Mirar el atardecer en la playa después de un largo día de escuela, era una de mis cosas favoritas. Las olas me arrullaban cuando acariciaban la arena, y aunque mirara fijamente al horizonte, el sol no quemaba mis ojos. Enterré mis pies en la arena helada, mientras mi piel reflejaba el arrebol y sentía como el viento hacía flotar mis rizos.
El murmullo de las olas se convirtió en el de personas hablando en un restaurante, voces altisonantes se mezclaban con susurros. No entendía nada de lo que se decía, solo era ruido. Cerré mis ojos para tratar de enfocarme de nuevo en el sonido del mar, pero el barullo de las conversaciones escaló hasta ser risas escandalosas.
Risas chillonas que reconocería en cualquier lado porque las conocía bien, las escuchaba todos los días, que provenían de aquel lado del salón insoportable. Quería taparme los oídos, que pararan, quería...
Despertar.
Abrí los ojos lentamente mientras me acostumbraba a la luz que se colaba por las cortinas de mi ventana, busqué entre las mantas mi celular para ver la hora y me di cuenta de que me había levantado muchísimo antes de que sonara la alarma. Aunque lo intenté, no pude volver a dormir.
Me levanté de la cama de mal humor, ni siquiera quise arreglarme para ir a la escuela, en la oscuridad traté de buscar lo primero que estuviera a mi alcance para vestirme.
Del otro lado de mi recámara estaba dormida mi hermana menor, envuelta tan plácidamente en las sábanas; de aquel bulto sólo veía como se elevaba lentamente al ritmo de su respiración. Era tan afortunada por tener las cosas tan fáciles en la primaria. Salí del cuarto despacio para no hacer ruido y despertarla.
Deseaba tener su edad de nuevo.
Era hora de enfrentar la realidad y volver a ese odioso lugar con gente egocéntrica y que se creían mejor que yo por su nivel socioeconómico, con malcriados mocosos e intolerables. Era otro día de volver a estresarme por no entender nada de lo que se escribía en el pizarrón y de sentarse por horas a escuchar aburridas lecciones.
"Y eso no es lo peor..." me dije a mí misma mientras devoraba con ira mi desayuno en el salón. Desde el día en que Elisa nos contó su secreto, algo en los Sprouse había cambiado.
Especialmente en Dylan, como si se hubiera enterado de que le gustaba a Elisa. De jalarle los cachetes, ahora había escalado a darle abrazos muy efusivos a Elisa y a susurrarle cosas en el oído. No era paranoia mía, Hazel también estaba de acuerdo en que parecía que ese gemelo se empeñaba por ilusionar a nuestra mejor amiga. Nunca creí conocer a alguien tan descarado y dispuesto a jugar con los sentimientos de alguien tan dulce e inocente como Elisa.
Hazel y yo no podíamos entenderlo, ninguna había hablado y ambas lo encontrábamos muy sospechoso. No obstante, que los Sprouse se comportaran así de coquetos no era nada nuevo.
"Tranquila, tranquila, ¡piensa en otra cosa!" me decía a mí misma mientras miraba a Dylan recostar su rostro en los hombros de Elisa. Debía encontrar el lado positivo en todo este asunto, mi mejor amiga estaba feliz, yo estaba becada en una buena escuela y eso favorecería mi entrada a la Universidad Gallatin en Nueva York, y así podría estar con mi hermano mayor de nuevo.
Cuando me graduara, ayudaría a mi madre a cuidar a mi hermana menor y no tendríamos que preocuparnos más por el dinero...
Sí, empezaba a calmarme.
Solo tenía que soportar a mis odiosos compañeros y a Elisa, quien estaba tan ilusionada que dibujaba corazones en todos los libros y escribía en cursiva sus nombres juntos. No podía culparla, yo era igual de cursi cuando me enamoraba; con la única diferencia de que yo no podía escribir nada sobre mí y Adam porque sentía que él siempre me miraba por encima de mi hombro.
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✨ Both of You ✨ Cole & Dylan Sprouse
RomanceCrees que eres más lista que ellos, que puedes salirte con la tuya. Parece muy fácil, lo has visto en el cine, la televisión y en libros clichés: Los gemelos te conocerán, los dos se enamorarán y se pelearán por ti. Escogerás uno o saldrás con amb...
