33: Tres citas y tres reglas (Parte 2)

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[P O R]

Desde ese momento, Park JiMin debió saber que todo iría de mal en peor; definitivamente, tendría que haberlo sabido, pero no lo hizo y ese quizás fue su peor error.

Vaya error.

-¡Tío! -JiMin chilló, avergonzado. -¿Qué cosas dices?

TaeHyung rodó los ojos. -Nada. -Admitió a regañadientes, luego ensanchó la sonrisa. -Solo que es sexy y entiendo porque te gusta.

Vamos, que su tío no podía ser menos imprudente. JiMin lo adoraba, lo quería con todo su corazón desde que lo conoció a los siete, quizás medio año después de que sus padres murieran. Sin embargo, adorarlo no lo hacía ignorante de la manera en la que pasar encerrado en su estudio con solo sus pensamientos y gente de su confianza rodeándolo siempre, había ocasionado su recurrente boca floja. Una boca muy, muy floja.

Tan malditamente floja.

-Admito que la primera vez que me contaste sobre él, cuando me dijiste que era un idiota, de verdad esperaba patearlo si lo conocía alguna vez, pero no se puede patear a alguien con esa cara.

Kim SeokJin volvió los ojos a los suyos, una nota atónita cuando dijo, pausadamente, como si quisiera resaltar cada palabra: -¿Debería ofenderme o halagarme por eso?

TaeHyung se encogió de hombros, aunque el alfa no lo estaba mirando. No, claro que no. El mar turbulento que eran ellos estaban más concentrados en observarlo fijamente, apacibles y, a la vez, diciendo tantas cosas que resultaba aterrador.

-Lo que prefieras, cielo. -TaeHyung, levantándose difícilmente y andando a la cocina, habló suavemente. -¿Quisieras té, SeokJin-ssi? Últimamente he estado prendado de la manzanilla, funciona de maravilla para los nervios.

-Ya lo creo. -El alfa susurró. Dejo de mirarlo y carraspeó hacia su tío. -Sí, por favor.

TaeHyung esbozó una sonrisa gigante y JiMin se estremeció inevitablemente. Su sonrisa no indicaba nada bueno. No, por supuesto que no. Era una sonrisa malévola, burlona y escalofriante, que se hizo un recuerdo aún peor cuando el Omega los invito a sentarse a la mesa, prometiendo volver después de un momento. SeokJin cruzo los brazos sobre el pecho, entonces, mirando hacia el arco que hacía de la puerta de la cocina, más no dijo nada, guardando un sospechoso silencio que, si bien JiMin quiso romper, no pudo porque sencillamente no sabía que decir. Honestamente, le había dicho idiota antes y negarlo ya que le gustaba ahora, no tendría sentido; por lo que prefería guardar silencio a mentirle.

Aunque no dejaba de ser vergonzoso e incómodo.

Cuando el otro Omega regresó, con dos tazas de té de manzanilla y la misma sonrisa, supo que seguiría siendo de ese modo.

Dios, iba a seguir siendo así.

-Bueno, SeokJin-ssi, agradezco que hayas traído a Minnie a casa. -Sonrió. Señaló su barriga de ocho meses. -Este cachorro no coopera mucho que digamos cuando se trata de escaleras, razón por la que estaba desinformado.

-No fue ningún problema.

TaeHyung alzó ambas cejas con un deje pillo. -Solo espero que no se haya interrumpido nada.

JiMin se sonrojó, apresurándose a decir:

-No lo hizo.

-Un poco. -SeokJin dijo, casi al mismo tiempo. JiMin lo miró, abriendo los ojos de par en par. -Nada que no se pudiera arreglar. -Sonrió. -Podemos tener esa cita en otro momento.

«Lo está haciendo a propósito, JiMin concluyó. Después de todo, era fácil notar la intención de hacer que se avergonzara cuando el alfa le lanzó una mirada, ocultando una sonrisa que tiraba de las comisuras púrpuras de su boca. El Omega lo maldijo en silencio, odiando esa parte engreída que tanto le encantaba y que seguía haciéndolo incluso en ese momento, porque era, de una manera que JiMin no podía comprender, sensual. Travieso. Un tipo de travieso que consiguió que sonriera poquito, girándose a su tío. Ese poquito, por segunda vez en el día, se convirtió en un mucho, al notar las mejillas enrojecidas de TaeHyung y la forma en la que miró a otro lado, guardando sus graciosos comentarios por un largo tiempo.

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