Capítulo 08

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Todos nos han enseñado que la noche es oscuridad y el día es claridad, pero ¿y si la noche es el momento donde la claridad abunda en mí? Donde cada uno de mis temores salen a la luz y entablamos una discusión para tratar de arreglar las cosas o al menos de sobrellevarnos, donde mi espíritu y mi ser se alimentan de mi energía y florecen partes de mí, donde los latidos de mi corazón se unen a la par de la sintonía del silencio del mundo y arman una hermosa armonía, donde cada una de mis respiraciones bailan al son de ella y su tranquilidad es tan encantadora que va abrigando mi alma.

Eso, exactamente eso es lo que tanto ansiaba compartir Aina, nada más grandioso como esos instantes que se transforman logrando que el tiempo se vuelva eternamente efímero.

El día de trabajo ya se había acabado, en la biblioteca no quedaban más personas a excepción de Aina quien iba pasando de pasillos en pasillos. Amaba este lugar, el aroma de libros inundado de ricas fragancias de los dulces que dejaba la cafetería, el aire tan ligero que bailaba suavemente a su alrededor y el silencio que logra hipnotizar a cualquier ser que se atreviera a pasar por sus alrededores. Eran sensaciones tan sencillas, sensaciones que logran pasar desapercibidos para cualquier otra persona, menos para Aina.

Al ya tener el cuerpo en calma, decidió darle permiso a sus pensamientos de aparecer y así buscar alguna forma de poner un orden a todo lo que estaba sucediendo. Debía hacer una lista de prioridades, sin embargo, sus pensamientos dejaron todo afuera a excepción de la misteriosa y tan embriagadora carpeta.

Debía señalar cada cosa que encontrase y que pudiese darle un mínimo rastro de la persona que ha escrito cada una de esas preciosas letras y que tan de repente ella ha conseguido y esta noche, sea como sea ella algo iba a hallar. O al menos eso esperaba, en serio lo esperaba.

Aina se encontraba caminando con los ojos cerrados por todo el espacio, sabía exactamente dónde se hallaba ubicado cada cosa; mientras lo hacía, iba inhalando el olor del lugar, extrañaría tanto irse de aquí, esta era su casa, este era su segundo hogar. De esa manera se guio a su escritorio, sin prisa, pero con emoción, abrió los ojos, buscó entre los cajones y tomó entre sus manos la preciosa carpeta que tanto había deseado tocar en el día, la energía que aparecía cada vez que hacía ese acto se manifestó e inundó el lugar, colmándolo de paz, lo llevó a su rostro e inspiró su característico aroma, era fascinante, era como una droga y en cada momento que pasaba quería más y más y más.

Rozaba sus dedos entre cada letra que iba pasando, le gustaba esa sensación. Mientras lo hacía sus labios de forma inconsciente se movían, tan ágil, tan mágica, tan encantadora, llevando tras de sí canciones llamadas poesía.

Llegó a la hoja que había leído hace unos días atrás, bajó a la última línea y lo repitió una vez más para así pasar a la siguiente página y seguir impregnándose de su suave melodía.

Donde demuestras que ya no eres esa chica que todos creían y que sobre todo tú creías vulnerable.

Cada una de esas palabras retumbaron dentro de ella sin cesar, sus recuerdos comenzaron a navegar en lugares profundos y abandonados, sin embargo, de inmediato cambió de posición dentro de su cabeza y navegó a la superficie, llevándola a pasar de página y comenzar a llenarse de la exquisita fragancia que leería a continuación.

Preciosa chica

Tú,

Preciosa chica,

Guerrera por naturaleza,

Valiente y encantadora como ninguna,

Ojos hermosos y saltones,

Sonrisa brillante y fugaz,

Escondida detrás de hermosos versos,

Ocultando grandes secretos,

Guardando inmensas capas de misterio,

Lágrimas a medianoche,

Sonrisas a primera hora del día,

Sueños memorables,

Anhelos del corazón

Entrega total,

Luz en toda oscuridad,

Princesa inigualable,

Ganadora de batallas interminables.

Al terminar de leer la última palabra había algo en el aire que le hacía sentir, sentir muchas cosas, cosas que no sabía explicar, al menos no con palabras. Suspiró y una lágrima se escapó de ella, pero rápidamente lo limpió, la energía era abundante, tanto así que pensó que en algún momento lo podría tocar, sin embargo, eso no sucedió, a su vez, Aina abrió la carpeta en donde dibujaba y antes de comenzar a enmarcar las palabras llenas de vida que había leído hace unos momentos, tomó entre sus manos el dibujo anterior y lo detalló.

Era hermoso, había tanta vida, el ejemplo de la vulnerabilidad contrastando con la fortaleza, pensó en el escrito anterior y en el que acababa de leer y el cambio, la sintonía y la similitud que se encontraba entre ambos escritos era mágico. Siendo diferentes lograban unirse y encajar para terminar siendo uno. Porque no importaba cuantas palabras lograra utilizar, ni siquiera si las componía por todos los sinónimos posibles, cuando algo debía ser, simplemente lo sería, y esto, en este momento, tiene que ser.

Tomó sus materiales y comenzó a llenar el vacío lienzo blanco en colores, por cada color que usaba los sentimientos de las palabras se hacían más reales. Se imaginó que vivía dentro de esa carpeta, llena de esperanza, llena de luz, llena de vida. Estaba completamente absorta, parecía no darse cuenta de la forma que bailaba la noche, no obstante, no le importó, sencillamente esta noche era suya y lo bailaría como mejor sabe hacerlo ella.

Se aisló tanto del mundo que se olvidó por completo de Lucas, el chico que había irrumpido de una manera interesante su tarde, de la misma forma se olvidó de sus sueños, de sus extraños sueños que vivían atormentándola, en estos momentos se encontraba en calma, se hallaba en paz y era feliz. Pasaron dos horas cuando finalmente logró terminarlo, lo levantó y lo examinó con paciencia, luego alzó el anterior y los detalló con una enorme sonrisa en su rostro.

Mala idea haber terminado. De inmediato los pensamientos comenzaron a bombardearla, uno tras otro. Aina acomodó entre sus manos los tres escritos ya leídos para poder visualizarlos mejor y tratar de encontrar algo. Tomó un hoja en blanco que tenía entre sus cosas, un bolígrafo negro y comenzó a anotar lo poco que logró extraer y que de alguna manera era posible que le sirviera de algo. Al menos eso quería hacerse creer.

Pistas de un escritor perdido (o escritora)

Letra profunda, cursiva y delicada.

Envuelto en romance, sueños, anhelos, fuerza, soledad y pasión.

...

Diez, quince, veinte minutos pensando y buscando para terminar igual, no sabía nada más, no conocía nada más y lo peor era que no tenía ni idea de como encontrar aunque sea algún pequeño indicio. Estaba resignada, frustrada, hasta un poco cansada, nadie puede desaparecer así de la tierra, Dios, nadie puede evaporarse como si fuera agua hirviendo por horas en una cocina.

Se pasó las manos por el rostro tantas veces que ya se estaba poniendo rojo o tal vez sea por la temperatura del ambiente, no lo sabía, pero sí sabía una cosa y era que en realidad ya no sabía nada.

Noches Efímeras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora