La madriguera

25 2 0
                                    

El sol iluminaba mi cara por la ventana de la habitación, una triste mañana, aunque desde que murió la mujer a la que más quería todos los días eran tristes. Me dirijo hacia el baño para ducharme, me quito la ropa y me meto en la ducha, abro el grifo y me meto debajo, me relaja sentir las gotas callendo sobre mi cuerpo, me siento en el suelo y cierro los ojos, me gusta pensar en la ducha, es el único sitio en el que puedo reflexionar y llorar sin que se note.

Pienso en mi madre en lo guapa y feliz que era, pienso en su vestido blanco que siempre llevaba, lo entiendo, la verdad es que le quedaba muy bien, su cara fina, tapada levemente por su pelo castaño levemente alborotado, sus ojos tan bellos y dulces color miel, de repente un pensamiento irrumpe en mi mente una especie de bola de energía gigantesca de un color rojizo suspendida en el aire, noto una presencia conmigo, dentro de mi.

Abro los ojos rápidamente exaltado, termino de ducharme y salgo del baño, voy a mi habitación para vestirme, cojo unos pantalones vaqueros rotos y una sudadera roja, me pongo mis zapatos y me miro al espejo para ver como me queda, pero al verme me fijo en un extraño brillo que provenía de una esquina de la habitación, me acerco hacia la esquina y encuentro un colgante de un zorro con un nota que ponía:

Investiga, aún sigo contigo

Una lágrima recorría mi cara lentamente bajando por mi barbilla hasta caer al suelo, necesitaba respuestas, ¿Está mi madre realmente muerta? ¿Que era ese collar? Y sobretodo ¿Que quería que investigase?

Normalmente no me dejaban salir de casa, no entiendo por qué, pero ese día fue diferente.
-Papá- dije desde el pasillo -¿por que no puedo llevar una vida normal?, quiero salir a la calle, ir al instituto-hasta ahora siempre había tenido clases en casa y normalmente me enseñaba mi madre-hacer amigos-

-mira hijo- dijo con tono serio-tu madre me dijo que no te lo dijera pero creo que ya eres lo suficientemente mayor como para saberlo-se acomodó en su sillón y se giró hacia mi- Antiguamente el mundo se dividía en dos, los invocadores y los corpóreos, así llamamos los invocadores a los humanos que no pueden o aún no han aprendido a activar la parte espiritual de su corazón

Antes vivíamos todos en armonía, hasta que un corpóreo lleno de envidia y de rabia contrató a un grupo de invocadores para acabar con todos y cada uno de los de su especie, a este grupo se le llamó los ángeles de Lucifer, y se dedicaban a ir casa por casa para exterminar toda la magia.

Solo unos cuantos consiguieron esconderse, los más ágiles y poderosos, tu madre era una de ellos y tu heredaste sus poderes, pero aún no sabemos cual es tu animal espiritual y tampoco sé como ayudarte a descubrirlo-

-¿Hay alguien que pueda ayudarme a descubrirlo?- dije preocupado

-realmente no lo sé, pero según la leyenda sobrevivió un grupo de invocadores, así que probablemente haya más gente como tú por hay- dijo alzando la mirada hacia al frente

-Tengo que buscar a esa gente, seguro que saben como sacar mi espíritu animal y como controlarlo.-dije

-Esta bien...- suspiró -pero tienes que tener mucho cuidado, si alguien descubre que tienes poderes podrían tomarte como arma biológica o simplemente matarte- dijo mirando hacia el suelo con cara triste

-Gracias-le di un abrazo a mi padre y salí corriendo hacia la puerta

Estaba muy nervioso ya que no había salido nunca de mi casa, el máximo contacto que tuve con el exterior fue cuando salía al patio a regar las plantas.

Espíritu Salvaje Where stories live. Discover now