Capítulo XVIII

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– ¿Crees que sea buena idea?

– Claro que si, hombre. Contigo ahí no podrá echarnos.

Después de contarnos lo que pasó, Alex y yo decidimos ir a casa de Rubius nuevamente. Solo queríamos observar el comportamiento de Vegetta, quizás hasta conseguiríamos algo de información relevante. Salimos del ascensor justo en el piso del peliblanco.

– No quiero estar aquí ahora. ¿Lo sabes, no?

– Ya calla, no estás solo.

El ojiazul llamó a la puerta del departamento dando un par de golpes con sus nudillos. La puerta no tardó en abrirse. Un sonriente Rubius nos recibió.

– Dos visitas seguidas en un día, joder.

– Ya sabes, me gusta venir a ver a mi amigo.

Alex le dio un corto abrazo y entro a la casa para dejarnos un momento a solas.

Tenía a Rubius frente a mi una vez más y tenía unas inmensas ganas de abrazarlo y decirle lo mucho que lo extraño conmigo.

– Rub.

– Después de tanto tiempo podemos hablar.

– Si, lo siento... por lo que pasó en la fiesta.

Me disculparía solo con él. Samuel que se joda porque de golpearlo no me arrepiento.

– No te preocupes, tú y yo estamos bien. Venga, pasa.

Ambos entramos a la casa. Alexby ya se encontraba sentado en uno los sofás.

– ¿Veg está aquí? – Hace una hora se estaba cagando en los muertos de Vegetta y ahora preguntaba con una sonrisa fingida dónde estaba, qué grande.

– No, Lely. Salió a hacer algunas cosas. – Sin él aquí el haber venido no servía de mucho.

El tono de llamada de uno de los teléfonos empezó a sonar.

– ¡Es el mío! – Alex se levantó del sofá y se alejó presuroso hasta la puerta principal para contestar. No nos dio ni tiempo de empezar una conversación porque en unos segundos ya había vuelto. – Chicos, tengo que irme. Parece que Fargan me necesita. – Me observó con una sonrisita y un pequeño baile de cejas.

Acabábamos de llegar y como Vegetta no está planea dejarnos solos por completo. Un completo cabrón, eso era.

– Bueno entonces yo quizás pueda ir a dejarte y luego voy por Luzu a mi casa.

Me puse de pie intentando evitar que la pequeña escoria cumpla con su malvado plan.

– No es necesario. Ya sabes, hazle compañía a Rú hasta que regrese Vegetta. – No esperó respuesta de ninguno y se retiró.

– Déjalo irse, va con Fargan. Yo habría hecho lo mismo la verdad. – El peliblanco jaló de mi brazo para sentarme nuevamente.

– Es que tú no sabes lo que planea, eso no es...

– De todas formas ya se fue. Ahora explícame algo. – Se acomodó en el sofá mirándome con una sonrisita. – ¿Cómo es eso de que Luzu está en tu casa? ¿Lo de él y tú es oficial?

– No no, Alex y Luzu estuviron conmigo toda la tarde y él quiso quedarse ahí mientras nosotros veníamos. Además, él sabe perfectamente que mi corazón lo tiene otra persona.

Al instante la sonrisa pícara de Rubén empezó a desvanecerse de su rostro lentamente al escucharme pronunciar eso. Seguro recordó cuando me le declaré en el hospital.

– Auron, tú ya sabes lo que pienso sobre eso... – Suspira – Le dije a Vegetta que hablaría contigo sobre lo del bar y esto que sientes. No le gusta, le incómoda, por lo menos a él sí. Sobre todo lo que le dijiste.

Acerqué mis manos a las suyas lentamente y sin ninguna señal de desaprobación por su parte las tomé.

– Solo quiero que estés bien y seas feliz.

Acaricié el dorso de su mano con mi pulgar.

– Y lo soy. Te tengo a ti, mi mejor amigo, a los chicos y a Vegetta. Todos ustedes me hacen feliz.

– Él no, él no lo hace.

– ¿Samuel? – Asentí – ¿Pero qué dices? Lo conoces tanto como yo, sí lo hace. No tienes de qué preocuparte.

– Solo quiero que estes bien porque te quiero demasiado y me importas mucho más de lo que deberías.

– Y tu a mi, así será siempre. – Agaché un poco la cabeza. No quería decirle que Vegetta le había mentido sobre qué sucedió en el accidente, justo ahora no, y probablemente le ocultaba otras cosas más. Quién sabe qué.

– Quiero que me mires cuando te diga esto. – Tomó mi mentón y me obligó a mirarlo. – Te quiero como no tienes idea pero no de la misma forma en la que tú me quieres.

No sabía cómo explicarle lo sospechoso que me parecía Samuel. Estaba jodido, le comía la cabeza con bonitas y absurdas palabras. Se estaba aprovechando de su pérdida de memoria, eso era evidente. Vegetta no lo merecía para nada, ni siquiera yo. Él era demasiado para cualquiera de nosotros y era justamente por eso que estaba rendido a sus pies.

– Perdóname por lo que voy a hacer. Solo necesito hacerlo, ha pasado tanto tiempo y enserio lo necesito. – Me miró extrañado. Lo tomé de los hombros y atrapé sus labios con los míos sin pensarlo dos veces, ahora por fin podía saborear la dulzura de esos labios que alguna vez pude llamarlos míos, a los cuales estaba acostumbrado a besar casi a diario. Había perdido ese privilegio. Un momento estábamos escribiéndonos mensajes de texto cariñosamente y al siguiente tenía a la persona que más amaba en el mundo en medio de un charco de sangre, la cuál horas después no recordaba ni que estábamos juntos. Ahora solo era su mejor amigo.

Rubén repitió una y otra vez que no era un sentimiento correspondido, ¿Pero por qué no se apartaba del beso? ¿Por qué seguía ahí y me tomaba del cuello de mi camiseta con fuerza?

Se separó agitado, recuperando el aire.

– Esto está mal.

– Lo sabes y aun así me correspondiste. – Rubén se levantó del sofá con los ojos llorosos, había vivido esa misma escena tantas veces en ese mismo lugar y todo ese llanto causado por la culpa.

•••

Sentía algo familiar en sus labios, como si esta no fuera la primera vez que los probaba. Además, de una calidez atrayente que no había sentido ni con Samuel.

– No sé qué estoy haciendo... – Prefirió no responderme y se abalanzó sobre mis labios nuevamente. Un tacto delicado, lento, suave con una dulzura y un cariño impresionante.

Debería apartarme, pero este cosquilleo en mi pecho me decía que no lo hiciera. Con mis manos temblorosas y una pequeña lágrima recorriendo mi mejilla, deslicé mis dedos con cuidado por sus brazos hasta encontrarme con sus manos.

– ¿Rubén?

La, ya tan conocida, voz de Vegetta nos tomó por sorpresa. Estábamos tan ensimismados en nuestra pequeña burbuja que no nos habíamos percatado del sonido de la llave al girarse en el picaporte o del chirrido de la puerta del departamento al abrirse.

Nos separamos bruscamente y observamos a quien se supone que es mi pareja parado con una bolsa de compras en el marco de la puerta.

– ¡¿Qué cojones haces tú en nuestra casa?! – Samuel vociferó con fuerza dirigiéndose a Auron y soltó la bolsa con brusquedad.

Estábamos jodidos.

▪︎

He vuelto y cada vez estamos más cerca del final.

~Lewis

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⏰ Last updated: Oct 27, 2020 ⏰

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¿ME CULPARÍAS? (RubiusPlay)Where stories live. Discover now