• Día 1 •

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Condenado fuera el meteorito que cayó sobre la tierra prehistórica diezmando los animales que se convirtieron en fósiles, y luego en el petróleo que se extrajo de los mismos, que se usó en la fabricación del combustible que suministró el carro de ...

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Condenado fuera el meteorito que cayó sobre la tierra prehistórica diezmando los animales que se convirtieron en fósiles, y luego en el petróleo que se extrajo de los mismos, que se usó en la fabricación del combustible que suministró el carro de cemento para crear el puto aeropuerto en el que ahora Yaku Morisuke estaba varado.

¡Era el putísimo colmo de los colmos!

—Me cago en mi vida —masculló Yaku mientras metía furiosamente su teléfono móvil en el bolsillo de la chaqueta de mezclilla que utilizó ese día primaveral en Tokio—. Debí hacerle caso a mi madre y ser contador.

Pero no había tiempo para quejarse de sus malas decisiones de vida. Yaku podría seguir cagándose en la madre de los controladores aéreos dentro de unos minutos.

Su vuelo programado a las dos de la tarde para viajar hasta Moscú y alojarse en un hotel hasta el día siguiente, en donde tomaría un tren rápido de diez horas a Ekaterimburgo, la ciudad en que residía actualmente, se vio retrasado por más de dos horas debido a un error en la torre de control y que casi provocó un accidente aéreo entre no solo dos aviones, sino tres.

¡Tres!

¡Tres! ¡Putos! ¡Aviones!

Tal vez debió ser controlador aéreo para evitar que sucediera toda esa basura.

Primero se le quemaban las tostadas en la mañana por levantarse tarde, luego se daba cuenta que se olvidó a Señor Pablo —su gato negro de peluche y que le acompañaba a todas partes— en la cama de su antiguo dormitorio en la casa de su madre y el que compartía con sus hermanos menores, el taxista se quedaba con su vuelto ya que le vio cara de ricachón y fingió no tener cambio, para que encima retrasaran su vuelo.

¿Le había orinado un elefante durante la noche y no se dio cuenta?

Los pasajeros del vuelo 1395 de Aeroflot, favor de acercarse a la fila para comenzar el embarque con motivo de liberar amontonamiento para otros vuelos programados en horarios más tardíos —exclamó una voz cantarina y juvenil de alguna azafata por el altoparlante—. La correspondiente espera se realizará dentro de la aeronave.

Yaku, que reconoció rápidamente su vuelo porque por supuesto tenía que ser el suyo para coronar aquel día de desgracias desgraciadas. Le sorprendía que no fuera su avión el que casi colisiona con otro.

¡No solo retrasaban su vuelo, sino que ahora le obligaban a encerrarse en una cabina de hojalata por culpa de que ya no entraban más personas en el estúpido aeropuerto!

Debido a que todos los malditos vuelos sufrieron alguna clase de retraso, el lugar estaba a punto de estallar. Igual que su cabeza si los bebés continuaban berreando, o si el maldito niño que paseaba su asiento no se quedaba quieto en los próximos dos segundos.

Ese día ocurriría una masacre. Se sentía vidente.

Tomó su equipaje de manos a regañadientes y se acercó enfurruñado hacia la larga fila de ancianos, grupos de amigos, trabajadores y mocosos con sus madres que se arremolinaba por la terminal indicada para los pasajeros de Aeroflot.

KuroYaku Week 2020 - [HAIKYUU]Where stories live. Discover now