El inicio

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Digamos que la batalla no fue muy justa. Tres monstruos, cuerpo de tigre y cabeza tiburón, aunque dos veces el tamaño de un tigre normal, contra cuatro semidioses y, a sí, un dragón. Yo ya tenía el arco en las manos antes de que el primer monstruo centrara su objetivo en mi. Un tiro limpio entre los ojos y se fue directo al Tártaro. Los demán fueron un poco más más difíciles aunque Gwyllt les roció de fuego y al momento desaparecieron como su compañero.

-Dile a Quirón todo, que no se te olvidé  nada, -digo a Clarisse que va a ir de vuelta al campamento- tranquila porque Gwyllt no te va a hacer nada, y gracias.

-No hay porque darlas, voy para allá y no me cuesta nada decirseló - dice ella, y a Travis se le escapa una risa tonta- ¿Te pasa algo Stoll?

-No, no, solo que no estoy acostumbrado a actos de bondad de tu parte -dice Travis, Clarisse le gruñe y se va con el dragón de camino al campamento- Ha debido de ver que ella solo contra los monstruos le iba a resultar un poco difícil, y está es su forma de agradecérnoslo, nunca te esperes un gracias de su parte.

Cogemos un taxi hacía Nueva York, el cual nos deja justo a la entrada de la biblioteca. Mientras subimos las escaleras de entrada me siento diferente, esta no es mi primera vez en la biblioteca, pero esta vez lo siento diferente. Yo era, y soy, una de esas chicas que les encanta leer, e iba a la biblioteca a por libros cuando me quedaba sin dinero para comprarlos. Siempre me llamó la mitología, la griega más en concreto, y ahora se porque. Allí es a donde nos dirigimos. A la sección de mitología griega.

-¿Estas segura de que es aquí? -dice Jack detrás mio- En fin, si estuviera aquí ¿no habrían mirado ya?

-Segura no estoy del todo, fue un impuso. No se si me entiendes, un palpito. Hermes dijo que la encontraríamos en lo más fácil, ¿no? Ahora toca encontrarlo.

-Hay  muchísimos libros, ¿por dónde empezamos? -dice Travis con los brazos en jarra sobre la cintura.

Y tiene razón. Nos dividimos el trabajo, y empezamos a buscar en diferentes libros. Historia, relatos, mitos y... nada. Solo se escucha el abrir y cerrar de los libros, el pasar de las páginas y de vez en cuando un "¡Aquí, lo encontré!, a no..." de Jack o Travis.  Pero de repente me doy cuenta y cierro bruscamente el libro que tengo en las manos, lo que llama la atención de los chicos.

 -Claro, como no se me ha ocurrido antes, -digo levantándome- ahora vuelvo.

Me acerco al mostrador y pregunto a la señora si le suena la profecía, aunque, claro está, no la digo que es una profecía, si no una cita que necesito encontrar el final para un trabajo de historia. Me dice que estoy buscando en la sección correcta, que la suena de haberla visto en un libro viejo de la balda de arriba del todo. Le doy las gracias y vuelvo con Travis y Jack.

Cojo una escalerilla y subo hasta la balda de arriba. Cojo el libro más viejo que veo y bajo. Me siento en una silla, cojo aire y abro el libro. Jack y Travis miran mis movimientos como si de ellos dependieran nuestras vidas, y de hecho, lo hacen. El libro es pequeño, así que puedo leerlo por encima sin perderme nada. Mis ojos pasan rápido por la líneas, hasta que se detienen en un punto. Levanto la vista despacio y miro a los ojos de Travis y luego a Jack.

-Del cielo ayuda recibiremos con garras y fuego, la madre del fuego y el lobo partirán sin ruego. Juntos todos deberemos luchar contra su juego, el mundo conocido vivirá o perecerá bajo.... las garras del mar aunque juntos permaneceremos -digo con la mirada fija en la última palabra- Ya está, no hay más.

-Las garras del mar aunque juntos permaneceremos, no suena tan mal ¿no?

-Lo del mar ya lo sabíamos, pero eso de juntos permaneceremos no me gusta -dice Jack cruzando el cejo- podría ser para bien o para mal, vamos que morimos todos juntos.

-Tenemos que volver al campamento y decírselo a Quirón, -dice Travis, también poniéndose de pie- ¿Deberíamos llevarnos el libro, hay algo más sobre eso?

-Lo demás no tiene relación con la profecía, pero llevémosle por si acaso.

Travis va a pedir prestado el libro mientras Jack y yo esperamos en la puerta. Hace un día precioso en Nueva York, si me olvido de todo lo demás parece que estoy en una excursión del campamento a la ciudad.

-Esto ha sido bastante fácil, ¿crees que será así todo lo demás?

-No lo creo, ahora toca la peor parte, poder defendernos ante el inminente ataque de algo de lo que no tenemos ni la más remota idea de lo que es -digo encogiendo los hombros.

-No seas tan negativa, te estás olvidando de que estás hablando con un hijo del Dios de la guerra.

Justo cuando vamos a pedir un taxi, vemos algo en el cielo que nos llama la atención. Un caballo alado sobrevuela el cielo de Nueva York, aunque hasta que no se acerca lo suficiente no sabemos que los que van montados son Percy y Annabeth. No hay tiempo de saludos ni abrazos, se bajan rápido del pegaso y nos examinan.

-¿No os ha pasado nada? -dice Percy, él cual está lleno de cortes superficiales y de barro. Miro a Annabeth y ella está igual, es como si hubieran acabado de luchar en ese momento.

-No, ¡pero hemos encontrad...

-Ya nos lo contareis mientras vamos al campamento, tenéis que ver lo que ha pasado mientras estabais fuera.

Percy silva y aparecen dos pegasos más. Travis se monta conmigo y Jack se sube al otro. De camino al campamento nos cuentan lo que ha pasado.

-Todo estaba tranquilo hasta que la arena de la playa empezó a templar, la marea a subir y los árboles del bosque a triscar -dice Percy- Del mar empezaron a salir unas criaturas que ninguno de nosotros habíamos visto en la vida, las combatimos aunque no sin llevarnos nosotros algún golpe.

-Teníais razón con lo del mar, por favor, decidnos que habéis encontrado el final de la profecía -dice Annabeth con súplica en los ojos.

-Si pero, tampoco.... -no me sale nada más al ver el panorama de que dejado la lucha en el campamento. Cuando el pegaso toca con sus pezuñas el suelo pego un salto y me acerco rápidamente para verlo de cerca- ¡Vaya, no nos habíais dicho que todo estaba tan mal! 

Todos bajan rápido de los pegasos y nos quedamos mirando como todo esta lleno de agua y de lodo. A Percy y Annabeth se les quedan los ojos como platos, como si esto les sorprendiera.

-Esto no estaba así cuando nos hemos ido -dice Percy saliendo corriendo- ¡Grover! ¡Will! ¡Nico!

Annabeth sale corriendo detrás de él. Nosotros tres nos miramos y les seguimos para ver si podemos ayudar a alguien. Nos estamos acercando a la casa grande cuando de repente oímos unos ruidos que vienen del bosque, entre ellos un grito humano. Paso la mano por mi anillo y ya tengo el arco en las manos y el carcaj en la espalda. No soy la única que los ha oído, porque Jack y Travis también tienen las espadas fuera. El ruido volvió a sanor, pero esta vez el grito fue solo uno, más alto y más claro que el anterior, y solo me vasta eso para que se me erice el pelo. Miro para todos los lados y salgo corriendo en busca de la persona que ha gritado. Mi padre.

Vida de una semidiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora