Capítulo 17: Todo cambia ll parte 2

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Christopher:

 Sus últimas palabras se clavaron en mi pecho como un cuchillo, retrocedo, el frío recorre mis extremidades, mis piernas flaquean, cierro los ojos, y paso mis manos por mi  cara, tiro de mi pelo y mantengo mis ojos cerrados

 Esto es una pesadilla, es una pesadilla de la cual voy a despertar y voy a ver a Madisson frente mío con su sonrisa que me cautiva y sus ojos, sus hermosos ojos.  Cuando los miro se me hace muy difícil despegarme de ellos, quiero que esté frente mío, no me importa si aparece Madisson la agresiva o Madisson la tierna, en este momento necesito un poco de ambas.

 Obligo a mis parpados a elevarse, la tristeza me inunda cuando veo al doctor que me mira con el ceño fruncido y puedo percibir por sus ojos una pizca de preocupación, miro a mí alrededor, no hay ni un solo rastro de Madisson.  Estoy despierto y estoy viviendo una pesadilla.

─ ¿Señor, usted se encuentra bien?─ me llama el doctor…

 Mis ojos viajan hacia su bata de médico para leer en la plaqueta «Mason»

─Si─ tartamudeo─ ¿Podría verla, doctor Mason?─ pregunto con la respiración pesada.

 Asiente y  entramos al ascensor, presiona el número dos, que si mi memoria no me falla, es el piso de las habitaciones privadas.

─ ¿Está en una habitación privada?

─Si, su madrastra vino un rato antes para pagarle una habitación privada y después se fue─ informa.

 Un nudo crece en mi garganta. No puedo creer lo que hizo, es su hijastra. Madisson en estos momentos necesita cariño maternal, necesita que la cuiden. No puedo creer que su madrastra la desprecie tanto, de repente el odio hacia su madrastra creció en lo más profundo de mí ser.

 ¿Cómo alguien puede despreciar a Madisson? Está bien tiene su carácter y su manera de ser muy complicada, pero si te das el tiempo de estar con ella y escuchar sus problemas, te darás cuenta de la hermosa y bella persona que es y nunca querrás despegarte de ella. Lo rudo y agresivo que hay en ella es como un caparazón y yo estoy decidido a romperlo por completo para poder acercarme más a ella.

 Me guía por un estrecho pasillo, a mis costados, se extienden puertas blancas que se encuentran separadas por unos pocos metros tienen plaquetas incrustadas en sus puertas blancas con distintos números. 201, 203, 205 y nos detenemos frente a la habitación número 210, de repente  Mason abre la puerta y mi instinto es correr hacia ella pero me detiene «sabiendo mis intenciones» colocando una mano sobre mi pecho.

─Hay que ser muy cautelosos, mucho ruido la puede aturdir y generar un horrible dolor de cabeza─ informa y se mueve a un costado, dejándome la entrada despejada.

 Asiento y cruzo el umbral tomando mi tiempo, asimilando lo que está ocurriendo, la puerta se cierra a mi espalda. Ahogo un grito, varios tubos entran y salen de su cuerpo,  sus ojos están cerrados y su cuerpo relajado, como si estuviera en un profundo sueño del cual se le hace muy difícil despertar.  El pitido de la máquina me atormenta, trago fuerte el nudo que se forma en mi garganta.

 Tomo una silla de plástico y me siento al lado de su camilla, su piel está más blanca de lo normal, su rostro es el de un ángel con sus facciones tan delicadas y relajadas, tiene algunos raspones y un corte muy profundo en un costado de su frente, sus labios no tienen el color rosa de siempre. Tomo su mano que descansa al lado de su cuerpo, es liviana como una pluma de sus alas y pego un respingón al sentir el frío chocar contra mi piel. Con mis manos envuelvo la suya y comienzo a frotar para que el calor vuelva a su mano.

─Hola, Mads─ empiezo, se me hace muy difícil contener las lágrimas que se agolpan en mis ojos.

 No soporto verla así, tan vulnerable, tan sumida en sus pensamientos. Quiero que despierte y me abrace.

Corazón de acero © EDITANDOWhere stories live. Discover now