Me niego

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Aún recuerdo la primera vez que la vi. Estaba preciosa, sus cabellos rizos caían graciosamente alrededor de su cara y ella sonreía, siempre sonreía, se acercó y me preguntó mi nombre, quise ser cortante con ella, pertenecía a Gryffindor y era amiga de Potter, pero el brillo que destilaban sus ojos me lo impidió. Me presenté y como un caballero besé sus nudillos, ella se sonrojó ya mí se me escapó una sonrisa sincera.

Aquel día comenzó nuestra amistad. Ella pasaba la mañana junto a sus amigos de Gryffindor y las tardes me las dedicaba a mí, solíamos leer bajo la sombra de un roble, mis dedos siempre acariciando su cabello, su cabeza siempre en mi hombro. Era paz lo único que sentía cuando estaba con ella, aquello que no sentía ni en mi propia casa.

En navidades de tercero se quedó conmigo en el castillo, yo no quería volver a casa, las cosas con mi familia estaban mal, ella no me dejó sólo. El 1ro de enero, justo cuando el reloj marcó las 12 de la noche como inicio de un nuevo año, la besé por primera vez, ella me correspondió y comenzamos a salir.

Ninguno de sus amigos me soportaba, me tenía sin cuidado, ellos tampoco eran santos de mi devoción así que evitábamos por todos los medios estar cerca.

Fui tan feliz que me pareció imposible, cada día aprendía algo nuevo sobre ella, era la criatura más fascinante en la faz de la tierra, con ella sonreía más a menudo, me importaba poco o nada las demostraciones públicas de afecto, me volví un completo imbécil, la iba  a buscar luego de las clases que no compartíamos y trataba de llevarle una margarita cada día.

Sabía que me ocultaba cosas, su amistad con el cararrajada no era de mi gusto, sin embargo, no podía siquiera quejarme porque yo también guardaba secretos.

Cuando finalizó sexto, rompimos, ambos pusimos excusas pobres, se acercaba una guerra, no teníamos tiempo para sentimentalismos, más luchando en bandos contrarios.

La volví a ver casi un año después, demasiado delgada y pálida, los carroñeros la habían atrapado junto a sus 2 amigos. Quise correr a socorrerla, quise liberarla, pero mi madre me inmovilizó, para que, en palabras suyas, no cometidas una locura que matara a todos.

Tuve que quedarme allí viendo como la torturaban, oía sus gritos y no podía hacer nada. Sus ojos suplicantes se encontraron con los míos un par de veces, sabía que estaba pidiendo ayuda, pero yo no podía... Me era imposible y eso me estaba matando.

Vi a mi tía alzar la varita una vez más en dirección al amor de mi vida y su siniestra sonrisa me hizo saber que ahora vendría lo peor.

-¡Avada Kedavra!.

Y justo así, mi chica estaba muerta.

Mi madre quitó el hechizo que había puesto previamente sobre mí y recuperé la movilidad del cuerpo, craso error, liberé a Potter y los demás prisioneros, en el momento de mayor tensión Dobby nos sacó de allí, dando la vida en el proceso.

Me uní al lado de la luz, demasiado tarde quizás, tal vez si hubiese estado allí desde el principio las cosas fueran diferentes, las cosas fueron como deberían, Harry Potter venció a Voldemort y le dio fin a la guerra, sin embargo ni él, ni las personas que conocieron a mi amada celebraron la victoria.

Y ahora estoy aquí, arrodillado a los pies de tu tumba, intento recordar cada una de tus sonrisas, pero ha pasado mucho tiempo y mi memoria comienza a fallar.

- Feliz cumpleaños, bombón- un simple ramo de margaritas, tan sencillo como cualquier otro, pero esa era Hermione Granger, a ella le gustaban las cosas sencillas, hoy estaría cumpliendo sus 21 años.

-A veces siento que estas tan cerca, pienso que cuando me gire podré verte, pero no, sólo hay aire. Ojalá que donde quiera que estés mantengas la sonrisa Hermione, nos veremos, lo juro, espérame, volveré a tu lado, más pronto de lo que cualquiera se podría imaginar.

Me niego a olvidarte.

One shots Dramiones Where stories live. Discover now