La persona indicada || KuroKen

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Las cosas nunca fueron fáciles desde el principio.

- Me gustas Kenma- le dije una vez. Los dos estábamos sentados en el sofá de mi habitación, el ambiente en pleno verano era un martirio, y el estar ebrios no ayudaba en mucho. Podía sentir todo mi cuerpo tensarse, ansioso, esperando una respuesta. Una respuesta que disipara mis miedos.

- Si, como digas- Kenma respondió fríamente. Sus ojos, al voltear a verme, delataron su estado. Casi eran dos líneas. El sueño combinado con la ebriedad, estaban jalando a Kenma, quien plácidamente se dejo caer en mis piernas.

Recuerdo que esa noche acaricie su cabello hasta terminar igualmente en los brazos de Morfeo.

Y a la mañana siguiente, Kenma ya no estaba a mi lado.

"Seguramente que solo estas obsesionado con él" dijo Yaku, tratando de ayudarme a resolver la situación.

"Nunca tuve una obsesión que me durara tantos años" le dije, medio ofendido con su conclusión.

"A parte, se lo dices cuando estas borracho, si yo fuera Kenma, te pateaba el culo"

"Tu haces eso, incluso sin ser Kenma"

Yaku siempre me mira exasperado, como si quisiera golpearme, solo para tomar la medida, de con cuantos puñetazos queda inconsciente una persona como yo.

Yo le diría que, con unos dos, porque no tengo tanta resistencia, pero guardo esa información para mí mismo. Quizá algún día, cuando pierda el valor de confesarme adecuadamente, pueda usar ese dato para chantajearlo.

"Dile a Kenma que sea mi novio y te digo con cuantos golpes caigo"

Yaku me dedica una sonrisa socarrona "Púdrete" me levanta el dedo de en medio y luego se pierde entre el alumnado que va de salida en la facultad.

Pensar en Kenma es una combinación de sensaciones que aún trato de entender en su totalidad, digamos que es como ver colores en distintas tonalidades. Empiezo por un rojo ardiente que es molesto de ver, pero al acoplarme, su intensidad baja, quedando al final en blanco. El cual, me da tranquilidad, Kenma entonces llega a mi mente, sacudiendo cada parte de mi cuerpo, y en el proceso, los colores que he guardado en mí, salen disparados al fondo blanco, manchando todo.

El amor mancha.

Estoy lleno de manchitas desde que supe que estaba enamorado.

Kenma ha pintado cada uno de los colores, incluso de los que desconozco el nombre, sin siquiera darse cuenta.

El recién mencionado aparece frente a mí, su cara esta – como la mayor parte del tiempo- sin ninguna emoción aparente.

- Siento que me estas recriminando algo- le digo, a modo de broma.

- Quizá lo hago- dice.

- Pues entonces dímelo en la cara- mi sonrisa hace que las palabras se suavicen. Kenma decide ver el cielo, o lo que puede, entre los rayos de sol que lo fuerzan a cerrar los ojos de inmediato- anda, dime, ¿Qué piensas Kenma?

- Solo vine a decirte que hoy me regreso con Shoyo, puedes irte solo.

Casi como si fuera una rabieta dicha a su madre, Kenma se da media vuelta y me deja con la palabra en la boca, aunque yo no se qué es exactamente lo que estaba a punto de decirle. Hinata me alza una mano para saludarme, pero esa misma mano es tomada por Kenma para llevárselo a rastras.

Y así, los días difíciles siguen pasando, uno tras otro.

Kenma es quien huye de mi presencia.

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