Capítulo 49. Confía en mí

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       ALCANCÉ A COLE EN LA FILA PARA DESAYUNAR AL día siguiente y me incliné hacia él

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ALCANCÉ A COLE EN LA FILA PARA DESAYUNAR AL día siguiente y me incliné hacia él.

—Algo anda mal —le susurré, fingiendo estar interesada en la comida que se servía.

Cole pretendió lo mismo.

—Lo sé —respondió con un diminuto gesto afirmativo—. Hasta ahora no tengo idea de qué. Intenté hablar con Alban, pero me han dicho que está ocupado con varias reuniones.

—No me gusta esto, Cole —susurré mientras tomábamos asiento junto al otro—. Tengo un muy mal presentimiento.

Por mero instinto, escaneé la sala en busca de Nico, pero él aún no había llegado para desayunar. Las chicas de mi dormitorio cotilleaban entre sí, otra mesa estaba a reventar de psis y más chicos y chicas entraban para tomar la primera comida del día. Ninguno de ellos notaba el ambiente tenso e inquieto que circulaba en la habitación, ni veían a los agentes más parlanchines que de costumbre, hablando en un tono demasiado alto como para pensar que era normal.

El agente Villanueva entró en la sala.

El corazón me brincó al notar la fría seriedad de su rostro.

—Necesito que venga conmigo, señorita McClean —me dijo.

Ahí estaba el señorita otra vez. No agente.

Un pulso de calor ondeó entre Cole y yo. Hice mi mayor esfuerzo por ignorar eso y a él en sí, asintiendo con severidad y alzándome de mi asiento, siguiendo al agente Villanueva fuera de la sala.

No pasé por alto cómo otros agentes volteaban cabezas para vernos salir, ni a los psis que me dieron miradas preocupadas.

Los pasillos del cuartel me dieron la bienvenida, así como la tensión y la inquietud, asentándose sobre mí como un manto. Lo odié, me hizo sentir inútil y los puntos en mi estómago solo sirvieron de recordatorio. Nos alejamos más y más del comedor, y no pude evitar sentir que me estaba quedando sin protección. Agentes pasaban de largo, se dirigían a desayunar o a entregar reportes, pero no era una ciega, claro que podía ver las expresiones extrañas en sus rostros. Algunos parecían nerviosos, otros perdidos en sus mentes y algunos lucían furiosos, a punto de explotar.

Jarvin, el colega de Rob, salió de una habitación y nos bloqueó el camino.

Con las manos la espalda, el hombre miró al agente Villanueva de arriba abajo, luego asintió, saludándolo. Villanueva le respondió el gesto y Jarvis pasó los ojos de él a mí, arqueando una ceja. Inmediatamente enderecé la espalda, recordando que, aunque estaba bajo licencia médica, aún era un miembro de la Liga de los Niños y ante agentes como Jarvis tenía que mostrarme como tal.

Pegué los pies, junté las manos tras la espalda y elevé el mentón, desenfocando los ojos para no verlo.

—Buenos días, Dragón. ¿Cómo va esa herida suya?

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora