Recuerdos

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“Lo más preciado que alguien puede tener, son los recuerdos. Ya que los momentos que pasaste con esa persona, nadie te los puede quitar”

 Ya que los momentos que pasaste con esa persona, nadie te los puede quitar”

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[ Aviso: POST TIME-SKIP. Si bien es post time-skip, no contiene spoilers sobre la ocupación de dichos personajes. Así que pueden proceder a leerlo. ]

*****

Sakusa se encontraba sentado en el porche del edificio donde solían rentar el departamento. Estaba pensando de forma muy profunda, mirando a lo lejos como caían las gotas de lluvia frente a él. Parecía como si el tiempo se detuviera frente a sus ojos.

Se levantó y caminó hasta su destino, sin paraguas ni tampoco un impermeable encima. Simplemente caminaba como si fuera lo único que supiera hacer. Una vez allí, parado y enfrente suya bajo su mirada al suelo. Ahí estaba él.

Los recuerdos invadían su frágil mente.

×××

• Recuerdo N°1: Escaleras.

Era una noche hermosa. Cielo estrellado, clima cálido pero tampoco hacía calor, luna llena, y lo mejor de todo era que la pasabas con tu pareja.

Ambos jóvenes estaban preparándose para ir a cenar afuera, ya que la noche se prestaba y ambos tenían deseos de darse un pequeño capricho.

—¡Ya apúrate, que no tengo todo el día! —Espetó, ya bastante irritado por la demora del rubio—. ¡Llegaremos tarde al restaurante por tu culpa!

Sakusa estaba bastante irritado ya por el hecho de que iba a haber más gente en el sitio, pero todo sea por ver a Atsumu feliz. Podía cambiar algunas cosas con tal de ver a su rubio feliz, con esa sonrisa que lo enamoraba nuevamente cada que la veía.

—¡Ya voy, por Dios! ¡Alguien déme paciencia por favor! —pensó en voz alta desde el piso superior—. ¡Quiero verme bien para ti, Omi-kun! —Lo admitió con la honestidad que era característica de él. Sakusa sintió sus mejillas levemente más calientes, pero no quitaba el hecho de que podrían llegar tarde y su reservación se perdería.

El azabache esperó pacientemente, si así de puede decir, al gemelo en los pies de la escalera. Aunque alguna que otra maldición se le escapó de sus suaves y carnosos labios.

Pero finalmente el rubio hizo aparición en el otro extremo de las escaleras. El jóven de actitud introvertido alzo su vista, dirigiendo sus ojos negros al encuentro de esos ojos avellana que tanto admiraba.

—¿Qué piensas, eh? —preguntó en un tono juguetón, al ver la expresión incrédula de su pareja—, ¿divino, verdad?

—Sí. —Hizo una pausa—, estás divino.

Si bien Atsumu jugaba haciéndose cumplidos a él mismo, no esperaba esa respuesta tan sincera de Sakusa.

—Ah, —soltó en sorpresa—, no esperaba tu sinceridad.

SakuAtsu | OneShotsWhere stories live. Discover now