La Caída

Volverlos a ver.

26/9/20

Me tomo 7 meses darme cuenta que en realidad lo que extrañaba no era la Facultad, sino ustedes. Me tomo ver un reflejo digital de otra camada, de otros seres que, como nosotres, se acompañaron, amaron y caminaron juntos. Otros seres que, como nosotres, eligieron su propia familia.

Será que tiene eso esta Facultad, de lograr convertirse en nuestro hogar. Acogernos como hijos bajo su seno, y darnos hermanes nuevos cada día. Lo cierto es que cuando los conocí no sabia que se iban a convertir en mis hermanes. Me alegro tanto de que haya sido así.

Que cosa extraña, que para verlos a ustedes de verdad tuve que ver a otros. Tuve que entender como otros se acompañaban y apoyaban en este camino, para entender como nosotres nos apoyamos. Y es lo que mas extraño. Todo lo demás no me importa. Al principio hablaba de un futuro mejor, de la vocación, del horizonte y los sueños. Hoy todo eso ha perdido relevancia y mi deseo espirala en torno a algo mucho mas humano: volverlos a ver.

Puesto que son mi familia, la que yo elegí, la que me acogió cuando salí al mundo a caminar entre sus fauces. Cuando me di cuenta de lo pequeña que era, o de lo grandes que eran las cosas en realidad. No hay retorno de eso. Hay cosas que viví con ustedes, que me han cambiado desde raíz. Cambiar la historia, reir como niña, reconciliarme con mis fantasmas. Todo eso han logrado ustedes en mi.

Y seguramente, todo eso habrán logrado ellos, con vos.

Hablé con un amigo hace unos días, y sin quererlo desaté algo que llevaba anudado en mi sin que yo me enterase. Lloré durante la charla mas casual que podríamos haber tenido, nos reímos de idioteces y recuerdos de una tarde ignota, en lo que parece otra línea espacio-temporal. Otro universo, otra Tierra, otras personas.

Y aún así, fue como estar juntos, fue como idear algún plan, alguna maquinaria sobre la cual poner a trabajar nuestros sueños. Durante 5 minutos, estuve con él, en el pasto de la facultad, hablando. Teletransportada mágicamente a nuestro mas lindo lugar.

Por eso, hoy me confieso impotente, humana y mi único pedido es tan sencillo como desafiante: volverlos a ver.