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Él estaba de espaldas cuando Yoongi entro en la cámara. Aún así, lo reconoció. El reconocimiento le oprimió los testículos, apretándolos con fuerza.

El luchador estaba de pie encuadrado por la amplia ventana. La luz del sol, hizo que su musculatura, esculpida con esfuerzo, resaltase. El rebelde pelo color azabache. La túnica, toscamente bordada, dejaba a sus musculosos brazos desnudos. Su piel, oscurecida por el sol, tenía blancas manchas de cicatrices producidas por los combates.

Este era, Jeon JeongGuk, el guerrero. El poderoso JeongGuk.

Yoongi tenía que su conmoción y su lujuria fueran evidentes para todos los asistentes. No se atrevía a encontrarse con la mirada de nadie.

Había estado enamorado de JeongGuk desde el momento en que el guerrero piso por primera vez la arena y mato a los dos hombres que estaban destinados a ser sus ejecutores.

JeongGuk era el hombre más hermoso que Yoongi hubiera visto en su vida, no es que la vida de el fuera un tiempo excesivamente largo. Yoongi, el mandatario de la provincia de Tarraco, solo había visto veintiocho veranos.

No están seguro de lo que había esperado encontrarse, aquí en si cámara de recepción, pero no era a Jeon.

El guerrero no se volvió para mirarlo. Tal vez el gran número de asistentes y la grandeza de la sala le dijo que, alguien de gran importancia se encontraba tras él, y no era del tipo de persona que se deslizaría cobardemente por la espalda, un cuchillo entre las costillas a nadie.

Si no por defensa, el salvaje, al menos si debería haberse vuelto por respeto a su superior.

Eligió no hacerlo.

JeongGuk parecía estar viendo a Yoongi sin mirarlo.

Debido a que el feroz todavía no se había girando hacia Yoongi, no podía ser acusado de falta de respeto. Pero sabía que estaba ahí. El soberanos no trabajo que el gladiador, sabía exactamente a quién tenía detrás.

Era una falta de respeto.

Y Yoongi no podía llamar al salvaje sin perder autoridad. El mandatario podía ordenar.

—Guerrero, de frente ante tu señor.

JeongGuk se volvió. Sus musculosos fluyeron bajo su piel como meciéndose. Yoongi siento una sacudida interior. De cerca, el luchador era, aún mas magnífico. El mandatario nunca había visto su recio semblante tan de cerca. La irregular curva de sus cejas, sus ojos de un increíble color del cielo del desierto. Las cicatrices de los cortes de la espalda, en una ceja, en un lado de la nariz y en la zona del mentón.

Yoongi olvidó por un momento porque estaba allí.

Ese hombre era el centro de todos sus sueños húmedos. ¿Cuántas veces había llevado su mano hacia sí mismo y susurrado el nombre del salvaje en la noche? De repente JeongGuk estaba ahí, gloriosamente, en carne y hueso. Yoongi se sentía como si hubiera sido sorprendido en el acto del mismo. No estaba preparado para este encuentro.

El guerrero era de la raza del desierto. Así de cerca, el salvaje olor llegó a Yoongi, exótico, diferente e intensamente masculino. El  siento el color de JeongGuk, atravesar el estrecho espacio entre ellos.

Yoongi se tragó un juramento. Estaba tratando de mantener su dignidad imperial, mientras que su polla estaba a punto de levantar, de sus rodillas, el borde de su túnica carmesí.

Paseó un poco, con pasos enérgicos y agitados, hacía la izquierda y de regreso, su erección se situó más arriba, dónde podrá ser camuflada bajo uno de los muchos, y verticales pliegues de la rica tela , en lugar de empujar hacia fuera y apuntando como una lanza a un condenado.

oh dear warrior ; kookgi +18Where stories live. Discover now