𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 2

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                                ∞
Aleck:
Llegar a casa es como llegar al verdadero infierno, ver a una pareja de animales discutiendo el día entero no es algo que sea de mi debido agrado. Solo, busco tener tranquilidad y es lo que menos encuentro en este lugar, me encierro en mi habitación, el lugar más agradable de toda la casa, sin bestias, sin gritos, sin cotilleos ni mierdas que me atormente y sacan a pasear mi impaciencia.
Entro al baño y abro la ducha, es una sensación tan inexplicable estar solo, sin gentuza a tu lado, daría mi vida por estar siempre solo, esa sensación merece estar catalogada por mí. El agua fría recorre mi cuerpo y mi piel se tensa tanto, estamos en el corazón de diciembre, el mes más frío de España y mi preferido de hecho. Estoy como nuevo, libre de estrés, tomo mi suéter, bufanda y un pantalón y bajo a la cocina, mi estómago está al colapsar.
–Sr. Aleck, le he preparado algo de comer, está justo en la mesa. – Me dice Karina, con la vista hacia sus pies, sabe cómo comportarse, a su hermana la despedí hace tres días por mirarme fijamente a los ojos, quién dice que los criados pueden mirarme como si fuera uno de ellos. Paso de ella y me siento, tomo el café pero el timbre de la puerta principal me saca de mi momento tan… como sea.
– ¡Pedro! – Oigo a la Sra. Pierce llamar desde el salón de estar. El timbre no se detiene, es algún imbécil desesperado, acaso no saben que es hora de descanso en casa de los Pierce, es horripilante sentir eso.
Me levanto de la silla y voy camino a la escalera cuando siento a Pedro decirle al Sr. Pierce que es el Sr. De la Vega. Sigo en mi dirección pero me detiene un golpe que ha dado alguien en una mesa, seguridad entra en la casa como si se tratara de un asesinato, bueno al menos algo de acción, no estaría mal. Ya me gusta este ambiente patético.
–Aleck, cariño, ven– Mierda. Me llama la Sra. Pierce y yo mando a los de seguridad fuera.
–Sr. De la Vega tranquilícese, explíquenos ¿qué sucedió? – Dice Sr. Pierce levantándose de su asiento.
– ¿Dónde cojones está Aleck? –Dice el Sr. De la Vega desesperado. Vaya me busca a mí, que sorpresa!
– Justo aquí. ¿Qué quiere? –Espeto apareciendo en el salón. El Sr. De la Vega me mira como si me odiara, no es extraño, estoy adaptado a eso. Veo como arden sus ojos y se dirigen hacia mí.
– ¿De la Vega, qué sucede con Aleck? – Pregunta la Sra. Pierce.
– ¿Qué cojones te has pensado, qué vas por el mundo como si fueras el puto Rey de España?
–A la verdad… Sí!– Le digo metiendo mis manos en los bolsillos del pantalón y me mira con los ojos más abiertos que hace unos minutos.
–Atropellaste a una cría y la dejaste en frente de todos. – Me dice acercándose a mí.
–Tengo buena memoria – Le suelto de una vez y todos me miran.- No soy médico- Me incorporo, los miro con mi mejor cara de desprecio y me siento, cruzando las piernas.
-Mierda, mierda… ¿Estás loco?- Me pregunta el Sr. Pierce yendo hacia mí. Joder esto es una puta novela, para sentarse a observar… 《solo que, no soporto el drama.》
– ¿Qué está diciendo usted? – Inquiere con curiosidad la Sra. Pierce
–Que… este pedazo de… mierda que han criado, se ha pensado que puede tener todo. Me decepciona saber que ustedes no tienen ningún respeto con él.
–¡Aleck! – Dice con voz de patrón el Sr. Pierce, lo que provoca que mi ceño se frunce en cuestiones de segundos– ¿No tienes nada qué decir?
––Qué buena pregunta- Digo admirando mis blancas y delicadas manos –Pero…No, por más que lo pienso, no.
–Te pones de suerte que no eres mi hijo… crío inmaduro – Se incorpora el Sr. De la Vega.
–También me alegra no serlo– Digo tomando un trago de Wiski que estaba en la mesa – Y… si lo que quiere es que pida disculpas, pierde su tiempo, no va a suceder. – Le digo mis últimas palabras, me paro y me doy la vuelta- Me harté de este drama.
–Te voy a denunciar Aleck.
–Sr. De la Vega, podemos pagar los gastos del hospital, ocuparnos de todo. – Dice el Sr. Pierce.
-No quiero su dinero Sr. Pierce- Dice De la Vega- Traté de advertir, lo siento, pero este idiota va a aprender.
–Sr. De la Vega, de veras, cuanto lo sentimos, esperamos que Babi mejore – Espeta la señora.
–No fue Babi – Dice el Sr. De la Vega.
– ¿Cómo? – Pregunta el señor curiosamente.
–Fue Elisa… Elisa Velarde – Dice y me detengo, veo la cara de impresión de los señores, noto el miedo detrás del asombro, qué cojones sucede aquí, lo que sea no me importa, el Sr. De la Vega sale de una, de la casa y puedo sentir como susurran cosas.

