39. Sentimientos de amor

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Poco a poco, comencé a recuperar cada uno de mis recuerdos, desde los más dolorosos hasta los más alegres. Ahí me di cuenta que hasta los peores momentos influyen en quienes somos y en cómo nos comportamos. Cuando abrí los ojos, Miguel ya no estaba y Daniel iba furioso camino al bosque. Quise seguirlo, pero alguien sostuvo mi mano y ahí recordé que estaba con Blas.

Lo abracé inmediatamente con toda la fuerza que tenía al igual que él a mí. Era la mejor sensación del mundo abrazar a tu mejor amigo después de tanto tiempo sin saber quién era. Lo escuché sollozar un poco contra mi hombro y no pude aguantar tampoco, así que lloré a su lado. Era una manera de demostrar lo mucho que necesitábamos del otro.

—Tú eras lo que me faltó todo este tiempo —susurró—. Tengo tu magia.

—No sé cómo eso sea posible —dije, mientras agarraba su cara con ambas manos para mirarlo a los ojos—. ¿Estás bien? ¿Te sientes bien?

—Sí, ahora lo estoy. Siento paz en mi corazón —dijo.

Sonreí entre lágrimas y besé su frente con delicadeza. Nos abrazamos por otro par de segundos y volteé a ver a los demás que probablemente llegaron a nuestro lado cuando se escuchó el trueno hace un rato. April corrió, se colgó de mi cuello y me besó la mejilla. Yo la sostuve entre mis brazos y la abracé fuertemente, demostrándole cuán agradecida estaba con ella.

—Gracias por no darte por vencida. Eres asombrosa. —Le di un beso en la mejilla y ella me limpió las lágrimas que se me habían escapado.

—Te extrañé mucho, Camille. Todos creyeron que estaba loca, pero jamás dejé de creer en ti.

—¿Cómo es posible que fueras la única que me recordara?

—No lo sé exactamente, pero Oliver también te recordaba.

—¿Oliver? Pero él...

—Es una larga historia que espero que él pueda contarte o no lo sé.

Asentí y sonreí para hacerle saber que todo estaba bien. Ella, siendo tan niña, ya había hecho mucho por mí y estaría agradecida por toda la eternidad.

Joseph y yo nos miramos, me acerqué hasta él y nos dimos un abrazo amigable. Reí avergonzada al recordar todo lo que había pasado y me disculpé.

—Perdón por insinuar que eras un mentiroso.

—Tranquila. Está olvidado —dijo sonriendo.

—¿No vas a saludar a tu amiga? Dios, no sabía la falta que me hacías hasta ahora. Siempre sentí que había algo mal en mi vida, pero jamás supe qué. —Davina me miró preocupada y también triste.

Ambas nos abrazamos con fuerza sin ganas de soltar a la otra y reímos feliz de que ya todo estuviera relativamente normal. De pronto, mi mirada buscó a Will por todo el lugar, pero no estaba.

—Entró —mencionó Blas.

—Debería ir a ver a Daniel.

—Necesita tiempo, Cam. Creo que yo iré a buscarlo, ¿si? —Blas me sonrió de medio lado y se fue camino al bosque.

Yo suspiré más tranquila y me di cuenta que April, Davina y Joseph me miraban expectantes. Hice un gesto para que entendieran que estaba confundida y los tres rieron.

—Daniel es tu novio, pero Will también te ama —dijo Davina.

—Tú no viste la cara que puso cuando te vio. —April sonrió traviesa—. Ve a verlo. Ha pasado mucho tiempo.

Claro que quería correr y abrazarlo lo más fuerte que pudiera porque a pesar de no recordar quién era sí recordaba los sueños que tuve con él y todo lo que sentí en aquellos momentos. Era una sensación extraña porque estar con él sin saber quien era me hizo darme cuenta que aún sentía algo aunque estuviese enterrado en lo profundo de mi corazón. Había dejado aquel sentimiento allí por miedo.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora