61 - El fantasma de un olvidado

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eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeoo

buenas

La casi permanente sonrisa gigante de Sam se desvaneció cuando mi semblante se petrificó

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La casi permanente sonrisa gigante de Sam se desvaneció cuando mi semblante se petrificó.

Apreté la sábana en mi puño, pronto la misma presión se condujo a mi mandíbula. Todo mi cuerpo se endureció como piedra, sin embargo, un sólo golpe podría haberme roto en múltiples piezas. Era una roca a punto de desquebrajarse.

A pesar de estar sentada, sentí que perdí el equilibrio entero de mi cuerpo, como si un simple soplido podría derrumbarme.

—¿Kat?

Bruno. Jodido Bruno.

Mis dientes se apretaron entre ellos, causando un óseo ruido preocupante. La tensión me hacía temblar las manos.

Alcé mis ojos a Sam, quien yacía expectante por un atisbo de palabra mía para saber qué sucedía.

La única pista que tenía de lo que sucedía en mi cabeza era el incesable temblor en mis manos que con esfuerzo intentaba parar.

Realmente no estaba del todo segura cuáles eran mis sentimientos sobre Bruno. No lo amaba. Ni le dirigía odio. Pero cuando oí su voz, cuando oí su voz... la sangre me hirvió... 

Se trataba de resentimiento. Podría jurarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Sam a mi lado, con una mueca consternada.

—Sí —musité.

—Lamento si interrumpo algo. —La voz de Bruno fue áspera, aunque un tanto cargada con un leve pesar. Como si su garganta se hubiera gastado—. Kat, yo...

—¿Qué quieres? —articulé severa, intentando sacar confianza de donde menguaba—. Es Bruno —le aclaré poco después a mi novio.

Samuel frunció el ceño y noté cómo su vista divagó entre mirarme a mí o a un punto en la pared.

—Iré a la cocina —soltó en un tono lo suficientemente fuerte y claro como para que Bruno le oiga. Luego de irse, cerró la puerta de un portazo, lo que me extrañó; él no se comportaba así.

Apreté mis labios sumergida en nervios. Jodido Bruno. ¿Qué mierda quería?

No comprendía cómo tenía los cojones de llamarme tan casual incluso después de haberme dejado de esa forma. Ni siquiera me «dejó», sólo desapareció de manera repentina. Sin explicaciones ni despedidas. Era un descarado.

—No volveré contigo —aclaré con la voz teñida un poco de enfado.

—No quiero hacerlo —respondió en voz baja, casi susurrando—. Sólo necesitaba...

Sus palabras flotaron en el aire y apreté mi móvil.

—¿Necesitabas?

Tosió un poco y escuché el sonido de su sonrisa.

Sollozo a medianoche [✔]Where stories live. Discover now