04|Nuevos rumores

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Reese

Ryder va a mi derecha, murmurando algo sobre química, tiene examen después y no ha salido de su libro desde ayer.

Rory, a mi izquierda, escucha algo por los cascos. Un amigo suyo le ha pedido opinión de una canción y ha estado repitiéndola y analizándola toda la tarde de ayer y esta mañana.

El instituto está frente a nosotros, y siento como si hubiera venido yo sola.

Después de hablar con Jake ayer y prometerle que lo arreglaríamos, tuvimos que ir a clase. El chico está en último año, como Ryder, y yo en penúltimo, así que casi no coincidimos en ningún pasillo. Le estuve dando vueltas al asunto toda la tarde, y entonces recordé a Reggie, el experto en informática de mi casa, parecía todo tan fácil, pedirle que borrara la cuenta, o que confesara al propietario. Pero luego me di cuenta de que podría leer lo que se había escrito con Jake, y eso no podía ocurrir. Así que pasé a un plan distinto, intentar averiguarlo por mi cuenta. Pero eso es más complicado, porque nadie en este instituto parece sospechoso, y tampoco sabría por dónde empezar.

Al cruzar la puerta vuelve a ocurrir. De nuevo, volvemos a ser el centro de las miradas. ¿No tiene nadie nada mejor que hacer que intimidarme?

Al parecer a la gente le dio mucha curiosidad lo que ocurrió ayer, y el número de likes ha aumentado a seiscientos. Creo que a todo el mundo le extraña que yo salga con alguien, ya que la mayoría de veces me las paso comiendo sola en el comedor.

Conforme voy cruzando el pasillo, normalmente abarrotado e inhabitable, la gente se aparta, dándome paso y observando cada pisada que doy. Algunos murmuran, pero estoy tan nerviosa que no los escucho.

—Puede que no te hayas lavado la cara —Rory me gira bruscamente en su dirección y me examina, moja con su lengua el dedo gordo de su mano y lo extiende a mis comisuras. Hago una mueca e intento apartarme, pero no me deja.

—Intenta recordar todo lo que hiciste ayer y repasa lo sospechoso —me pide mi hermano mayor.

—Pues, aparte de escuchar la misma canción hasta querer arrancarme los oídos y ponéroslo para cenar, o tener ganas de meterte el dióxido de carbono por donde te cupiese... No recuerdo nada fuera de lugar.

Les doy una sonrisa no muy agradable, pero la ignoran.

—Quizá simplemente se hayan dado cuenta de lo guapa que eres —señala el músico.

—Igual por fin nos traes una pareja a casa —sigue el otro.

Pongo los ojos en blanco y me alejo, ellos corren tras de mí. No sé si mi familia se ha enterado de lo que ha pasado en estos dos días, pero si es así, lo han ignorado, supongo que están esperando a que yo les cuente algo.

—¿Estás segura de que no hiciste nada? Ninguna especie de ritual satánico, o asesinar a alguien... —insiste Ryder, en broma. Siempre insiste en que soy muy seca, y que cualquier día vengo a clase a asesinar a todo el que me caiga mal.

—No, pero si sigues así, no te recomiendo comer nada que no estés seguro al cien por cien de lo que lleva hoy.

—Aunque me encanta esta conversación... Tengo clase. Intentaré enterarme de lo que ocurre, y os diré de lo que me informen—se despide Rory, después se aleja por las escaleras.

—Ojalá poder seguir escuchando los métodos de tortura que vas a usar contra mí, pero me espera un examen en el aula de química. —mi hermano mayor me mira— Luego hablamos, ¿vale? Siento dejarte en esta situación, pero seguro que no es nada.

Ambos nos despedimos, le doy menos importancia al hecho de que me hayan dejado sola, porque sé que tienen clase, y cada uno emprende su camino en distintas direcciones.

Bailar bajo el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora