Capítulo 34: Secuestro

259 20 32
                                    

Pasó poco rato hasta que llegamos a las montañas que no se encontraban muy lejos, todo estaba extrañamente silencioso. Como si no existiera vida en los gigantes rocosos. Al final de la planicie había un gran abismo, al otro lado un monte aún más alto, su cima se perdía entre las nubes.

Desmontamos de la gata para inspeccionar el lugar, a su vez, la sacerdotisa baja del hanyu con el zorrito en su hombro para hacer lo mismo.

Rukawa: ¿Están seguros de que hay algo por aquí? Luce muy vació.

Hakuryu: y sospechoso —agregué desconfiado.

Miroku: este es el lugar en el que los aldeanos les pierden el rastro.

Kagome: por aquí debe haber algún pasadizo o algo así.

Sango: —parada en el borde del precipicio— si es que no corren por aquí.

La exterminadora toma una piedra y la lanza por ahí, tarda mucho más segundos de los que me gustaría en llegar al fondo.

Hakuryu: eso sería un suicidio.

Shippo: pero para alguien con fragmentos en sus piernas debe ser muy fácil.

El zorrito tenía un buen punto.

Inuyasha: el olor a lobo es intenso del otro lado.

Miroku: hay que cruzar.

Antes que pudiéramos hacer otra cosa un grupo gigantesco de lobos nos rodean a todos separándonos. Nos mordían los brazos y piernas con tal de dejarnos inmóviles. Incluso la gata tenía problemas con ellos. Unos cuantos lobos toman al hanyu y lo lanzan a una caída mortal por el barranco.

Se me cortó la respiración al ver cómo iba directo a una perdición segura.

Kagome: ¡Inuyasha! —va corriendo hacia el límite y mira abajo— ¡Aguanta! ¡Kirara va en camino!

Suspiré con alivio, por un segundo creí que se moría. Es duro de matar, no debo preocuparme tanto.

Aparece el remolino de viento a un lado de nosotros, va hacia la sacerdotisa y la absorbe con el zorrito. La felina intenta ir por ella pero al mirar abajo decide volar al mitad bestia que colgaba de una rama.

Koga: ¡Ahora, amigos! ¡Nos vamos! ¡Ya tengo lo que quería!

Salta al abismo mientras la chica grita muy fuerte del susto. Los lobos comienzan a hacer lo mismo, todos aterrizan en el otro monte, suben por su empinada pared rocosa como si la gravedad no existiera para ellos.

Mi hermano salta y se sube al lomo de uno de los caninos con gran fuerza siendo arrastrado hacia aquella montaña al otro lado del vacío. Observo con horror como el universitario es llevado hacia la cima junto la azabache.

Hakuryu: ¡Hermano! ¡Eres un idiota! —le grito furioso.

¡¿Cómo se le ocurre exponer su vida de aquella manera?! ¡¿Es que acaso no tiene juicio?! ¡¿No piensa en el peligro que es para él?!

La pantera aparece con el orejas de perro montado en su espalda.

Inuyasha: ¡Maldito seas, lobo asqueroso!

Su fuerte grito viajó como un eco por la montaña y estoy seguro que el moreno lo escuchó muy bien.

Sango: ¡Rápido! ¡Todos a Kirara!

Es así que saltamos a su lomo. Ella sube lo más rápido que puede, sin embargo, una vez que llegamos a la cima la manada despareció por arte de magia. Se los tragó la tierra.

Miroku: ¿A dónde se fueron?

Inuyasha: no lo sé, todos los aromas son confusos ¡Esos estúpidos lobos, son más astutos de lo que pensé!

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora