⬞ Imaginación

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⬞ Angst¡!
⬞ Fluff¡!

Los cabellos lisos del pequeño eran acariciados sutilmente por su novio que le miraba con una expresión dulce

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Los cabellos lisos del pequeño eran acariciados sutilmente por su novio que le miraba con una expresión dulce.

— Uzui — llamó al albino con los ojos cerrados y disfrutando de las caricias.

— Dime, Zenitsu— respondió mientras le brindaba un beso en su rosadita mejilla al de cabellos rubios.

— Deberíamos salir juntos más seguido — cometo mientras bostezaba.

El mayor soltó un suspiro deteniendo las caricias que hacía sobre los suaves mechones. Observó como el de piel nívea levantaba la cabeza de su hombro y le miraba.

— ¿No quieres? — preguntó con cierta tristeza en su tono y desviando su mirada.

— No es que no quiera, sabes que estoy muy ocupado — respondió tomando la quijada de su novio para hacer que le mirase.

El chico asintió sintiéndose triste, de un tiempo para acá, había dejado de tener citas con Uzui repentinamente, así, como si simplemente el otro ya no quisiese tener que ver con nada fuera de su apartamento o su trabajo.

Y algunas veces se sentía solo, como si Tengen no estuviese ahí, como si aquellos brazos que le abrazaban y le brindaban calor solo fuesen una ilusión, pero, siempre que pensaba aquello, su novio le abrazaba más fuerte, como si supiese exactamente en qué pensaba y que necesitaba para reconfortarle.

— Mañana durante mi descanso, vayamos por un café, ¿te parece? — ofreció el de uñas bicolor con una pequeña sonrisa y su contrario se la devolvió con emoción.

— ¡Si! — chillo con vehemencia, sentándose en el regazo de su novio y llenado su rostro de besos mientras reían.

Agatsuma se encontraba sumamente enojado, como era posible que la mesera haya ignorado a su novio, es que acaso está ciega y no podía ver el magnífico rostro esculpido por Dioses que se cargaba su novio y despilfarraba cada que siquiera respiraba.

Zenitsu se miraba con una expresión de molestia mientras metía una gran cucharada de la crema chantillí del café frío a su boca, Uzui solo podía observarle con gracia mientras bebía su "extravagante" café, como el le decía.

— Ya déjalo, Zen — dijo con una pequeña risa el joven mientras limpiaba la comisura de los labios del rubio con su pulgar.

— Es que me enoja que te haya ignorado de forma tan descarada, Uzui — dijo con tono infantil pasando su lengua por sus labios para eliminar cualquier rastro de aquella crema blanca.

— En serio no importa, deja de pensar en ello — dijo dando un último sorbo a su café, para luego sonreírle y no volver a soltar palabra.

— Bueno — aceptó puchereando.

Y nuevamente estaba allí, tendido en aquella gran cama fría, sintiéndose asfixiado, como si un millón de cuchillos se clavasen en sus pulmones, sin escape, ni salvación.

❮uzuzen❯Où les histoires vivent. Découvrez maintenant