2-Cenizas

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'¿Cómo?... ¿Pasó esto?'

La sala de espera era fría, con un sentimiento pesado en el aire. Los pasillos iluminados contrastaban con la oscuridad de la noche en ese momento. Habían pasado horas desde que su hijo... Desde que su hijo entró a la sala del quirofano, con varios paramédicos y enfermeros tratando sus heridas cuando corrieron a través del pasillo con Izuku en la camilla con sus pequeñas ropas teñidas de rojo y sus ojos cerrados sin siquiera un atisbo de movimiento al igual que el resto de su cuerpo. Ni una.Sola.Señal

'Por favor, por favor por lo que más quieras, no a él'

La madre no caía en cuenta de cuantas lagrimas había derramado ya. Todo había pasado demasiado rápido.  Hace unos segundos, había comprado las decoraciones para el pastel de cumpleaños de su hijo, y al otro, el mismo niño estaba en el suelo, quien yacía tranquilamente en un charco formado de su misma sangre.

'Izuku...'

 Aquel brillo que sus ojos esmeralda emanaban, se había esfumado, dando paso a dos orbes vacíos. Pareciese que esos mismos ojos se burlasen del mismo par de la madre que los veía fijamente, quien buscaba desesperadamente cualquier rastro de su pequeño niño. Toda su alegría y energía que mostraba hace tan solo unas horas... En ese momento, no podía agradecer lo suficiente el ser madre del rayo de luz que era su hijo. Y luego, todo se apagó fugazmente cuando llamó el nombre de su niño de tan apenas 4 años, y este no le contesto. 

'Era su cumpleaños'

Sintió el corazón despedazándose lentamente dentro de ella cuando cayó en cuenta de que su hijo no se movía. La horripilante vista por tan si sola era suficiente para vomitar en el momento que se arrodilló a su lado. Y antes de que pudiese protestar o tocar a su pequeño ángel, los paramédicos lo alejaron de ella de ella.

'Por favor, Dios, te lo imploro, no a él también. ¡NO TE LLEVES A MI HIJO TAMBIÉN'

"Ehm, señora Midoriya?"

Una voz joven la hizo salir de su burbuja. Alzó la cabeza que estaba oculta entre sus manos en un asiento. Era la enfermera que se encargaba de la parte infantil, cargando consigo una mirada con simpatía y cansancio a la vez. Inko se limpió la cara con la manga de su suéter y se levantó del asiento.

"Perdone...  Estaba metida en mis pensamientos"

Mencionó Inko con voz rota, gracias a todas las lagrimas que había drenado.

"Está bien, no se preocupe... Tengo noticias de su hijo"

La peliverde la miró con ojos bien abiertos y pudo jurar que dejó de respirar y su corazón paró de latir por un momento. Ahora mismo podría recibir las noticias más desgarradoras de su vida y que la destrozarían por completo, o podría recibir las noticias más felices que se encargarían de borrar toda su preocupación. De cualquier forma, su corazón pasó de estar congelado, a un ritmo frenético. Sintió como la ansiedad se colaba en su sentir. 

"Logramos estabilizarlo, y además pudimos extraer todos los fragmentos metálicos que se hallaban en él. Ahora está fuera de peligro y durmiendo. En unos minutos lo trasladarán a una habitación y podrá verlo" La enfermera sonrió con claros signos de cansancio, seguramente por la cantidad de trabajo ese día, y nada ayudaba a una repentina operación de alto riesgo en un niño de 4 años.

Inko llevó su cara a sus manos, liberando las últimas lagrimas que le quedaban. Pero ahora no cargaban consigo una preocupación de muerte, ni una tristeza infinita que la quemara desde dentro. Ahora sentía felicidad, y alegría porque su hijo estaba vivo. 

Emociones de Fuego (Izuku x Kyoka)Where stories live. Discover now