Capítulo quince

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15


BLOODY


Me oculté con el gorro de la sudadera cuando ocupé uno de los asientos del bar. Le pedí una cerveza a la camarera que estuve a punto de follarme, y observé detalladamente a todos los hombres que había a mi alrededor. No parecían cazarrecompensas, pero sí unos muertos de hambre que venderían a sus familiares por tener unos cuantos ceros en sus cuentas bancarias.

Así que no llamé la atención.

Hasta que por la puerta entró un capullo que pensé que había alejado de mi vida. Me encontró, y se sentó delante de mí sin decir nada. La camarera volvió y coqueteó con él.

—¿Motero? —Preguntó, antes de acercarle la jarra de cerveza.

—¿Quieres montar?

Ella rio.

—Tal vez —dijo, alejándose.

Miré ese rostro que empezaba a olvidar, y endurecí la postura incluso cuando él era el hermano mayor.

—Tranquilo, Darius, no pienso montarme en esa yegua. Sé que ayer estuviste a punto de follártela.

—¿Qué haces aquí? —Había sido una mala idea salir de la habitación. —Y ya no me llamo Darius.

Gruñí.

—Es verdad —sonrió. —A veces olvido que ahora eres Bloody. ¿Quién te puso ese apodo?

—Domty, el domador de niños.

—¿Domty? ¿El violador de menores?

Le conté la historia:

—Fue el primero. El primero que maté con 12 años —le di un sorbo a la cerveza antes de que la espuma bajara. —Me dijo que me daría un cigarro si lo acompañaba a su celda. No tenía nada que hacer, así que seguí sus pasos. Me pidió que me sentara en su cama mientras que él buscaba la nicotina. Metió su mano en el interior de los pantalones, y en vez de sacar un cigarro, se sacó la polla.

»Dijo que si se la chupaba me daría el cartón entero. Yo, sin buscar problemas, me levanté de la cama. Pero ese hijo de puta volvió a sentarme. Empezó a menearse su diminuta polla mientras que su otra mano se acomodó en mi nuca. Intentó empujar mi cabeza hacia abajo, y lo único que consiguió fue cabrearme. Perforé varias veces su cuello con un hueso de pollo que había afilado esa misma semana. Cayó al suelo, bañándose con su propia sangre.

»Me encendí el cigarro que tenía debajo de la almohada y observé detalladamente como se ahogaba con su propia lengua. Antes de morir, susurró en varias ocasiones "bloody". Una y otra vez: Bloody, bloody, bloody. Y yo no dejé de reír mientras que el cigarro se consumía en mis dedos.

—El internado tampoco fue fácil —intentó recordarme. —Al menos tú estuviste con nuestros padres.

—Papá intentó matarme cuando descubrió que la enfermera de una de las torres me daba muslos de pollo para comer —reí. —Echo de menos a ese viejo.

Terence asintió con la cabeza.

—Debería buscarme un apodo yo también. T. J no da miedo.

—¿Quieres que te ayude? —Me ofrecí.

—Por favor.

Maldito iluso.

—El traidor —finalicé, e intenté levantarme de la mesa. —¿Qué haces aquí, Terence Junior? Vikram quiere tu cabeza. Y yo no se lo voy a impedir.

T. J se puso nervioso. Su frente se empapó por el sudor frío que desprendía su piel.

—Solo trapicheé con un poco de droga.

—Droga que le pasabas a mamá —le recordé. —Le han caído 7 años más. Tiene una condena de 55 años. ¡Joder! Está muerta en vida.

—¡Mamá es una puta yonqui! —Gritó tan fuerte, que todos nos prestaron atención. —Además, solo te preocupas por ella porque eres su ojito derecho.

—Me crie con ellos en una puta cárcel. ¿Qué esperabas?

T. J relajó sus puños.

—Estoy aquí por la chica.

—¿Quién te manda?

—Un viejo amigo de su padre.

Otro que iba detrás del dinero.

—Olvídalo.

—Darius...—corrigió. —Bloody, te daré dinero.

Detuve mis pasos y lo miré por encima del hombro.

—¿Quieres que te venda a esa cría?

—Tengo doscientos mil dólares.

Volví a acercarme a él y le planté cara.

—¿Aquí? —Pregunté.

Asintió con la cabeza.

—La niña hace buenas pajas con la mano.

—Trescientos.

Sonreí.

—Vendida al mejor postor.

—No te arrepentirás.

«El que se va a arrepentir eres tú.» —Pensé, mientras reía.


Secuestrada por el peligroWhere stories live. Discover now