five.

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Alissa entró a la habitación de Ian y él permaneció recostado del marco de la puerta. Las palabras no encontraban como abandonar su boca, la habitación de Ian era hermosa. Era como si ambos hubiesen encontrado una puerta directa al espacio. Una de las paredes estaba pintadas de negra y estaba repleta de montones de dibujitos de colores neones relacionados al espacio. No había congruencia en estos, se hayaban ubicados de manera aleatoria, dándote la alusión de que el espacio estaba lleno de cosas.

Por otro lado, el techo se encontraba repleto de extensiones de luces, iluminando completamente la habitación. En el centro de este se hayaba una perfecta recreación del sistema sola, este también estaba pintado a mano, de una manera tan detalla que era digno de ver. Alissa no era fanática del espacio y sus relacionados, y mucho menos de la pintura, pero todo en la habitación le encantaba.

La otra pared, que se encontraba al lado derecho de la entrada, estaba repleta de fotografías. Eran demasiadas, colocadas meticulosamente unas encima de las otras, pero sin tapar lo importante de estas. Alissa se acercó a la pared para poder ver mejor las fotografías. En la gran mayoría se podía ver a Ian, algunas eran con dos chicos y otras con quien ella supuso que debían ser sus padres.

–Oye, ¿por qué no me dijiste que tenías más amigos? –le preguntó ella con diversión. Jamás se le ocurrió que Ian pudiera tener más amigos.

–Ellos son de Londres –le respondió él, encogiéndose de hombros–. Tú eres mi única amiga aquí.

–¡No puede ser! –gritó ella sorprendida. Había notado el acento raro que traía, pero jamás se le ocurrió preguntar su origen– ¿Tú realmente eres de Londres?

–Sí, llegué aquí a Londres dos meses antes de conocerte.

–Nunca había conocido a alguien de –menciona ella–. Eso es realmente genial. Tienes un acento raro, pero es genial. Suenas todo culto y elegante.

–No tengo un acento raro –protestó él, haciéndola reír.

–¿Estos son tus padres? –le preguntó ella, señalando una de las fotos– Bueno, honestamente no sé para qué pregunto, es algo bastante obvio.

–Esa fue la última foto que nos tomamos juntos. Mi padre tuvo un accidente dos semanas más tarde y murió. Es la razón por la que dejamos Londres.

–Sé cómo te sientes, mi padre también murió.

–Lo extrañas, ¿no?

–Él nunca hubiera permitido que me hicieran daño –fue todo lo que respondió ella.

Ian se acercó a ella y la abrazó, deseando poder esconderla de todos los males del mundo. De manera que nadie, ni nada, fuese capaz de lastimarla. Detestaba verla triste, la prefería llena de vida y burlándose de como hablaba. Ella era demasiado para este mundo, por eso nunca la comprenderían. Solo él podía hacerlo, él era su único compañero.

Ella recostó su cabeza sobre el pecho de Ian, permitiéndole que la abrazara. Le gustaba dejarse querer por Ian, el amor del castaño era puro, aunque dañino para sí mismo. Aunque eventualmente ella sabía que él aprendería. Él era una persona increíblemente inteligente y, sin duda alguna, lo mejor que tenía en su vida. De hecho, era lo único. Ella no era nada del otro mundo, él podría haber hecho un trabajo mejor. Sin embargo ahí se encontraba, en los brazos de Ian, que era lo más cercano a un hogar.

–Te quiero, Alissa –le susurró él, dejando un beso en su frente.

Ella sonrió, Ian era su hogar.

SheWhere stories live. Discover now