La puerta de mi cuarto quiere derrumbarse, joder, será que hoy no es mi día para descansar, abro la puerta vaya mierda el Sr. Kyle Pierce está parado justo en frente de mí, me mira como si me fuera a matar. Está vestido con un traje azul y el bastón de monos que trae enchapado en oro lo utiliza para separar más la puerta. Entra en mi habitación sin que yo lo autorizara, vaya que tiene cojones este hombre.
–Sabes qué Kyle? no voy a hablar del tema. – Le digo cruzando mis brazos a lo que él responde con una bofetada, joooder.... el no pierde la costumbre de poner sus putas manos sucias en mí. –Cuando me vuelvas a poner un dedo encima te juro que te lo corto. Sal de mi cuarto.
– ¿Por qué dejaste a esa pobre chica tirada? – Me pregunta. – Responde Aleck o te juro que…
–Yo mismo organizaré la fiesta del funeral. –Interrumpo al conocer sus palabras.
– No me toques las pelotas, soy tu padre Aleck Pierce.
–No, Kyle… no eres mi padre…solo eres el que, mmm… donó el esperma.
–Nunca vas a entender ¿verdad? Todo lo que hice fue para hacerte un buen hombre…
–Por supuesto –Lo interrumpo y me incorporo pasando una mano por mi barbilla– Odio decir esto Sr. Pierce pero tienes razón, nunca te voy entenderte, porque las bestias como tú son imposible de entender. – Expreso con las mejores intenciones posibles tomo la chaqueta y salgo de mi habitación, bajo las escaleras, tomo las llaves del auto y la Sra. Pierce se para justo en frente de mí.
–Cariño ¿a dónde vas? – Me pregunta poniendo sus manos en mi cara.
–Quítese de mi camino- Le digo y aparto sus manos.
Salgo del infierno viviente, pero joder, que frío, prendo la calefacción del auto y pongo la música.
Llego al hotel, subo hasta la discoteca, puedo ver a Roberto y a Enrique, sentados en el área reservada, todos clavan su mirada en mí, tipo asesino en serie, ¡amo esta impresión que causo en la gente! abren paso a mi llegada, paso de todos, no merecen que yo me detenga a saludarlos, mi teléfono vibra en mi bolsillo, es la Sra. Pierce, pero no respondo, hago algo fructífero y lo apago, mis guardaespaldas Charles y Devon me siguen, no pierden mis pasos, a eso llamo yo seguridad, se colocan en cada esquina de la zona como perros cuidando a su dueño., llego donde Chiqui y Roberto, tienen más de 10 botellas, joder no puedo con estos críos.
–Aleck, pensé que no ibas a llegar tío– Expresa Chiqui.
–A lo mejor estaba ocupado– Dice una chica en modo sensual.
––Cosas de ricos- Le suelto y ella sonríe, en realidad necesito despejar mi mente entre negocios y la gente cagándome la puta existencia joder, la miro, le recorro con mis ojos toda su figura, ella muerde sus labios y se levanta del asiento…
-Pero Aleck, tío, dale reposo al cuerpo, ya te vas a follar, nos dejas aquí…- Dice Enrique entre tragos.
-Lleváte una puta a la cama Chiqui.
-Aleck, necesito platicar… algo- Me dice Roberto pero lo interrumpo.
-Ahora no estoy de humor.
-Pues nunca hablaremos, siempre me dices lo mismo.- Oigo sus palabras en voz baja pero no me detengo, puedo notar la preocupación en su cara. Es un buen chico.
Entro a una habitación, no sé siquiera el nombre de esta mujer, tampoco es que quiero saberlo, ella se acerca a mí, trata de tocarme, pero me incorporo y la lanzo a la cama, es algo interesante pero no tiene derecho de poner sus manos en mí. Puedo sentir mi olor y el suyo mezclado…
Voltéate- Le digo y ella hace lo que le pido.
Quito mi cinto y le pego con fuerzas en sus nalgas, joder es excitante, ella se asusta y la mando a callar, veo como una lágrima recorre sus mejillas, es aún más excitante. Agarra fuertemente las sábanas mientras sigo marcando mi fino cinto de cuero italiano en su cuerpo.
Me acerco a ella y me bajo el pantalón, la obligo a ir hacia mí, agarro su pelo y la aprieto contra mis caderas.
Apago la luz y tomo un profiláctico y entro de una vez en ella. Comienza a gritar… Mierda no la tolero. Tapo su boca y ella muerde mis dedos, a lo que respondo con una bofetada en su cara. De pronto la poca tranquilidad que tenía se va. Siento el ruido de mi seguridad fuera de la habitación, aparto a la inútil de mí y tomo una toalla, abro la puerta.
-¿Qué carajos pasa aquí?- Inquiero.
-Sr. Pierce, necesito hablar con usted- Me dice, Ramiro, mi abogado.
-Está bien- Digo a seguridad, lo sueltan, entramos a la habitación.
- ¿Qué sucede Ramiro?
-Es De la Vega, ha puesto una denuncia a tu nombre con intereses.
-Mierda- Digo sin percatarme de que aun sigue ahí la gilipollas esta - Te puedes ir- Le digo tirando su ropa.- Largo- Me visto y veo la expresión de Ramiro al verla salir del cuarto. Está nervioso, como si fuera a matar a alguien.
-No es todo, el Sr. Pierce lo espera furioso junto al Delegado Morales, Sr. Aleck…

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2020 ⏰

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𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒆𝒍 𝑶𝒓𝒈𝒖𝒍𝒍𝒐 𝒚 𝒆𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora