ɴᴜᴇᴠᴇ

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🄲🄰🅁🄶🄰🄽🄳🄾 🄰🅁🄲🄷🄸🅅🄾

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Jimin y Nayeon caminaban de la mano por el centro comercial, y aunque sonara un poco mal que la pasteleria de su boda estuviera dentro de uno, realmente era de las más exclusivas

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Jimin y Nayeon caminaban de la mano por el centro comercial, y aunque sonara un poco mal que la pasteleria de su boda estuviera dentro de uno, realmente era de las más exclusivas. Iban hablando de varias cosas y riéndose de otras muchas, la fémina porque le daban risa, y el menor porque le daba gracia la risa de ella.

Por suerte, llegaron justo tiempo a la cita de la rubia, y se adentraron, siendo recibidos por una sonriente omega de cabellos morados y tez muy blanca. Incluso más blanca que la de la rubia, Jimin estaba casi cien por ciento seguro que era tan pálida como su hyung.

— Bienvenidos a la pastelería Fancy, mi nombre es Dahyun, y seré la que los atienda el día de hoy. — saludó y se presentó con una reverencia al final.

Reverencia que los dos amigos imitaron.

— Mucho gusto, Dahyun. — habló Nayeon — Yo soy Nayeon, y mi cita era a las cuatro treinta, para escoger un pastel de bodas.

La de cabellos morados sonrió, al ver la emoción retenida de la contraria.

— Excelente, síganme por favor.

Los dos omegas se vieron entre sí con sonrisas emocionadas, para luego seguir a la elegante muchacha. La tienda era blanca, con decoraciones plateadas y doradas, que le daban un toque pulcro y elegante. También había diferentes postres, en bonitas mesas colocadas estratégicamente, que llenaban el ambiente de un aroma dulce a caramelo y otros a canela u chocolate. Era simplemente el cielo para una persona que amaba los dulces y los postres, como Jimin lo hacía.

Literalmente daba pequeños saltitos mientras caminaba, y seguía a las dos mujeres.

La empleada se detuvo cuando llegaron a una mini-recepción –que no era la única, había más, pero ya estaban ocupadas– y les indicó que podían tomar asiento, y que ella regresaría en un par de minutos con el catálogo de pasteles de boda.

Jimin y Nayeon se sentaron muy juntos, y la rubia sacó de su bolso un catálogo, pero de vestidos de novia.

— Jiminnie, necesito tu ayuda. — dijo con dramatismo la mayor — No puedo decidirme entre dos vestidos. — explicó con un inconciente puchero.

Por algo Tinder no es RosadoWhere stories live. Discover now