Capítulo 37

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Cuenta Sebas
Estaba mirándola desde la reposera en la que me senté a tomar sol.

Sebas: Vení.

Tini: No.

Sebas: Martina...

Tini: No.

Se sacó la musculosa que tenía puesta y la dejó en el piso, su bikini era negra y le quedaba a la perfección. Llevó sus manos al borde de su short y sentí que iba a explotar.

Sebas: Dale boluda, vení.

Tini: Vení vos, vamos a nadar.

Gruñí desesperado.

Sebas: Dale amor.

Ella rió acercándose y dándose por vencida. Se sentó sobre mí colocando sus piernas a los costados de mis caderas y yo clavé mis dedos en las suyas. Sonrió victoriosa cuando sintió la reacción de mi entrepierna y me acerqué a su cuello para besarlo. Fue muy fácil para mí desatarle el nudo de la bikini y dejarla a exposición mía. De su garganta emitió un pequeño gemido cuando toqué y apreté sus pechos con mis manos.

Son muy pocas las veces que puedo venir a verla a su casa y pasar tiempo tranquilo con ella cuando está sola, por eso es que queremos aprovechar todo el tiempo posible.

Me levanté con ese pensamiento enredando sus piernas en mi cintura y entré a la casa. Me senté en el sillón con ella encima y gimió cuando nos rozamos. Me besó tironeando de mi pelo e hizo un movimiento con sus caderas haciéndome suspirar sobre su boca. Me desesperé durante esos segundos en los que nos separamos para quitar su short y todo lo demás que separaba nuestra anatomías.

Nuestros gemidos de escucharon por todo el primer piso cuando hizo los movimientos rápidos. Con mis manos en sus caderas la obligué a bajar la velocidad para hacer más duradero el placer. Quizo volver a tomar el control, pero no la dejé, así que enterró sus uñas en mis hombros y apoyó su frente con la mía. Sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta dejó escapar suspiros.

Tini: No sabes lo mucho que te quiero Sebastian.

Quité mis manos de sus caderas y las llevé a su espalda para acariciarla. La abracé con fuerza cuando sentí que estábamos llegando al punto y su cuerpo se debilitó mientras temblaba sobre mí. Cerré los ojos satisfecho y dejé caer mi cabeza hacia atrás. Dejó pequeños besos en mi cuello y pecho mientras yo le acariciaba dulcemente su espalda.

La sentí sonreír en mi cuello mientras buscábamos nuestras manos para entrelazarlas. Volvió a juntar su frente con la mía y le robé un pico haciéndola sonreír nuevamente. Su belleza natural me hipnotizaba... su cuerpito desnudo, su carita sin maquillaje, la manera en que su labio se pone cuando sonríe... para mí, también es de otro mundo.

Tini: Se suponía que solo ibas a venir a desayunar.

Sebas: Me cambiaste el plan cuando dijiste que querías meterte a la pileta.

Tini: El día está hermoso, hay que aprovecharlo.

Pasó ambas manos por mi pelo y lo peinó a su antojo.

Sebas: Ya tengo hambre otra vez.

Se mordió el labio y negó con la cabeza mientras yo subía y bajaba mis manos por sus muslos.

Tini: Pero preparé un re desayuno que ya te comiste.

Sebas: Yo puedo cocinarme algo más.

Levantó una ceja.

Tini: ¿Como qué?

Llevé mi mano a su cara para acariciarle una de sus mejillas sonrojadas por el calor de nuestro cuerpos y junté nuestras bocas en un intenso beso.

Después | SebastiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora