Capítulo 34

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Cuenta Sebas
El calor fue lo que me despertó.

Su cuerpo desnudo estaba encima del mío y desde mi posición solo podía ver su melena castaña cayendo por mi pecho. Rodeé su cintura con mi brazo y con cuidado le di un medio giro a mi cuerpo para apartarla. Me senté, estiré mi brazo hasta la esquina de mi cama para alcanzar el bóxer, me levanté un segundo para colocármelo y me volví a sentar en el borde de la cama. Agaché la cabeza sintiendo que en cualquier momento me iba a estallar y llevé las manos a mi nuca.

A pesar de que tuvimos sexo anoche cuando llegamos, sabía que ella me odiaba por cómo me comporté. El rostro enojado de Camilo vino a mi mente seguido del recuerdo donde casi nos matamos por saltarme una luz roja, y eso hizo que el dolor de cabeza se intensificara. Caminé hasta el baño para vaciar mi vejiga y cepillarme los dientes. Al salir fui a la cocina a preparar algo de café en la cafetera que Tini me enseñó a usar. Busqué una pastilla para calmar el dolor y me la tomé cuando el café estuvo listo. Salí al balcón a fumar y a buscar algo de tranquilidad bajo el sol de este domingo de verano.

Dos meses sin hablarnos me hizo cruzar los límites de la desesperación. Me volvía loco no saber si había estado con alguien más, así sea por una noche, pero no era tan estúpido ni ella tan santa. Seguramente lo hizo, al igual que yo. Quería romper todo y preguntarle con quién estuvo y cuantas veces, pero no me rebajaría a eso, y además ya no importaba porque la tenía ahí conmigo nuevamente. Tenía cosas más importantes en las que pensar.

Regresé al cuarto a buscar mi celular y suspiré al ver el desastre que habíamos hecho. Ella seguía durmiendo y quise desaparecer las sábanas que me impedían ver su cuerpo. Perezosamente me senté en el borde de la cama a leer y responder algunos mensajes que tenía, casi todos eran de Panchito insultandonos a mi y a Camilo en el chat grupal por habernos ido del boliche. La cama se movió y giré la cabeza sobre mi hombro para observarla. Martina bostezó y luego me miró con sus preciosos ojitos marrones. Sentí un calor en mi pecho al recordar todo lo que hicimos anoche cuando llegamos.

Tini: Te odio.

Le sonreí después de que murmuró sin moverse.

Sebas: Ya lo sé.

Dejé el celular en la mesita de luz y me puse de pie.

Tini: ¿Qué le vamos a decir a Panchito?

Se sentó en la cama y suspiré volteando los ojos, era muy temprano para tener esta conversación.

Tini: ¿Por qué tenías que abrir la boca?

Sebas: ¿Y vos por qué tenías que estar toda la noche colgada de su cuello?

Me crucé de brazos y bufó.

Tini: ¿Cuál es tu problema Sebastian?

Sebas: Me molesta demasiado que no nos hayamos visto durante un tiempo y lo primero que haces es pegarte a él durante toda la noche.

Mordió su labio y negó con la cabeza.

Tini: La última vez que nos vimos metí la pata y nunca me atendiste las llamadas ni respondiste mis mensajes, por lo tanto no estaba segura de cómo estaban las cosas entre nosotros.

Pasó su mano por todo su cabello y se lo llevó a un lado para peinárselo con los dedos.

Recordar nuestro último encuentro luego de aquella misa hizo que en mi interior se desatara un odio difícil de explicar.

Sebas: Vení, vamos a bañarnos.

Cuando terminamos de enjuagarnos nos quedamos debajo del agua que caía como cascada sobre nuestros cuerpos. Nos miramos fijo y pasé mi mano por su pelo mojado.

Tini: Aunque seas un estúpido el noventa y nueve por ciento del tiempo, te quiero.

Era la primera vez que ella me lo decía. Le di un beso corto en la mejilla y otro en sus labios. Rodeé su cuerpo con mis brazos y la estreché más a mí.

Me abrazó por la cintura y entrelazó sus dedos en la parte baja de mi espalda. Dejó un pequeño beso en mi hombro y luego recostó su cabeza haciendo que apoyara mi barbilla sobre su coronilla.

Tini: Te quiero de verdad Sebastian, pero no deberías reaccionar como lo hiciste anoche, vos y yo llevábamos dos meses sin vernos. Sé que no debería haber salido con ustedes sin antes asegurarme de que vos y yo estuviésemos bien, pero Panchi y Cami... ellos no tienen por qué enterarse así. Es un tema delicado, vos lo sabes.

Sebas: Todo es complicado.

Bajé mi mano por su espalda. Sabía que tarde o temprano iba a tener esa charla con ellos, pero me daba terror. Muchas veces me he imaginado la situación desde el otro lado, donde yo me muero y mi mejor amigo de toda la vida se queda se queda con la mujer de la que estuve enamorada durante dos años, pero después llegaba a la conclusión de que yo no me robé a nadie, simplemente pasó. Supe que sería muy complicado dar marcha atrás cuando me di cuenta que nuestra dinámica era mucho más que solo tener sexo sin compromiso.

Me encantaba tenerla nada más que para mi, hacerla y sentirla mía. Ver las expresiones de su rostro y escuchar los sonidos de su boca cada vez que le demostraba lo mucho que me excitaba, pero quería más, mucho más.

Intentamos darle un final atándonos de manos y vendando nuestros ojos, pero aún así terminamos eligiéndonos, ella a mí y yo a ella.

Me tensé cuando sentí sus dedos bajando por mi pecho y sus labios en mi cuello. Con mis manos recorrí los costados de su cuerpo para tocar su suave piel mojada.

Tini: Te colgaste.

Dejo pequeños besos por mi clavícula.

Sebas: Estaba pensando.

Tini: ¿En qué?

Colgó sus brazos en mi cuello y le dejé un pequeño beso en la punta de su nariz.

Sebas: Es que no sé qué les voy a decir.

Llevó sus manos a mi pelo y enredó sus dedos.

Tini: Deciles que ahora estamos bien.

Le di cortos besos en su boca antes de adentrar mi lengua como un animal desesperado y volver a disfrutarla.

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Hola!!! Les dejo este capítulo que es bastante corto pero es lo que llegué a escribir!!! Perdón!!! Estuve sin tiempo!!!

Después | SebastiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora