Capítulo 5 | 488 Días antes

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La toalla se quedó conmigo más días de los que imagine, siendo viernes y con ello mi última oportunidad para hablar con él por esta semana.

Mis pasos hacia la entrevista eran rápidos, descuidados y mis sentimientos un torbellino.

Entre a la oficina, entregue mi solicitud y todo comenzó.

-Uff demasiado apagado para ser el gerente de este lugar.

Él me miraba con detenimiento y luego a los papeles.

-Con que 16 años... pareces menor.
-Uhmm sí eso dicen.
-Tienes una cara muy interesante.

¿Elegí mal mi atuendo? La gente siempre dice que parezco tener menos edad por la forma en la que me visto y por mi cara. Aún no me golpea la pubertad, Dios mío.

-Bien, Mikasa deja tu solicitud lo consideraremos.
-Gracias.

Eso fue un no... ¿Cierto?

Sople el mechón de cabello sobre mi nariz con hastío, mi día no iba nada bien.

-Tendré que seguir buscando...

Abrí la aplicación y seguí buscando opciones que no tuvieran que ver con atender una cafetería.

-Oh Sasha... el día no está perdido.

Tome el metro y me dirigí al café para seguir con nuestra conversación pendiente. Mientras recorría esos metros la idea sobre hablar del amor de mi vida causaba esas explosiones dentro de mí.

-¿Acaso él tiene ese poder en mí?

Incluso en medio del metro lleno de gente mi mente se concentra en él y de pronto...

-¿Por qué? - un dolor agudo - ayuda por favor.

Esas palabras en mi garganta, esa maldita sensación que causa temor cuando huelo su aliento cerca de mí y siento su mirada.

Todo lo que puedo hacer es bajar la cabeza y tratar de alejarme pero no hay espacio para escapar.

¿Por qué... me siento tan pequeña?

Coloco la bolsa entre su cuerpo y el mío y mi instinto me hace sujetar la toalla como si eso pudiera salvarme.

-Por favor que se aleje...

El tipo insiste y siento sus manos en mi brazo.

-Mikasa que bueno encontrarte. ¿Cómo estás?
-Eh... estoy...

Él jala de mi suéter y me lleva a su lado.

-No me parece correcto su comportamiento, aléjese de ella o me conocerá.

El tipo se da la vuelta y se aleja.

-¿Estás bien?
-Sentí mucho miedo.
-Tranquila, estoy contigo.
-Levi... gracias.

Porque cuando él está cerca... me siento a salvo y el mundo parece mejor.

-Niña... nadie debe faltarte el respeto, si debes pedir ayuda, hazlo.
-Jamás me había pasado esto, yo... yo...
-Ven, conmigo.

Las puertas se abrieron y yo lo seguí a donde sea que se dirigiera.

-No sé a donde vayas pero no puedo dejarte ir así. Si no te molesta, quiero llevarte a un lugar.

Caminaba cerca de él sin poder apartar mi vista de su espalda y su cabello que apenas danzaba con el viento.

-Ya casi llegamos.

Él voltea y nuestros ojos se encuentran, me roba el aliento y este momento es como estar en las nubes.

Entramos al lugar y él ordena por los dos.

-Un buen té calmara tus nervios.
-Oh gracias pero no debiste molestarte.
-Niña estabas apunto de llorar, no me digas que no me moleste por algo así.

¿Por qué se preocupa por mí?

-Lo siento...
-Tsk no te disculpes.

Busco un pañuelo y todo lo que veo en mi bolso es su toalla.

-Mikasa no lo permitas, por favor. Desgraciadamente somos vulnerables a los peligros pero nadie tiene derecho a lastimarte y no dejes que otros se atrevan a lastimar a alguien.
-Sí, no dejaré que nadie me moleste.
-Me quedo más tranquilo. Por cierto, sé que no soy nadie para preguntar pero ya que te he cambiado un poco los planes. ¿A dónde ibas?
-Iría a ver a una amiga.
-Ya veo, me sorprendió encontrarte.
-Sí, bueno... antes tuve una entrevista de trabajo.
-¿Qué tal ha ido?
-No muy bien...

El té llegó y note como cuidaba el momento en que llevara la taza a mi boca.

-Está rico.
-Bebelo con calma.

¿Realmente se preocupa por mí? ¿Cómo estoy segura de que no estoy soñando?

-No te desanimes, siempre hay opciones.
-Gracias.

Cuando estoy cerca de él... siento ganas de llorar por la emoción. No es un sueño, es mejor que eso.

Siento su compañía y es cálida como el té en mi taza.

-No te robo más tiempo, te llevo a la estación.
-Gracias pero creo que ya volveré a casa.
-Está bien.

Cuando camino a su lado, aunque no digamos nada siento esas pequeñas explosiones a nuestro alrededor.

-Aquí es.
-Levi...
-¿Sí?
-Gracias por ayudarme.
-No te preocupes, estás bien y eso es lo importante.

Seguimos caminando, hasta que entre al metro de nuevo.

-Buen viaje, Mikasa.

Las puertas del vagón se cierran y nuevamente nos alejamos pero la emoción dentro de mí me hace sonreír.

Lo días malos se curan con una taza de té a su lado...

Me salvó está vez pero tiene razón, no dejaré que vuelva a pasar. No tendré miedo otra vez.

Llevó la toalla a mi pecho y mi viaje de vuelta pasa rápido mientras recuerdo sus ojos.

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