarcara, tuvo una pesadilla y trató de convencerlo de que se quedara, pero él no le hizo caso.
Le señaló a Rachel que leyera el párrafo resaltado con naranja.

Mamá lloraba y le pedía a papá que se quedara con ella porque otra vez había tenido uno de esos sueños. Antes de irse le entregó a papá su collar de la suerte, ese que siempre me ha gustado y tiene una Luna llena.

El Lobo está viniendoWhere stories live. Discover now