9.- Miradas.

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Si dijera que estaba como pez en el agua, sería una vil mentira. Se sentía como una rata de laboratorio, como una rana en una clase de biología; aquellos tres pares de ojos no lo observaban, lo analizaban. Era la primera (y para su desgracia no la última) vez que estaba en una cena tan elegante, cena que debía agradecer a su querida novia.

Estaba tan nervioso que temía equivocar la cuchara con el tenedor o sorber demás su sopa, e incluso, temía hacer ruido al maniobrar los cubiertos.

"En fin", se dijo, "todo sea por complacerla".

Porque Hinata, su adorada novia, estaba rebosante de alegría. Hablaba animadamente con su hermanita, daba su opinión a los temas que su padre y su primo debatían. Y él, él se sentía como un completo idiota, no había balbuceado más que unas cuantas palabras a la hora de las presentaciones.

"Excelente, Naruto. ¿Por fin te mordió la lengua el ratón?"

Es decir, él era un experto orador, no por nada sus amigos se burlaban de él y hasta tenía el apodo de Corderito.

"Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo", recordó mientras mentalmente maldecia a Shikamaru.

¿Y de qué le servía su verborrea, si se encontraba frente a frente con el chico más inteligente, no de la universidad, sino de toda la región?

Exacto, de nada.

El primo de su novia mostraba su abierta hostilidad, ni siquiera se esforzaba en esconderla. Aquella mirada lo seguía a sol y sombra intentando sorprenderlo para dejarlo en ridículo; no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Entonces, notó la mano de Hina sobre su rodilla y la observó.

Sus hermosos ojos grises lo miraban como diciendo: ya casi. Y esperaba que así fuera.

Más pronto que tarde la hora del postre llegó anunciando el final de la velada.
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Suspiró aliviado, por fin la tortura había terminado.

—¿A que no fue tan malo? —Dijo Hina tomándolo de la mano mientras veían una película recostados en su cama (eso sí, a puerta abierta).

—Pan comido. —Respondió, negándose rotundamente a comentar lo nervioso que había estado. Lógicamente Hina conocía la verdad.

—¡Ese es mi novio! —Comentó premiandolo con un casto beso en la mejilla.

Si… Ya le daría un buen beso en su próxima cita. Lo merecía.

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Hola! Este es un pequeño drabble para la dinámica de los viernes en un grupo de fb en el que estoy. Espero que les guste.
Sin más, nos leemos en la siguiente actualización.
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