Planet Chronicles: Levántate y pelea.

Game over.

Crónicas del feroz sobreviviente humano, Samuel Adeodato.

...

Todo esto había comenzado contigo, todo esto había iniciado en ese pequeño salón en el cual miré a los ojos a mi enemigo más mortífero, pero realmente todo comenzó cuando me llevaste hacia esa prisión; porque a pesar de todo, a pesar de pasarla realmente mal, pude conocerlos a todos ustedes y darme cuenta de tantas cosas.

Dejé de huir, de mirar tanto al pasado y me comprometí a ser un buen ser humano por una vez en mi vida, todo porque confiaste en mí y siempre fuiste persistente acerca de mi cambio. Tú me aceptaste como soy, con toda la mierda que tengo dentro, y por ello, Drake, hoy lucharé por nuestro final feliz si hace falta, porque estoy seguro de que todos nosotros debemos gozar de él.

Olvidaré que soy un niño...

Olvidaré que soy el más débil entre ustedes...

Y lo daré todo.

Realmente lo daré todo.

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PLANET CHRONICLES

Arco 2: Capítulo final.

— Rápido, ¡tenemos que movernos! —ordenó avanzando con increíble rapidez el elefante rocoso, mientras nosotros no podíamos hacer más que seguirle— ¡Debemos llegar a la Hope 32 antes de que Silas nos encuentre y nos mate! ¡Así que, a rodar!

Ante los gritos de Rockphant, los demás corríamos. Nuestros pasos se escuchaban a lo largo de la desértica ciudad de Avisnia y es que, desde hace unas cuantas horas, Silas había enviado a sus tropas a atacar a la zona. La tormenta había acabado y ahora solo nos asolaba una lluvia de incuestionable poder, siendo rodeados por largos edificios que hacían angostos los caminos y acompañados del resbaloso barro que se había generado desde el anormal fenómeno causado por el movimiento terrestre. Cada una de nuestras pisadas dejaba un ruidoso chapoteo de tinte marrón.

— Sabes por dónde nos llevas, ¿verdad R.P.? —le preguntó el recientemente recuperado Fritz con algo de cansancio.

— Por supuesto que sí, la huelo. —respondió refiriéndose a la Hope 32, deteniéndose en una de las calles que llevaba a la plaza— Seguiré su rastro, esperen un momento y aprovechen para descansar.

Fritz parecía haber deseado escuchar esa palabra desde hace un largo rato y no hizo más que caerse en dirección al sucio suelo, siendo su trayectoria detenida por mis brazos.

— ¡FRITZ! —exclamó alarmado Drake, corriendo hacia nosotros con una marcada preocupación en su rostro.

— Dijiste que podrías avanzar. —le regañé— Nos hiciste botar los medicamentos y todo, así que esta vez sé sincero: ¿Puedes continuar? —volví a hablarle con un tono más preocupado.

 Él busco levantarse.

— Sí, yo puedo. —contestó tragándose las ganas de toser.

Yo no estaba seguro de ello y le indiqué con la mirada a Hope que se acercara. La máquina, que algunas veces podría considerar egocéntrica y nada atenta a los problemas de los vivos, se mostraba entristecida mientras analizaba el estado de Fritz.