CAPÍTULO 1 | EL CAMPAMENTO |

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Desde que tienes uso de razón, cada verano tu madre te ha mandado a un campamento, si, los tres meses.

Hasta los doce años te enviaba a campamentos diferentes, pero desde los trece en adelante comenzó a enviarte a uno en específico, el campamento "Queens".

Es un lugar muy grande, con áreas verdes y cabañas grandes en donde siempre eligen 8 personas para convivir ahí. Todos los veranos tenias la suerte de quedar con tus dos amigas Michelle y Cheryl y estar en la misma cabaña, así que siempre se te hacia mucho más fácil convivir porque la pasaban muy bien juntas. Nunca les había tocado con gente que no sea de su agrado y esperabas este año no sea diferente.

— ______, levantate llegarás tarde al autobús — gritó tu madre desde abajo.

Te pusiste de pie con mucho sueño, duchaste y luego vestiste con la ropa que habías dejado lista la noche anterior, tomaste tus maletas y bajaste las escaleras.

— ¿estas preparada para un verano excelente? — preguntó tu madre mientras te servía el desayuno.

— si —respondiste irónica — ¿por qué tengo que ir todos los veranos a campamentos?

— porque sabes que salgo del país todos los veranos para trabajar

— cuando tenga dieciocho lo primero que haré es salir de aquí — dijiste con los ojos entrecerrados y dando un bocado a la tostada.

— tienes dieciséis, quedan dos años — sonrió.

La miraste fastidiada.

Al llegar al lugar en donde recogía el autobús del campamento se sentaron juntas en una banca.

— bueno hija ya sabes todo si tú...

— si lo sé. Si tengo un problema te llamaré — la interrumpiste. Podias jurar saberte ese discurso de memoria.

Ella sonrió y abrazó fuerte diciéndote "cuídate, no hagas cosas malas, te estaré llamando". Siempre te decía lo mismo, pensabas que podría cambiar el repertorio un año siquiera y que tal vez el próximo año le escribirias una hoja con lo que tiene que decir.

Tu madre se marchó en el auto y esperaste sentada mirando hacia todos lados. Había grupos de chicos conversando y riendo, otros hablando por celular y así entre otros.

El autobús llegó y se bajó una campista que miró a todos. Te pusiste de pie.

— ¡qué tal! ¿cómo están todos? — preguntó bajando del autobús y sacando una lista. Ahora comenzaría a llamar para subir al autobús. Lo sabías, cada año lo repetía todo.

— comenzaré a llamarlos para que vayan subiendo al autobús — dijo leyendo.

Miraste alrededor, todos los que esperaban en ese sector ni siquiera eran una cuarta parte de todos los que iban al campamento Queens.

— ______, ______ — le pasaste tus maletas al caballero encargado y subiste en silencio, buscaste el lugar que te dijeron y te sentaste mirando por la ventana esperando que subieran todos.

Pasaron unos minutos y un chico se sentó a tu lado, lo observaste en silencio, te parecía muy conocido.

— ¿______? — te preguntó mirándote y sonriendo. Lo miraste confundida — soy Cole, ¿no me recuerdas? — preguntó bromeando.

— ¡Cole! — lo abrazaste — perdón es que estas irreconocible, no sabía que vendrías a este campamento.

El se rió mirándote.

A Cole lo conociste en un campamento. Cuando eras más pequeña, se llevaban muy bien. No lo habías reconocido, pero en tu defensa él estaba muy cambiado, tonificado y muy guapo. Aún así seguía siendo el mismo imbécil que te tiró al barro a los doce años y que parece tu hermano.

— tu también, no te había reconocido hasta que vi esto — dijo señalando una pulsera de tu muñeca, de hecho te la había regalado él.

— ¿y la tuya? — tomaste su brazo, pero ahí estaba.

— no me la sacaré — sonrió tierno.

Conversaron las tres horas de viaje al campamento poniéndose al día. Te contó que venía a Queens desde el año pasado, pero que jamás se habían visto o quizás si, pero que no te había reconocido.

Al llegar al campamento, bajaron en orden y formaron frente de un escenario, de las maletas se encargaban los funcionarios. Te asombraba esto porque eran miles de maletas, supusiste que por eso ahora es obligación traer tu maleta con nombre y apellido.

Comenzaron a llegar más autobuses y a bajarse más gente, todos hablaban y se reían, pero tu no le soltabas el brazo a Cole.

— mira, los rompecorazones — señala Cole a un grupo de chicos que se juntaban mientras se bajaban del autobús.

Eran entre seis y ocho chicos. Todos altos, tonificados, linda sonrisa y para variar jugaban Fútbol Americano a la perfección. Todas las chicas volteaban a mirarlos y le subían los humos diciéndoles mil cosas y ellos ignoraban a todo el mundo.

— mira, la Barbie de plástico y sus copias — dijiste señalando a Liz.

Liz era la hija de la dueña del campamento, mucho dinero, buen físico y linda sonrisa, pero insoportable como ella sola. Envidiosa y fastidiosa. Todos los privilegios de su cuerpo, se borran con su personalidad asquerosa. Lo más gracioso de todo es que tiene dos "amigas" que la adoran y quieren ser como ella, la copian en todo y la siguen a todos lados. Sus copias. Ceci y Susi. Si, esos son sus nombres.

— ________ — escuchaste que gritaban euforicamente y volteaste a ver quién era ¿quién más podría ser?.

Ganar perdiendo | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora