Capítulo 3 - LO MEJOR PARA TI

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ANNE

Hoy era el día, no había vuelta atrás. Las puertas del ascensor se abrieron en el piso veinte y un corto pasillo mostró el camino hacia el pent-house de mi hermana; y mientras ella no paraba de hablar sobre el difícil y extenso caso de los hermanos Hyatt, yo no hacía otra cosa que pensar en la absurda situación en la que estaba a punto de meterme. Solo a mí se me ocurría aceptar la propuesta de Caroline. Solo yo hacía caso a mis padres consiente de que vivir con ella significaba vivir con él. Solo yo, sabiendo lo incómodo que sería, lo imposible que resultaba y lo peligroso que podía llegar a ser, estaba entusiasmada con la idea de volverlo a ver. Me he vuelto completamente loca.

Habían pasado dos meses y estaba segura de que Nataniel había olvidado lo sucedido. Tal vez ni siquiera le había importado; después de todo, fueron solo un par de besos en una noche de fiesta y varias copas.

¿A quién engaño? Si hubiesen sido solo eso no estaría meándome en este momento.

―Bien Anne, bienvenida a mi dulce hogar ―dijo Caroline abriendo la puerta del apartamento. Me obligué a sonreír y pasé adelante jalando mi maleta―. No es mucho, pero espero estés cómoda.

―¿No es mucho? Es un jodido pent-house de lujo en Nueva York, Caroline ―destaqué con sorna mirando alrededor―. Solo tu sala es más grande que mi antiguo piso.

―La pocilga dónde vivías no puede llamarse piso, Anne. No estaba a tu altura ―replicó Caroline, dejándome algo descolocada la despectiva forma en que lo había hecho. Ella solía ser directa y bastante frívola con sus comentarios, pero no desdeñosa. ¿Estará de mal humor?

―Prefiero mi pocilga. Sabes que no me va eso de decorar con el número de mi cuenta bancaria.

Caroline y yo habíamos crecido en una gran mansión llena de lujos, por lo que la opulencia del pent-house no me tomaba por sorpresa. Razón por la cual hacía varios años me había mudado para vivir sola en un pequeño y sencillo departamento al otro extremo de Georgia.

Suspiró con desgano y tomó un gran bolso Nike, que haciendo juego con sus zapatos deportivos, parecía haber estado esperando por ella en el sofá.

―Ahora esta es tu casa, ponte cómoda.

La vi retomar el paso de regreso a la puerta del pent-house y solté mi maleta algo confundida.

―Espera... ¿Ya te vas?, pero si acabo de llegar. ―Aquello no era propio de mi hermana.

―Sí, tengo una cita en el spa en media hora y voy tarde ―explicó Caroline.

¿Desde cuándo mi hermana me cambia por un spa?

―Ok ―dije desconcertada― ¿Puedes al menos decirme cual será mi habitación?

―Nataniel te ayudará con eso ―Señaló detrás de mí antes de marcharse, y con el sonido de la puerta al cerrarse, la bomba que había lanzado estallaba ahora en mi cara. La sola mención de aquel nombre me cortó la respiración y me agitó las pulsaciones, porque, aunque supiese que el reencuentro era inevitable, no lo esperaba de aquella forma tan pronta e inesperada.

Respiré hondo y me giré. Ahí estaba él. De pie junto a la amplia entrada que unía la sala con el comedor. Y apenas nuestros ojos se cruzaron el corazón me dio un vuelco. Podría jurar que lo mismo le sucedió a él cuando lo vi suspirar con alivio mientras me sostenía la mirada. Como me gustaban sus ojos.

Aun luciendo casual, se veía tan atractivo como siempre. Llevaba unos jeans azules desgastados y una franela blanca que atentaba al suicidio debido a sus fuertes brazos. Andaba en calcetines y se secaba las manos con un paño de cocina. Le había crecido algo de barba que, delineando su mandíbula y rodeando su boca, le hacía lucir más indómito y varonil. Su sola presencia generaba un agradable poder sobre mis nervios, y su despeinado cabello me robaba una sonrisa.

EL NOVIO DE MI HERMANAWhere stories live. Discover now