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Ink despertó serio, no con el optimismo y la sonrisa que desprendía cada mañana.

La noche anterior no fue la mejor, quiso socializar con alguien aparte de sus amigos pero no fue la mejor idea, ese joven era alguien muy amargado, o al menos eso pensaba el.

Además, quería permanecer en el anonimato, razón por la que cambió su nombre de perfil, pero terminó arruinando su plan con la mensión de su última frase antes de desconectarse.

Todos sus esfuerzos fueron en vano. Desde aquellos días había quedado marcado, con su inseguridad presente intento convivir con más gente, ninguno lo aceptaba o lo veían como alguien raro. Ya se lo esperaba, no tenía tanta experiencia en ese campo, y sus maneras de relacionarse con los demás eran un tanto extrañas. Esta es la razón por la que prefirió conocer gente por medios virtuales que en la vida real. Un gran peso a su deseo de obtener una laptop.

Salió de su cama desanimado, se dio una ducha y cambio sus ropas.

Su hermano aún seguía dormido y su madre se encontraba en su trabajo. Era un día libre para el por lo que decidió preparar el desayuno para Zephyr y dejar una nota que mencionaba que iba a salir.

Caminó sin rumbo alguno hasta tener a la vista una cafetería, talvez no era tan reconocida, pero la última vez que comió en el local, el pastel de vainilla lo dejo sorprendido y con ansias de volver a probarlo, pero no hubo oportunidad.

Entró al local. Todo dentro era muy hogareño y con tiernos gatos caminando entre los clientes.

Se acomodó del otro lado de la recepción y un chico con el pelo castaño claro llegando al color crema apareció con una libreta frente a él, listo para anotar su pedido.

-Buenos días señor. Qué se le ofrece

-B-Buenos días, vine a este lugar hace unos años y probé un pastel de vainilla, ¿aún s-siguen vendiéndolo?

-Claro, espere aquí un rato. ¿Quisiera algo de beber también?

-Café, por favor

El chico se dio la vuelta y desapareció en la cocina.

Ink giró su cabeza viendo su alrededor, todo lo veía nuevo, como si fuera la primera vez que entraba a ese lugar. El establecimiento había cambiado demasiado desde la última vez que fue ahí. Ya entendía la razón por la que estaba lleno, demasiado lleno a su opinión. Pero valía la pena por probar el delicioso postre, aún que no quitaba el hecho de que se sintiera incómodo.

Su desayuno había llegado, pero antes de tomarlo, Ccino decidió entablar una conversación con el.

-Por alguna razón me recuerdas a alguien, pero no recuerdo a quien.

-Emm... Pues yo... Vine aquí cuando era pequeño, no creo que me conozcas.

-Tu eras el niño que llegó herido, te vi desde la puerta de atrás, mis tíos eran los que atendían este local en esos tiempos. -señalo la puerta que daba a la cocina.

-... ¿Tu de verdad me conoces?

-Claro, viniste con otros dos niños

-Ja... Si. -rascó su cabeza con su mano mientras una gota de sudor resbalaba por su frente-. Reconozco que no es de mi incumbencia, pero, ¿que pasó con tus padres?

-No te preocupes por la pregunta, y sobre mis padres, solo sé que murieron en un incendio cuando apenas era un recién nacido, me encontraron y mis tíos pidieron mi custodia, y así es como termine aquí.

-Lo siento... No debí preguntar.

-Como lo dije antes, no te preocupes, no los conocía siquiera.

-Se que esto es algo de niños, pero ¿podríamos ser amigos?

-Oh, claro, me caíste bien desde que te vi entrar hace años, entonces, porque no. Pero mejor come tu comida, se va a enfriar. Talvez otro día podamos hablar.

-Gracias -asintio con la cabeza repetidas veces como si de un niño emocionado se tratase.

Tomo su desayuno y camino hacia una mesa de la cafetería al aire libre.

Termino de comer y camino en dirección a su casa, suponía que su mamá ya había llegado y necesitaría ayuda con su trabajo.

Al llegar noto el auto de su madre en el estacionamiento. Como nunca estaba en el dia, no pudo notar un detalle que ahora lo veía; había una abolladura en la parte frontal del coche.

No le tomo importancia, suponía que tuvo un pequeño accidente y chocó con un poste o algo así.

Entró y vio a su madre dormida en el sillón, seguramente había trabajado demasiado y estaba cansada; la tapo con una manta y puso su maletín en su habitación. Nunca lo abrió, ya le habían dejado en claro que nunca debía de hacerlo.









Ya había pasado un mes desde que volvió a pisar la cafetería. Ink y Ccino se habían vuelto buenos amigos. Salían a pasear después del turno del mesero y jefe del local.

Un día, cuando Ink volvió a la cafetería, pudo ver a lo lejos al azabache comiendo un pastel de chocolate. El albino se quedó viéndolo sin darse cuenta que su amigo estaba chasqueando los dedos frente a él.

-Hey, despierta.

-Mmm, ¿que pasó?

-Te quedaste viendo a ese joven, ¿lo conoces?

-No, no lo conozco... ¿es un cliente frecuente?

-No mucho, viene rara vez desde hace dos semanas, y lo único que pide es el pastel de chocolate. -apoyo su cabeza en una mano y un gato se posó en ella.

-[pastel de chocolate...] Creo que me tengo que ir, nos vemos luego.

-Hasta luego.

Fue corriendo hacia su casa, se encerró en su habitación y prendió su laptop, toda la semana se había encendido la pantalla por los mensajes que constantemente le llegaban.

Entró al chat de Error.

Error_Crayon8137

-¿Qué quieres?

A través de una pantalla [Errorink] Where stories live. Discover now